Rebecca SmithLos dos ángeles me sujetaron para arrastrarme fuera de la oficina de Miguel para llevarme hacía las celdas que había en el cielo, las mismas celdas en las que había estaba Lisa hace un rato atrás. Esperaba que no revisaran la celda en donde había estado mi hermana, necesitaba más tiempo antes de que se den cuenta.Era inútil que intentara soltarme, lo intentaba y no funcionaba, no podía hacerlo. Se me ocurrió tratar de poner todo mi peso en mis pies para que se le haga más difícil el llevarme y aunque por unos minutos había funcionado no fue por mucho tiempo. Sin causarle mucho peso ambos ángeles sujetaron mis brazos y me levantaron un poco en el aire, mis pies tranquilamente se balanceaban en el aire, ya no tocaba el suelo. Y así me llevaron, pareciera como si nos les afectaba en nada, para ellos no era mucho peso el que estaban cargando en ese momentoIntentaba patalear golpear a los dos gorilas que me tenían sujetada, a mis espaldas Miguel solo se reía. David me mirab
La situación cada vez se iba volviendo más complicada. Los ángeles no sabían qué hacer con el demonio que tenían capturado. Y los demonios no sabían del todo todavía como entrar para rescatar a su próxima gobernante. Mark e Ethan contemplaban la idea de volver por el túnel e entrar por la gran puerta pero ambos sabían que sería inútil, era más que seguro que Miguel haya puesto guardias en cada puerta o entradas de ese lugar, claramente el ángel esperaba la aparición de ambos demonios en sus tierras. Becca por otra parte solo deseaba de las dos personas que mas amaba hayan salido de ese lugar.Unos pequeñas pasos se comenzaron a escuchar fuera de la celda en la que estaba. Amanda se deslizaba por el pasillo siendo cautelosa intentado no ser vista ni escuchada, quería ver a su hija, asegurarse de que estuviera bien. Por suerte no la habían dejado muy lejos de la puerta principal, por lo cual no tendría que recorrer tantos pasillos, de ser así estaba la posibilidad de que la encontraran.
Lo que me faltaba tener a uno de los ángeles mayores encima todo el tiempo. Sabía que la presencia de Miguel iba a estar todo el tiempo en esta celda, solo se iba a limitar a molestarme, aun no entendía el por qué de su obsesión hacia mí. – Uf, mira a quien tenemos aquí ¿ahora qué quieres Miguel? – dije con disgusto, no me gustaba su presencia. Me ponía incomoda, me molestaba. Y él lo sabía, ya que su sonrisa aumentaba a cada segundo que pasaba.– Creí que querías un poco de compañía, después de todo aquí es tan solitario – cerró la puerta a su espalda y se coloco a mi lado de la cama. Rápidamente me aleje de él colocándome al otro lado, casi pegándome a la enorme pared blanca– Lo que menos me interesa en este momento es tu compañía – la sonrisa del ángel no se borro en ningún momento, por el contrario solo aumentaba– Pero para tu mala suerte yo aun quiero hablar contigo, no todos los días tenemos a la hija de uno de los demonios mayores por aquí –– No hablare absolutamente nada d
– Así que solo se trataba de un engaño – No sabía por qué, pero de alguna forma no me sorprendía, en lo poco que conocía al ángel había llegado a entender cómo funcionaba en general. No se comparaba o igualaba con la bondad que los caracteriza a un ángel, solo había malicia en él, buscaba su propio bien. Lo que a él le podría funcionar, ese egoísmo no era propio de un ángel. Si no de un demonio. – Si lo fue. Aunque tengo que darte merito eh. Es increíble que llegaras hasta aquí solo por la pluma – No sabía si lo decía con burla o con un toque de admiración, aun así la gracia estaba presente en toda su cara. Ya que había caído por completo en su trampa– Lo haría nuevamente si se trata de mi pareja – sabia que ese tema le dolía, le molestaba. Por eso lo remarcaría cada que pudiera. Mi estadía en ese lugar no iba a ser placentera para ninguno de los dos.– Por tu pareja o no, no me importa. Lo realmente importante para mi es que caíste en mi engaño, por eso te tengo aquí – dijo soberb
