Milagrosamente, el cuarto de Nina se encuentra intacto; a diferencia de su sala y cocina. La he seguido hasta aquí con la esperanza de que ella pueda contarme con sinceridad que ha sucedido para que su casa este sumida en el caos.Pero lejos de hablarme como insumo, se mantiene en absoluto silencio sentada frente a su tocador mientras cepilla con calma y suavidad su melena rubia, sus ojos azules parecen perdidos en el reflejo de ella misma; como si quisiera evadirse.Una sola vez he visto a Ninoska en un estado tan inestable y taciturno; fue el día que la conocí.—Nina —la llamo, sentada al pie de la cama; precavida. Ella parece no escuchar mi voz—. Nina —vuelvo a intentar obteniendo el mismo resultado—. ¡Ninoska!Termino por gritarle y ella al fin parece regresar al presente.— ¿Qué pasa? Te estoy escuchando —dice, ambigua; con su ceño fruncidoNo ha dejado de cepillar su cabello ni un segundo; a pesar de que hace rato que su pelo parece brillar, al fin seco.—No, no me estas escucha
10 años antes…—Úrsula, cariño. ¿Has visto a Gigi?—Pensé que estaba contigo en la playa.Me tapo la boca por miedo a que alguno de mis padres pueda descubrir mi pequeño escondite; he encontrado una puerta secreta en la base de las escaleras que llevan a la segunda planta de la casa.—Seguramente esta con Jared por ahí —asomo mi cabeza por la rendija que queda entre la puerta y el marco y veo como mi madre se abraza al torso de papá.—No, no esta con Jared —explica mi padre, rascando su nuca; parece preocupado—. Jared fue a dar una vuelta por la ciudad con unos chicos de la casa vecina.—Entonces debe estar escondida en algún lugar de la casa, ya sabes que le gusta explorar —sonrió para mis adentro; mamá me conoce demasiado bien—. Tranquilo, mi amor. Este lugar ha sido seguro por años, Gigi está bien.Me asomo de nuevo con cautela y alcanzo a ver como ellos se besan en la boca con mucha devoción; siempre he creído que mis padres son la pareja perfecta.—No creo que eso siga siendo así
— ¡Eres esa niña que ha salido en la prensa los últimos días! —digo emocionada con intención de acercarme.— ¡No te muevas! —grita histérica y nerviosa—. No quiero que te acerques, por favor.—Pero… todos han estados buscándote —titubeo y miro nerviosa hacia la carretera—. ¿Dónde estuviste?¡Por favor, que alguien pase por aquí!—Me escape de las personas que me secuestraron —dice con algo de vacilación y mira hacia abajo; sus ojos acuosos parecen dudar.— ¿Quiénes te secuestraron? —había miles de preguntas que quería hacerle en ese momento—. ¿Fueron las mismas personas que asesinaron a tus papás?Se le escapo un sollozo y meneo la cabeza como si quisiera borrar sus recuerdos.— ¡Son malos, ellos nunca me quisieron! — comenzó a decir perdida entre el llanto y sus pensamientos—. ¿Para que volvieron? Yo amaba a los señores Bianchi, ellos fueron tan buenos.Sus palabras salen de forma atropellada.— ¡Déjame ayudarte! —digo desesperada, al verla tan perdida y desolada—. Mis padres son ric
—Si yo hubiese muerto ese día, todo habría sido más fácil.— ¡No repitas esa estupidez nunca más! —la reprendo con un grito.Me incorporo hasta quedar sentada sobre el colchón; su mirada parece perdida mientras sigue viendo las estrellas adheridas a su techo. Sus ojos azules lloran en silencio, ahogándose en lágrimas contenidas.Odio verla así de rota.—Ninoska, por favor, habla conmigo. Cuéntame que esta sucediendo para que estes en este estado —le pido poniendo una mano en su pierna.Su mano va a la mía; sosteniéndose.—Aquel día en la estación de policía de Brisbane no dije toda la verdad. Yo mentí —frunzo mi ceño y siento como con su dedo comienza a dibujar círculos en mi piel.— ¿Con respecto a qué? —la miro sintiendo como mi pecho se llena de inquietud.—Sobre las personas que asesinaron a los Bianchi —contengo el aliento; aprieto su pierna—. Y ahora yo puedo ser vista como su cómplice.— ¡Que tonterías dices, Nina! —la reprendo con mi mirada oscura, aunque no me vea—. Tú amabas
