— ¿Piensas decirme de una vez por todas que te pasa, ojitos de luna?Evito mirarle porque sin duda mis ojos oscuros hablan con mucha facilidad.—Quería verte —lo que es verdad—. Acaso una nieta no puede sentirse necesitada de afecto. ¡Qué egoísta eres, Patrick!Gesticulo con una mano y refunfuño con un gesto de fastidio en el rostro.— ¡Egoísta mi trasero! —gruño—. A ti te sucede algo, Agy. Yo lo sé.Siento un profundo alivio al ver que mi abuelo ya ha dejado a un lado su estado lúgubre de antes. Comió todo el desayuno, tomo sus medicamentos e incluso fue a su sesión con el fisioterapeuta que lo atiende exclusivamente. Ya es casi mediodía y no tengo ánimos de marcharme, siento miento de dejarlo y que vuelva a lo de antes.Tampoco tengo ganas de lidiar con la realidad y con el desagradable humor de mi mamá.— ¿Tanto me conoces? —me acomodo mejor sobre la banca de hierro forjado del jardín. Varios abuelitos pasean por los alrededores disfrutando de la calidez de los últimos rayos de sol
Tomo un poco de agua mientras salgo fuera del set de grabación. Al fin hemos terminado de firmar la campaña publicitaria para el nuevo perfume de la marca asociada con Úrsula Krantz. Me siento agotada, pero bastante satisfecha con los resultados. Sé que muy poco me gusta admitirlo, pero creo que nací con un don innegable para transmitir emociones y es algo que he aprendido amar con el paso del tiempo.—Esta campaña debía ser para mí —disperso mis pensamientos y veo la silueta de Nina esperando por mí en el camerino donde me han estado arreglando toda la tarde—. Pero como siempre, Úrsula ama ser una perra conmigo.Viene con ropa deportiva y la cara lavada, una gorra y el pelo rubio suelto alrededor. Hermosa como siempre.—No sigas lloriqueando por esa estupidez —la reprendo dándole un abrazo y un beso en la mejilla—. ¿Cómo estás?Detallo su rostro y no hay ojeras ni rastros de llanto; me sonríe descaradamente.—Fabulosísima como siempre, ¿no me ves? —da una vuelta sobre si misma—. Han
Si de algo estoy segura en la vida, es que mi cuerpo no fue hecho para el ejercicio. Y de las pocas cosas que agradezco a Úrsula es el haberme heredado los genes de su familia. Tengo una buena complexión física y mi metabolismo es acelerado, cosa que facilita muchísimo mi vida como modelo. Obviamente si hago rutinas de ejercicio para tonificar algunas zonas de mi cuerpo, pero nada que ver con el tipo de entrenamiento al que se somete Nina; ella es adicta a entrenar.—Mírame, parezco un adefesio —me quejo al ver mi aspecto en el espejo largo que hay en el baño del gym.Estoy enrojecida, con el pelo revuelto y sudada de forma muy repugnante. Hay manchas de sudor en toda mi ropa. Me duelen las piernas, incluso las nalgas. No sé siquiera si estando así de dolorida podré disfrutar de mi cena con Kenneth.—Estas on-fire —hace un barrido rápido a mi reflejo—, así que deja de lloriquear como nena malcriada. Te hice un gran favor. ¡Mira tú trasero! Luce más firme.La fulmino con la mirada, apo
—No puedo creer que te veas tan jodidamente bella vestida así, aun teniendo el pelo mojado.Sonrió satisfecha viendo mi reflejo en el espejo del vestuario del gym. Llevo la mi ropa con que salí esta mañana de casa: conjunto de pantalón y chaqueta blanca, entallada perfectamente, top de color rojo marino y zapatos de tacón del mismo color.—Es una de las pocas cosas que debo agradecerle a Úrsula —tomo mis aretes de oro blanco, ajustándolos a los lóbulos de mis orejas.—Si Úrsula no fuera una perra fría e insensible, casi podría decir que sería una suegra genial —la veo de reojo como acomoda su pantalón.— ¿Suegra has dicho? —Detengo mis manos y la encaro—. Eso quiere decir ¿que tú y mi hermano ya son novios?Ella también detiene lo que hacía y me ve con una mezcla entre la sorpresa y la duda.—Yo no dije eso —evade viendo a otro lado; en las duchas hay dos chicas del medio. Una de ellas la conozco de la televisión, creo que es comentarista de deportes, la otra me resulta familiar pero
