Sigue lloviendo y de inmediato me empapo de pies a cabeza y por primera vez siento que la lluvia no esta tan mal porque al menos me permite disimular mi llanto. Veo a ambos lados de la calle y dudo. ¿Adónde puedo ir? No tengo amigos, solo Nina y dudo mucho que ella pueda ayudarme ahora mismo. Tapo mi rostro con mis manos y grito con fuerza echando a correr sin rumbo. No miro nada a mí alrededor, todo es un simple borrón que pasa a la velocidad de mis pasos. Corro tan rápido como puedo mientras sigo llorando y mi mente comienza a destruirme con pensamientos dolorosos sobre Kenneth, sobre mi padre, sobre toda mi miserable vida. La lluvia no para y para cuando mis pulmones protestan por oxígeno, me doy cuenta de que estoy en el Fitzroy Gardens, donde se encuentra la casa más antigua de toda Australia.—Agatha.Me giro sobre mis pies húmedos al escuchar mi nombre tras de mí y no me sorprende encontrar a Mike tan empapado como yo.— ¿Por qué me tuteas, irrespetuoso? —Le riño alzando la voz
Un hueco se abre en mi estómago al conocer al fin a esta mujer por la cual conocí aquella tarde a Kenneth. Ella se incomoda al ver que no le devuelvo el gesto y torciendo la boca, retira su mano.—Kenneth, ¿se encuentra aquí? —Insisto en lo que me interesa y ella se encoge de hombros.—Eh, sí. Esta es su casa —dice sin más y vacila un segundo—. Pero no estoy segura de que puedas hablar con él ahora.— ¿Por qué no?—Porque él está un poco indispuesto en este momento —ambas miramos hacia en el interior de la casa cuando se oye el sonido de algo rompiéndose.Liza se olvida de mi presencia y corre dentro para ver qué sucede; yo voy detrás. Me sorprendo mucho al ver a Kenneth empinándose una botella de algún licor, bebiendo su contenido como si se tratara de agua mientras varias gotas le resbalan por la barbilla hasta rodar por su cuello. No puedo asociar a la persona que veo con el mismo hombre que creía conocer una semana atrás. Su rostro luce demacrado por las grandes ojeras que hay baj
—Llévame contigo, lejos de aquí —es lo primero que digo al encontrarme con Mike cruzado de brazos, recostado de su viejo auto.Me mira confundido, pero asiente.— ¿Estas bien? —Me pregunta mientras me abre la puerta y un sabor amargo se hace presente en mi paladar.Estoy comenzando a odiar esa maldita pregunta.—No, no lo estoy —lo miro indiferente ante su preocupación por mí—. Y creo que nunca más estaré del todo bien.Termino de subirme al asiento de copiloto, cierro la puerta sin su ayuda y me pongo el cinturón mientras él reacciona y corre a su lugar. Mi asiento se siente húmedo y mi ropa igual, pero ya ni siquiera eso me interesa. Necesito dejar de sentir, no quiero pensar en nada.— ¿Quieres que te lleve a tu casa? —Escucho el motor del auto al ser encendido y me arrellano contra el asiento, negando.Lo miro de reojo tomar el volante para empezar a conducir; soy tan tonta que me doy a la tarea de mirar una última vez hacia la entrada del edificio donde vive Kenneth.—Necesitas c
No logro conciliar el sueño, eso es un hecho.Por más que intento cerrar mis ojos, veo lo que hay en mi interior y es peor que la realidad; y me duele, me duele mucho que ni siquiera en sueños pueda escapar. Miro hacia el techo con algunas manchas de humedad y me recuerdo que este no es mi lugar, no pertenezco aquí… ni a ningún lado.Me giro sobre la cama de Mike, que al menos se siente cómoda y al estar de costado, lágrimas silenciosas ruedan por mi sien. No tengo la menor idea de la hora que es ni cuánto tiempo ha pasado desde que fingí tener sueño para poder revolcarme en mi dolor en paz. Mike se ha quedado en el sofá y es algo que me hace sentir un poco culpable, esta es su casa y yo he llegado para incomodarlo con mi presencia.Sé que no voy a dormir esta noche y es mejor que lo acepte.La imagen de ese Kenneth roto y derrotado atormenta mis recuerdos; la impresión de ver cómo había rapado su hermoso cabello negro fue algo que me golpeo fuerte, pero no por eso me conduelo de él.
