Mateo tenía pensado hacer su jugada, quizás y no era necesario matar a Mariano, solo mostrarle a Elizabeth la clase de esposo que tenía y a sus hijos… hacerle ver que era preferible tener un padrastro amargado, que un padre inepto.
Bajo de su Ferrari e ingreso en su mansión, solo para dar un paso atrás al escuchar los gritos.
— ¡Feliz cumpleaños!
Cuantas veces su familia lo había sorprendido, incluso cuando él se negaba a que hicieran así sea mención de su cumpleaños, como ya le había dicho a Elizabeth, con el tiempo y al ser compartido con sus otros cuatro hermanos perdía la gracia que le hicieran así sea un pastel, pero ahora, Mateo solo podía ver a Baltazar sonreír, con Nazareno en brazos, que no dejaba de aplaudir, mientras Santino arrojaba papeles dorados por todos lados, al igual que Bautista, y Eliz
Elizabeth:Veo la preocupación de Mateo, por mi persona, y mi corazón tiembla, no soy digna de ella, no soy digna ni siquiera de su amistad.Observo su espalda tan ancha, que combina a la perfección con su gran altura, y reprimo las ganas de suspirar, no puede ser que aun después de tanto tiempo, mi corazón se acelere por solo tenerlo cerca, y que decir de mi cuerpo, si por solo sentir su agarre cada célula de mi tiembla, esto está mal, yo estoy mal, soy una mala persona por aprovecharme de su generosidad, no debería estar en su hogar, invadiendo su espacio, el tiempo que debería pasar con su hijo.— Si no dejas de fruncir el ceño te saldrán arrugas. — toco su frente y la angustia me invade, esto es lo más cerca que estaré de él.— Por si no lo has notado ya tengo arrugas, y si me salen más será por
Baltazar:Salgo de la mansión Bach y no sé qué cara tengo, pero definitivamente no es la mejor, ya que Gabriel me ve preocupado.— ¿Todo bien? — pregunta con cautela y yo solo asiento.— Hazme un favor, lleva a las niñas donde mi padre. — murmuro aun perdido en mi mente.— ¿Por qué? ¿Qué sucedió allí dentro?— … — el aire ingresa en mis pulmones, pero no sale palabra alguna, no puedo decir nada. — Nada de qué preocuparse, solo hazme ese favor ¿sí?Mi hermano se marcha aun con el rostro cubierto de preocupación, pero no puedo decirle nada de este maldito puto secreto, se suponía que solo lo sabían los involucrados, Lucero, Eros, Candy, Amir y el hermano mayor de Isabella, Juan José Scott, claro que él no es hijo de Eros, eso lo de
La culpa abarcaba casi todo su ser, mientras el poco restante de ella, sentía lastima de sí misma.Elizabeth sentía que tocaba fondo, pero ahora más que nunca, solo unas horas antes vio el cielo y disfruto del paraíso, pero ahora solo le quedaba la realidad y esa voz gritando en su cabeza diciéndole que había arruinado todo, como siempre.Mientras hacia su maleta, no podía evitar pensar que incluso aquella ropa que estaba empacando no era suya, sino que Mateo se la había regalado.— No tienes nada idiota.Murmuro para sí misma y es que aun recordaba cuando solo un par de años atrás había tomado coraje y le había planteado a Mariano la separación, lo único que consiguió aquel día fue la burla del moreno.— ¿Divorcio? Debes estar de broma. — rebatió y Eli tomo aire tratand
Elizabeth se esforzaba en controlar cada musculo de su cuerpo, mientras su cerebro aun trataba de procesar lo que estaba sucediendo, ella en verdad pensaba divorciarse de Mariano, algo que para muchos sería una situación sencilla, para ella no era el caso; el divorcio no era bien visto en su familia, menos luego de que su padre los abandonara, y aunque no los veía muy seguido, era todo lo que tenía luego de sus hijos, ella sentía que había defraudado a su madre, la cual tenía grandes expectativas en ella y su futuro, pero no fue el caso, Elizabeth sabía que había cometido un gran error, primero al embarazarse y luego al casarse, pero también sentía que reconocer aquello era lo mismo que despreciar a sus hijos, y eso era lo único bueno que había resultado de su matrimonio.— En que piensas— la voz de Mateo siempre seria su debilidad, Elizabeth lo idolatrab
Baltazar no tardó mucho en llegar al garaje y tomar el mercedes preferido de Mateo, en el fondo el joven aun deseaba enfadar a su padre de alguna forma, aunque debía reconocer que el empresario nunca fue condescendiente con él, ni cuando se hacía pasar por su tío, ni luego, cuando supo la verdad, Mateo siempre se mostró como lo que era, un ser frio.— ¿Damos una vuelta? — la melena castaña de Delfina se asomó por la ventanilla y antes que el peli azul pudiera negarse la joven ya estaba colocándose el cinturón de seguridad.— ¿Qué no deberías estar con tus abuelos? — indago con curiosidad y poniendo en marcha el automóvil.— La única que vale la pena de ellos, es abuela Patricia, los demás son… unos bastardos. — Baltazar se seguía preguntando que le llamaba la atención de Delf
Alfonso veía con censura a Elizabeth, mientras que los niños observaban a Mateo como si de un héroe se tratara.— Creo que esto es un problema familiar del cual usted no debería opinar. — dijo con altanería Teresa.— Creo que, al estar en mi hogar, es más que suficiente para intervenir. — el celeste de sus ojos brillaron y Elizabeth trago grueso, Mateo podía ser frio, pero nunca lo había visto de ese modo.— En ese caso lo mejor es que nos marchemos, niño recojan sus cosas y …— Tu no decides eso madre. — la voz le temblaba, nunca había desafiado a su madre, desde que su padre las había abandonado sabía muy bien lo que sucedía cada vez que así sea la cuestionaba, pero… ya no era una niña y más que los golpes que Mariano le daba no creían que su madre pudiera hacer m&aac
Baltazar.— Mis abuelos Matt y Melody se conocieron asesinando a personas, esa es la verdad, nunca se avergonzaron de lo que hicieron, ellos tenían ciertas reglas, no niños, no mujeres y debías darle una buena razón, y no es como que querían justificarse ante nadie, solo era el hecho de que les gustaba pensar que si lo mejor que podían hacer era asesinar, al menos se llevarían al infierno a los malos más malos. — no puedo evitar que una sonrisa se forme en mi rostro, eran mi orgullo, ellos no le temían a nada.— ¿Se llevarían? — la curiosidad en los ojos de Delfi, me incita a continuar, y descubro que ya no duele el pensar en ellos.— Ellos sabía que estaban condenados y eso no les daba miedo, porque sabían que estarían juntos en el infierno, es complicado. — claro que lo es, no somos normales, no le tememos a las co
Elizabeth.— De rodillas.Su orden debería molestarme, su voz asustarme, pues jamás lo había escuchado de esa forma, sin embargo, mis piernas lo obedecen, me hinco frente a él, quien hace una pequeña mueca, la sonrisa más oscura que le he visto.— Tal vez no te guste este lado de mí, pero tú eres la culpable de lo que soy. — su gran mano acaricia mi mejilla, mientras me advierte, debería sentirme ofendida que su acción se asemeje a la de un dueño acariciando un perro, pero, por alguna retorcida razón mi vagina se humedece. — Siempre has sido tu Elizabeth, en mi mente, en mi corazón, me has jodido entero aun antes de poder poseerte, y ahora… que al fin eres mía, no puedes culparme por lo que soy. — su mano sube por mi rostro hasta atrapar un manojo de cabello, el