Desde que volví a casa, los recuerdos del pasado no se han detenido. Hablar con Nina, saber lo que le sucede y la raíz del problema, sin duda me ha dejado perturbada, inestable y muy asustada.Siempre creí que para mi amiga la vida después del día que la salve, se había vuelto más fácil. Obviamente, fui una adolescente muy ilusa que le gustaba ver la vida color de rosa y perfecta. Pensaba dentro de mi inocencia que, si yo era feliz, los demás también lo eran.Un año después de lo sucedido con los Bianchi, me di cuenta que la vida no era tan fácil como creía.9 años antes…—Papi, crees que pueda visitar más seguido a Nina —aprete su mano que sujetaba la mía para llamar su atención. A pesar de que mi voz era chillona, el sonido de las olas del mar opacaba mi voz.Nuestras vacaciones este año habían sido las más perfectas de toda nuestra vida; bueno, no por completo porque Nahum nunca estaba con nosotros, al menos no desde hace dos años.—La quieres mucho, ¿verdad? —me sorprendió su preg
— ¡Toc-Toc! ¿Puedo pasar?Giro mi cabeza hacia la puerta de mi habitación y me encuentro con el rostro de Jared asomando al interior.Sonrío y asiento.Regrese mi atención al tocador donde mis productos de maquillaje están esparcidos por toda la superficie; cojo un pincel y algo de sombra azul para comenzar a colorear mis parpados.— ¿Qué está mal contigo, Gigi? —Lo veo de refilón parado detrás de mí.— ¿Por qué me preguntas eso? —finjo estar concentrada en mi ojo mientras espero una respuesta.Pone sus manos en mis hombros desnudos gracias al top celeste que llevo puesto..—Llevas dos días muy extraña —aprieta suavemente su mano contra mi piel—. Desde que viste a Nina, luces perturbada, cohibida… no sé ni cómo explicarlo. Incluso Úrsula noto tu cambio.—A Úrsula no le importa lo que pase conmigo, solo que estando tú aquí, ella debe fingir ser una buena madre —siento sus ojos verde clavados en mi a través del espejo, pero yo continuo aplicándome sombra en los ojos—. Te aseguro que es
Me mantengo quieta bajo el marco de la entrada no sé por cuanto tiempo, cruzada de brazos y en silencio observo a mi abuelo sobre su silla de ruedas viendo el exterior por los ventanales de su habitación; la cual, se encuentra inundada por raudales de luz solar. Su cama esta tendida, todo en un orden casi perfecto a excepción de una baraja de naipes que esta tirada sobre la alfombra, algunas cartas se encuentran rotas en varios trozos.Patrick sabe que estoy aquí de pie, pero no me mira, no habla. Solo observa su entorno en silencio, como si las palabras dolieran tanto como para ser pronunciadas. Es su forma de vivir el duelo de la perdida y lo respeto; no pienso incomodarlo sino recordarle que cuenta conmigo, que estoy aquí para ser su hombro donde llorar como él siempre lo ha sido para mí.—Buenos días —saluda una enfermera demasiado joven para un trabajo como ese—. He venido a traer el desayuno al señor Krantz y sus medicinas.Me hago a un lado dejándole entrar y asiento.—Muchas g
— ¿Piensas decirme de una vez por todas que te pasa, ojitos de luna?Evito mirarle porque sin duda mis ojos oscuros hablan con mucha facilidad.—Quería verte —lo que es verdad—. Acaso una nieta no puede sentirse necesitada de afecto. ¡Qué egoísta eres, Patrick!Gesticulo con una mano y refunfuño con un gesto de fastidio en el rostro.— ¡Egoísta mi trasero! —gruño—. A ti te sucede algo, Agy. Yo lo sé.Siento un profundo alivio al ver que mi abuelo ya ha dejado a un lado su estado lúgubre de antes. Comió todo el desayuno, tomo sus medicamentos e incluso fue a su sesión con el fisioterapeuta que lo atiende exclusivamente. Ya es casi mediodía y no tengo ánimos de marcharme, siento miento de dejarlo y que vuelva a lo de antes.Tampoco tengo ganas de lidiar con la realidad y con el desagradable humor de mi mamá.— ¿Tanto me conoces? —me acomodo mejor sobre la banca de hierro forjado del jardín. Varios abuelitos pasean por los alrededores disfrutando de la calidez de los últimos rayos de sol