Capitulo 25.

Las horas pasaban, mi impotencia y mi rabia iban, en aumento no sabía dónde estaba mi hija, y tampoco ayudaba el hecho de literalmente no tenía como demonios pagar un maldito abogado decente, la frustración me dominaba.

—Así no solucionare y definitivamente, debo encarar aquel canalla. —Tomé mi chaqueta y me disponía ir a la mansión de aquel mentiroso, pero mi mamá Rebeca me detuvo en el acto.

—¡Ángela Mendoza! —gritó la mujer tomando a su nieta de su antebrazo—, ¿A dónde piensas ir así de alterada? Hija espera...

No la dejé terminar estaba que no me calentaba ni el sol.

—¡¿Esperar qué Rebeca que aquel tipo se quede con mi hija definitivamente, o mientras yo sigo acá sin hacer nada mi niña está en quien sabe dónde, asustada rodeada de gente extraña?! —no quería subir la voz a mi mamá Beca pero no en ese momento no era yo.

—Isabel ¿Qué hacemos? Ángela no está actuando con cabeza fría, podría cometer cualquier locura.

Miró a su madre de reojo y sabía que tenía razón, pero como
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