Tengo una extraña obsesión sana de dibujar todo lo que veo. Bueno quizás no todo, si no lo que llama mucho mi atención, lo que creo que es necesario plasmar con una hoja y lápiz para no olvidar. Puedo perderme al dibujar, mi mente vuela y no presto atención a lo que sucede a mí alrededor – ¿Becca me estas escuchando? – A eso me refería estaba tan concentrada viendo los arboles que nos rodeaban que no preste atención a lo que decía Lisa – mi querida hermana mayor – – Si, perdón ¿Qué decías? – Lisa solo sonrió un poco sin quitar la mirada de la carretera, una que se encontraba vacía, era de esperarse ya que literalmente nos estábamos adentrando a lo que parecía ser un especie de bosque – Esto va a ser emocionante ya lo veras. Podemos empezar de nuevo en este lugar – Simplemente asentí, quizás en el fondo compartía al menos un poco de su emoción. En realidad era una mezcla de sentimientos, emoción, miedo, entre otras cosas. Mi mirada fue nuevamente a lo que nos rodeaba, los arboles
Sentía la molestia de los rayos de sol dándome directo en la cara. Me senté en la cama algo confundida, juraba haber cerrado las cortinas antes de acostarme. Unos golpes a la puerta me terminaron de despertar– Pase – Lisa se adentro a la habitación ya preparada para salir a trabajar. Apenas podía abrir bien los ojos estaba demasiado cansada. Me volví a acostar tapándome con las mantas hasta la cabeza, yo solo quería dormir. Estúpido sueño que no me dejo dormir parte de la noche.– Te venia a despertar pero te me adelantaste. ¿Y ese milagro a que se debe? – odiaba despertarme tan temprano para cualquier cosa, por eso Lisa siempre es la encargada que hacer que me levante de mi cama, aunque tenga que arrastrarme de la cama. Sin contestar mis ojos se iban cerrando nuevamente – Becca, Becca despierta - las manos de Lisa intentaron quitarme las mantas– Cinco minutos más Liz – me negaba a levantarme – Rebecca Smith te quiero ver fuera de esta cama en dos minutos– No – refunfuñe– Perfe
En las siguientes clases se me fue imposible prestar atención a algo de lo que decían los profesores, no podía sacarme de la cabeza esos ojos dorados, su voz tan profunda, como tampoco de cómo había prenunciado mi nombre. No entendía esa sensación extraña que tuve al tenerlo cerca, fue una sensación rara. Por un momento ese pequeño sentimiento de conocerlo también rondaba en mi cabeza, pero no sabía bien de dondePara mi suerte la semana volvió a transcurrir tranquila y bastante rápida, el tal Ethan no se me había vuelto a acercar el en instituto. Aun que siempre lo encontraba viéndome a lo lejos, fuera donde fuera siempre estaba él detrás de mí. Pero preferí no tomarle tanta importancia, después de todo no se me había acercado o molestado.Estaba en la última clase del día, a nada de quedarme dormida sobre el escritorio. Solo quería llegar a casa y dormir todo el fin de semana ese simple pensamiento me hacia feliz. Para mi suerte – y para el resto de la clase – la campana sonó dando
La espesa niebla no me dejaba ver hacia donde me dirigía, sin embargo sentía que algo me guiaba. Que estaba yendo en la dirección correcta, esa sensación extraña de que algo me llamaba y mi cuerpo la buscaba sin razonar, como si mi fuerza de voluntad se hubiera ido junto a la cordura, dándole paso a que mi cuerpo haga lo que quiera. Las piernas no me respondían y andaban por sí solas, también la curiosidad de saber que era esa cosa cada vez se hacía más grande.Aun que algo en mi cabeza me gritaba que me diera media vuelta y me volviera a la fiesta, dejando toda esa curiosidad detrás, no lo podía hacer algo me lo impedía. Así que si, seguí adentrándome en la oscuridad del bosque, tanta tranquilidad, y silencio era abrumadora, casi escalofriante pero eso aun así no me detuve. Llevaba alrededor de treinta minutos caminando entre la oscuridad. Solo pequeños destellos de la luz que brindaba la luna cuando se colaba entre los arboles me permitía ver donde estaba.– Joder Rebecca, solo a