El teléfono sonó Artemis corrió para atenderlo, pero el detective Rodrigo Díaz detuvo en seco al pelinegro.
—Escuche Lombardi ya sabe cómo actuar, trate de extender la conversación lo más que se pueda de eso dependerá que ubiquemos a los secuestradores.Tomó el teléfono. —Diga.—¿Está solo? —preguntaba la persona al otro lado de la línea.—Si. —Se limitó a responder el pelinegro.—Ya usted sabe para que lo estoy llamando, no iré con rodeos. —Respondió la burlesca persona de la llamada.—¿Cuánto quiere? —preguntó Artemis sin rodeos, faltando a lo que él oficial Díaz le había pedido.—¡Perfecto! —respondió el secuestrador con una sonrisa hilarante—, así me gusta diligente y predispuesto.—Solo dime ¿Cuánto quieres? —musitó Artemis arrastrando las palabras.—veinte millones de dólares y listo. —respondió el secuestrador con burla.—Quiero hablar con mi hija. —Exigió Artemis.—NSentía sus manos heladas, su corazón latía acelerado en unos minutos llegaría el momento de hacer la entrega, para que el intercambio se llevase a cabo.—Ya está pesadilla está por terminar mi niña, pronto estaremos en casa. —Miró el reloj en su muñeca, la hora de la entrega ya había llegado. Tomó una sudadera negra se la colocó, era la prenda con la que los secuestradores le iban a identificar. Luego se hizo con el maletín donde estaba el dinero. Bajó del auto con maletín en mano, debía esperar en un parque público sentada en una banca que los secuestradores habían marcado. Llegó al sitio a la hora acordada miró a los lados y nada ocurría, ya habían transcurrido al menos cinco minutos y no había ningún tipo de señal. —Ya es más de media noche ¿Por qué no vienen? —se sentó en la banqueta posó el maletín en sus piernas recostando sus rodillas encima de este—, algo está mal ya deberían estar aquí, ya tengo su maldito dinero. —Dijo frustrado al ver que los minutos transcurrían. El
—Entonces aún no han podido hacer nada. —No y lo peor es que ya Ángela parece otra persona, no es ni la sombra de lo que fue y su aspecto me preocupa está pálida, apenas y prueba bocado... Cole está delgadisima, mi amiga está sufriendo tanto. —Las lagrimones empaparon las mejillas de la castaña consideraba a Ángela una hermana y a la pequeña Emily una sobrina y le partía el alma está situación. —Si Zoe te entiendo yo aprecio mucho a Angie y es inevitable sentirse así, ella es una chica tan dulce y buena y no merece esto y la niña menos, es solo una criatura inocente —tomo las manos de la castaña entre las suyas y besó con delicadeza sus nudillos—, todo esto en un tiempo solo será un mal recuerdo linda no me gusta verte llorar, en este momento tú y las demás deben darle valor a Angie. —¿Me acompañas un momento a verla? creo que no es bueno que esté sola me gustaría verla, ayudarla en lo que pueda. —Esta bien dame unos minutos, me cambio, hago
El frío comenzaba a entumecer mi cuerpo, la chaqueta que tenía la usé para abrigar a Emily tenía alrededor de una hora y desde hace poco la temperatura comenzó a bajar considerablemente, lentamente un entumecimiento comenzaba por todo mi cuerpo «debo salir de aquí» pensé al borde de la desesperación.—Mami tengo frío, quiero salir de aquí, me duelen las manos. —Se quejó la niña tiritando de frío. —Calma cielo saldremos de aquí lo prometo. Puse a Mily en medio de unas cajas de licor, intenté abrir la puerta pero en ese lugar no había nada que me fuese de ayuda para abrir esa puerta. —¡Abran por favor! —golpeaba pero era inútil nadie venía a abrir la jodida puerta—, por favor abran la puerta. Golpeaba con más fuerza estaba desesperada, Emily estaba fría sus labios se estaban poniendo azules, volví con mi niña para darle calor. •••Llegó al lugar donde Ángela le había dado la ubicación en el estacionamiento logró identificar el auto de su esposa, la llamó pero no hubo respuesta entró
—Señor ¿Por qué estamos aquí? —inquirió un hombre mayor de traje negro. —Viejo Albert no te preocupes, el venir aquí es parte de mi plan. —No le entiendo señor, Ryan dijo lo mismo, pero no entiendo cómo esto puede funcionar, este lugar solo ha traído desastres. —El desastre de este lugar se llamaba Luciano Lombardi y gracias al resentimiento de una mujer despechada y herida comenzó a tejerse la venganza perfecta para que la sangre Lombardi corra. —Esto no terminará bien señor, no es bueno cobrar venganza. —Acotó el anciano en tono preocupado, tenía un mal presentimiento de lo que iba a suceder en ese lugar. —Luciano Lombardi fue un traidor y creyó que esto se podía volver algo que podías barrer y dejar bajo la alfombra y fingir que nunca existió. -Flashback-Frederick Cruz era un hombre ambicioso, era bien sabido por todos a que se debían sus negocios, además el hombre no se molestaba en ocultarlo. <