— ¿Qué pasa? —Inquiere Kenneth, soltándome y parándose a mi lado; su mirada gris alterna entre Nina y yo—. ¿Piensan quedarse congeladas como estatuas todo el rato?Parpadeo y reacciono recordando donde estamos; Nina está en las mismas que yo, recuperándose de la primera impresión de haber conocido a mi ángel de ojos grises.Creo que es el efecto Lawler.—Lo siento, nos tomaste desprevenidas —comienzo a decir con torpeza y le tomo la mano apretándola, luego me acerco mucho más y dejo un corto beso en su mejilla—. Hola, ángel.Mi rostro está a centímetros del suyo; me mira con algo de reproche y enarca de forma muy pronunciada una de sus cejas, apuntándose los labios.— ¿Pensé que querías besarme, princesita? —cuestiona algo decepcionado, hace un puchero; lejos de verse tierno, luce sexy y provocativo.Me rio de él y niego con la cabeza.—Ven, deja presentarte —lo tomo del brazo y mis dedos cosquillean ante el contacto de nuestras pieles; como si electricidad fluyeran entre nosotros—. E
—Estas muy callada, princesita. ¿Te sucede algo?Mantengo mi vista en el paisaje nocturno que se difumina en el cristal del auto debido a la velocidad con la que Kenneth conduce su auto.—A personas como yo siempre nos suceden cosas —lo miro de reojo y suspiro—. Estoy bien, solo un poco cansada —admito con voz pausada.—Si quieres podemos dejar esta salida para otro día —me mira cuando el auto se detiene en un semáforo en rojo—. Puedo entender que estés cansada.Sonrió y niego con la cabeza.—Deseo pasar algo de tiempo contigo —susurro pegando mi cabeza del cabezal del asiento.Me acaricia con dulzura una de mis mejillas.—De acuerdo —acepta y sonríe—. Aunque se escuche un poco egoísta, yo también tengo muchas ganas de pasar tiempo contigo, muñeca —me guiña un ojo y vuelve su atención al frente; el semáforo ha vuelto a verde.Lo observo mientras maneja y me quedo sin aliento al detallar lo apuesto que se ve esta noche; por la pequeña disputa que tuvo con Nina y luego el beso, no tuve
Un camino delimitado por antorchas encendidas es lo primero que veo y ya con eso estoy más que sorprendida. Miro a Kenneth junto a mí, él sonríe y con un movimiento de cabeza me invita a recorrer los cortos trayectos juntos, abrazados. Mi pecho vibra con las palpitaciones de mi corazón y mis ojos pican con lágrimas de pura emoción. Quiero gritar de emoción. Cuando el sendero de antorchas llega a su fin, nos recibe una pequeña churuata cubierta de sábanas blancas que ondean con el viento y dentro hay una manta roja extendida y rodeada de muchos cojines de distintas formas y tamaños, pétalos de rosas blancas esparcido por cada rincón. Hay una mesa baja dispuesta con platos, copas y demás utensilios para una comida y en una esquina hay una cava, también una cesta de picnic.— ¿Cuándo preparaste todo esto? —pregunto muy impresionada de estos detalles.Kenneth sonríe como un bribón.—Digamos que hoy salí temprano de trabajar —se encoge de hombros.—Te quedo muy bonito —admito con una peque
Si esto es la felicidad plena, entonces quiero vivir eternamente así; sintiendo la plenitud entre sus brazos, sintiéndome amada. Y no es que sea un estado de dependencia emocional, se trata de poder elegir estar donde me siento feliz. Porque mi verdadera dependencia siempre ha sido al desapego y el desamor de mi madre. No recordaba lo que era vivir de otra forma, sentirme realmente amada y libre hasta que me descubrí en los brazos de Kenneth.— ¿No tienes hambre, muñeca? —pregunta Kenneth acariciándome los pechos desnudos. Hemos hecho el amor una vez más y aún seguimos lánguidos de placer, desnudos sobre la manta que ahora es un desastre.No siento vergüenza de esto, tampoco miedo de que alguien nos haya visto y mañana estemos reseñados en la portada de miles de revistas. Solo me importa el ahora y que me siento feliz.—La verdad es que no tengo —admito viéndolo a través de mis parpados, mi cabeza reposa más debajo de su pecho, casi cerca de su estómago por lo que escucho claramente e