Mateo casi no pudo dormir en toda la noche, ¿Cuándo fue la última vez que compartió su cama con alguien? Solo cuando era un bebé y eso lo sabía gracias a su madre Candy, que se encargaba de decir que él y Felipe solo dormían cuando compartían cuna, pero ahora no era el caso, estaba en medio de dos pequeños que, si bien no odiaba, tampoco era como que le tenía mucho aprecio, pues ellos eran sus obstáculos, esos que lo mantenían alejados del amor de su vida. Fueron largas horas en las que se dedicó a girar de un lado al otro, hasta que finalmente el cansancio lo venció.
— Deja de llorar o lo despertaras. —escucho un susurro y se abstuvo de gruñir.
— Es que tengo miedo. — susurro Nazareno, recordándole a Mateo el motivo por el que le había pedido a Macarena que abortara cuando supo de su embarazo, ser padre, li
Mateo camino tras Elizabeth, idiotizado por el bamboleo de su trasero y como cada vez que estaba en esa posición, no pudo evitar fantasear, era algo inevitable, soñar con acariciar ese grande y bien definido trasero, tomarla desde atrás, apoyarla contra la pared y levantar su falda lentamente, mientras sus manos recorrían sus nalgas, para que luego una de ella fuera al frente a rozar su perla, sentir la humedad entré sus labios y…— Hola Mariano. — la perdió de vista un segundo, el mismo que le tomo a ella ingresar a la habitación del inútil de su esposo.— Rayos, Eli, que horrible se ve eso, por favor cúbrete las piernas o vomitare. — los puños del empresario se cerraron al igual que la boca de Mariano al verlo aparecer tras Elizabeth.— Horrible se verán tus manos, creo que se achicharraron. — rebatió Mateo, con mirada fr
Baltazar queria golpear a esa joven, nunca había maltratado a una mujer, pero sentía que en esta ocasión lo mejor era una buena sacudida de ideas estúpidas y ver si con eso la razón regresaba a ella.— Escucha pedazo de… — se giró con furia apenas ingresaron en el amplio jardín, estaba más que dispuesto a no solo gritarle, también golpearla si era necesario.— No le digas a mi mamá, te lo suplico, por favor no lo hagas. — la joven ya no se veía altanera, mucho menos desdeñosa, ahora solo el terror bailaba en sus ojos.— ¿Tan mala es tu madre? — indago sin demostrar lo preocupado que estaba, tener una abuela como Candy, cambiaba mucho a los jóvenes de la familia, y como no hacerlo, el tipo de maltrato que su abuela había sufrido de niña era algo que nadie merecía.— Mi madre es
Mateo se mantuvo muy cerca de la mujer que siempre había amado, incapaz de así sea sentarse en otro sofá, prefirió que sus piernas se rozaran antes de alejarse así sea unos cuantos pasos, ahora más que nunca, había decidido que esa distancia que había colocado entre ellos al saber que estaba feliz mente casada, quizás, ya no era necesaria, porque podía apostar su inmensa fortuna que ella no estaba felizmente casada.— Creo que llego la hora de que me digas que fue lo que paso.— No lo sé, todo fue muy confuso, recuerdo que tome mi té de cada noche y…— No hablo del incendio Elizabeth y lo sabes. — la morena bajo la vista no podía ver sus ojos cargado de molestia y es que ella lo conocía con tan solo ver sus ojos, esos que en más de una ocasión la llevaron a soñar con él. — ¿Qu&eacu