—Artemis.Llamó a su hermano, no esperó la orden que este le haría para llegar al laboratorio abandonado.—¡¿Que mier...?!—Al carajo tu señal Artemis no te voy a dejar solo en esto. —Espetó el rubio saliendo de su auto.Se adentró a la vieja fábrica, antes de salir había esperado una orden pero su paciencia e incertidumbre le ganaron, para helios la paciencia no era su din más destacado. —Helios ¿Tan difícil era esperar? —cuestionó Artemis frustrado por la imprudencia de su hermano menor.—Ya déjate de estupideces esa gente no está para tus planes, no les temblará el pulso a la hora de dejar tu cuerpo lleno de agujeros. —Soltó el rubio sin delicadeza. Ignorando a su hermano se acercó a la puerta del edificio principal, la estructura se veía deteriorada por el incendio y el pasar de los años.El pelinegro murmuró unas maldiciones molesto por la imprudencia de Helios, siguió al rubio hasta la entrada.—¿Supiste lo que pasó aquí?—Según se fue un accidente. —Respondió Artrmis la pregun
Tabita tenía a Artemis apuntado mientras corría Al escuchar el grito de Ángela, el pelinegro salió en su búsqueda. —No lo harás. —Helios tomó a la rubia por sorpresa, inmovilizandola para quitarle el arma. —¡Quítame las manos de encima imbécil! —Hasta crees. —Respondió Helios afianzando su agarre con Tabita. Un disparo hizo que el rubio soltara a Tabita. La rubia se alejó rápidamente al sentir el peso del hombre sobre su cuerpo. —¿Lo mataste? —musitó Tabita con sus ojos abiertos como platos. —No importa ahora vamos, de lo contrario moriremos carbonizados aquí. —Pero Eddi el dinero no podemos irnos sin el dinero Frederick...—¡Al carajo Frederick y el dinero si no quieres morir aquí muévete no tenemos mucho tiempo! —Bramó Edward irritado por la ambición de Tabita. —Si salimos sin el maletín Frederick nos matará genio. —Frederick mandó a su hijo a incendiar este lugar ¿Enserio crees que le importa el dinero? —Pero... —¡Carajo Tabita vamos no hay mucho tiempo! —gritó Edwar
Se preguntaba ¿Cómo explicar a los pequeños lo que le pasaba a Helios? Los niños insisten mucho y preguntan donde estaba su padre. —Helios. —Susurró la pelinegra recostando su espalda en la fría pared del pasillo del hospital.—Gabrielle. Alzó la mirada buscando a la persona que le habló. —Señora Valentina. —Musitó sin ánimos. —Hija descansa llevas toda la noche y parte del día en esto...—No me iré. —Respondió la pelinegra decidida. —Los niños está mañana me preguntaron por ti y por Helios, están preocupados, los mellizos están pequeños pero aún así preguntan pero Selene ya es más grande y no para de preguntarme por su padre, anoche se quedó en tu cama. —Sol...—Solecito es una niña muy madura —dijo la pelirroja esbozando una sonrisa de boca cerrada—, creo que tú cómo psicóloga podrás explicarle a los niños y en especial a Selene, lo que está pasando con Helios la niña no para de hacer preguntas
El amanecer estaba próximo dormía tranquilo y eso me calmó mucho Artemis a pesar de nuestra conversación de anoche no dejaba de sentir culpa, descansaba su cabeza en su cálido pecho, sus latidos lograban aún después de tanto tiempo llenarme de una paz infinita paz, una paz que en este momento de verdad necesitaba aunque sea solo un momento. Intenté levantarme con cuidado de no despertar a Artemis, cuando ya estaba por salir de la cama, unos fuertes brazos me tomaron de la cintura haciéndome volver a la cama. —¿A dónde pensabas ir? —Pensé que dormiría un poco más mi príncipe helado. —Dije con coquetería. —Aún no respondes mi ángel. —Primero iré a ver a nuestra pequeña Lara, ya debe tener hambre, luego me ducho para irme al hospital hoy dan de alta a Emily y quiero estar con Gabrielle no quiero dejarla sola en un momento así. —Tienes razón yo iré contigo. —Pero Artemis...—No Ángela, no me pidas que me quedé aquí yo debo estar con mi hermano, también. —Entiendo, bueno en una hor