Ha llegado el gran día para la casa de modas Krantz. Hoy después de tres semanas de trabajo arduo y estresante, el mundo conocerá la nueva colección de verano diseñada por Úrsula Krantz. Y el costo para llegar a este momento no ha sido poco, muchos se han quedado en el camino, despedidos y humillados por no cumplir con las exigencias narcisistas de mi madre. Me sentí tan frustrada al no poder hacer nada por ellos, pero ¿Cómo podría? Yo ni siquiera era capaz de hacer algo por mí misma.Siempre he sido una cobarde.Estas tres semanas han sido como una especie de bucle que se repite una y otra vez, como si mi vida hubiera entrado en un modo automático donde actuó por inercia. Y de alguna forma agradezco que el escándalo del video sobre mi madre haya desembocado en más publicidad para la casa de modas, es algo que la tiene feliz. He perdido la cuenta de cuentas sesiones y campañas publicitarias he protagonizado en estas semanas, y en parte ha sido algo bueno para mí porque gracias a ello
Nunca pensé que volvería a ver a Kenneth Lawler tan pronto, mucho menos fundido entre las personas que asistieron al desfile de la casa de modas Krantz. Llevo dos horas encerrada en mi habitación intentando procesar lo que descubrí esta noche, y cada conclusión a la que llego es peor que la anterior; quiero convencerme de que todo lo que ocurrió luego fue solo producto de mi torcida y atormentada imaginación.— ¡Agatha, abre la maldita puerta!Miro entre la penumbra hacia la puerta, sobresaltada por los gritos coléricos de mi madre y veo a un lado del piso, hecho nada, el vestido dorado y suntuoso tan falso y superficial como mi vida. Me parece tan insípido, tan corriente; y recuerdo el comentario de Sophie Pratt: “Tu madre es grandiosa, no lo pongo en duda, pero más allá de lo grandioso que son sus diseños, su éxito también se debe a las bellas mujeres que representan su marca. Son ustedes quienes le dan visibilidad y vida.” Fui yo quien hizo lucir el vestido con mayor esplendor del
He tomado una decisión y creo que por primera vez en mi vida adulta, es la decisión más acertada y firme. La brisa de la mañana se siente fría sobre mi piel mientras los colores del amanecer tiñen el cielo, estoy de pie a las afueras de mi balcón admirando con mucha conciencia el paisaje que siempre estuvo ante mis ojos; es la última vez que lo veré en mucho tiempo. El jardín de la mansión y sus alrededores está plagado de vigilancia que Úrsula ordeno redoblar, la presión mediática le ha explotado en las narices y no creo que unas simples disculpas la libren de todo lo que viene para ella.No me da gusto su situación, pero creo que el karma existe; cada quien recibe lo merece. El que siembra vientos cosecha tempestades y ella lo hizo sin remordimientos por muchos años.Saboreo el café que Scarlett me ha traído hace unos minutos y sonrió ante la calidez de la bebida y de lo bien que me hace sentir, es como la bebida de antesala hacia la libertad. Gato maúlla desde mi cama un tanto conf
Me despierto sobresaltada una vez más a mitad de la noche; ya van cinco veces esta semana desde que llegue a Londres. Las pesadillas sobre Kya, Kenneth y mi madre se han vuelto recurrentes y tan reales que no me sorprende palparme las mejillas llenas de lágrimas mientras mi corazón palpita de prisa.—Pesadillas de nuevo —no me sorprende encontrar en la oscuridad la silueta de Nahúm apoyada en el marco de la puerta de mi habitación; esta se ha convertido en nuestra rutina.—Lo siento, no lo puedo controlar —me disculpo cuando él enciende la luz y viene hacia mí, quedando sentado en una esquina del colchón.—Creo que podría acostumbrarme a tus gritos, pero —intenta bromear cuando se le escapa un bostezo—… no creo que sea conveniente para mis pacientes del hospital.Bajo la mirada, apenada por ser esta persona que ahora estorba en su vida. Nuestra relación no es la más familiar, no se siente como lo normal entre hermanos, pero ambos lo estamos intentando.—Nahúm, yo podría buscar un apar