Baltazar ingreso con una sonrisa socarrona, por el solo hecho de ver a la joven con el rostro rojo.— Lamento la espera, estaba buscando estacionamiento. — la joven solo apretó los puños y comenzó con las compras.Baltazar analizo cada uno de sus gestos, la forma en la que fruncia los labios al ver el precio de las cosas, como siempre buscaba lo más económico, y se apegaba a cada cosa que había en su lista, realizando compras no solo para sus hermanos, también para sus padres.— Deja de ver precios, mi padre no le cobrara nada a tu madre. — bufo al ver que llevaban más de tres horas en aquel lugar, ¿le gustaba hacer compras? No, lo odiaba.— No me interesa, sé que mi madre le regresara el dinero de todas formas, y se lo reintegrara con dinero, no con otra cosa. — dijo de forma defensiva y Baltazar sonrió, le gustab
Mateo tenía pensado hacer su jugada, quizás y no era necesario matar a Mariano, solo mostrarle a Elizabeth la clase de esposo que tenía y a sus hijos… hacerle ver que era preferible tener un padrastro amargado, que un padre inepto.Bajo de su Ferrari e ingreso en su mansión, solo para dar un paso atrás al escuchar los gritos.— ¡Feliz cumpleaños!Cuantas veces su familia lo había sorprendido, incluso cuando él se negaba a que hicieran así sea mención de su cumpleaños, como ya le había dicho a Elizabeth, con el tiempo y al ser compartido con sus otros cuatro hermanos perdía la gracia que le hicieran así sea un pastel, pero ahora, Mateo solo podía ver a Baltazar sonreír, con Nazareno en brazos, que no dejaba de aplaudir, mientras Santino arrojaba papeles dorados por todos lados, al igual que Bautista, y Eliz
Elizabeth:Veo la preocupación de Mateo, por mi persona, y mi corazón tiembla, no soy digna de ella, no soy digna ni siquiera de su amistad.Observo su espalda tan ancha, que combina a la perfección con su gran altura, y reprimo las ganas de suspirar, no puede ser que aun después de tanto tiempo, mi corazón se acelere por solo tenerlo cerca, y que decir de mi cuerpo, si por solo sentir su agarre cada célula de mi tiembla, esto está mal, yo estoy mal, soy una mala persona por aprovecharme de su generosidad, no debería estar en su hogar, invadiendo su espacio, el tiempo que debería pasar con su hijo.— Si no dejas de fruncir el ceño te saldrán arrugas. — toco su frente y la angustia me invade, esto es lo más cerca que estaré de él.— Por si no lo has notado ya tengo arrugas, y si me salen más será por
Baltazar:Salgo de la mansión Bach y no sé qué cara tengo, pero definitivamente no es la mejor, ya que Gabriel me ve preocupado.— ¿Todo bien? — pregunta con cautela y yo solo asiento.— Hazme un favor, lleva a las niñas donde mi padre. — murmuro aun perdido en mi mente.— ¿Por qué? ¿Qué sucedió allí dentro?— … — el aire ingresa en mis pulmones, pero no sale palabra alguna, no puedo decir nada. — Nada de qué preocuparse, solo hazme ese favor ¿sí?Mi hermano se marcha aun con el rostro cubierto de preocupación, pero no puedo decirle nada de este maldito puto secreto, se suponía que solo lo sabían los involucrados, Lucero, Eros, Candy, Amir y el hermano mayor de Isabella, Juan José Scott, claro que él no es hijo de Eros, eso lo de
La culpa abarcaba casi todo su ser, mientras el poco restante de ella, sentía lastima de sí misma.Elizabeth sentía que tocaba fondo, pero ahora más que nunca, solo unas horas antes vio el cielo y disfruto del paraíso, pero ahora solo le quedaba la realidad y esa voz gritando en su cabeza diciéndole que había arruinado todo, como siempre.Mientras hacia su maleta, no podía evitar pensar que incluso aquella ropa que estaba empacando no era suya, sino que Mateo se la había regalado.— No tienes nada idiota.Murmuro para sí misma y es que aun recordaba cuando solo un par de años atrás había tomado coraje y le había planteado a Mariano la separación, lo único que consiguió aquel día fue la burla del moreno.— ¿Divorcio? Debes estar de broma. — rebatió y Eli tomo aire tratand