—“Te prometo que todo será como antes”, me dijo tan convencido que no pude más que creerle; necesitaba hacerlo.Otra lágrima cae de sus ojos y esta vez no hace nada por limpiarlas.—Por un tiempo todo volví a la normalidad, tal como lo prometió. Se convirtió en el mismo hombre del que me enamore antaño. Detallista, romántico y apasionado —niega y ríe, sus ojos miran al techo como si buscara una respuesta—.Luego de unos meses, las cosas volvieron a lo mismo de antes. Nuestra relación comenzaba a dar indicios de un inminente fin, pero yo estaba ciega y enamorada e insistía y retenerlo a mi lado.— ¿Por qué no lo dejaste? Podías hacerlo y vivir tranquilamente.— ¡Porque lo amaba, Maddison! —Exclamo con un suspiro—. Detestaba la idea de ser una madre soltera y luego estaba nuestra reputación en sociedad.Puse mis ojos en blanco.—Siempre pensando en las apariencias —mascullo y ella se encoge de hombros—. ¿Y luego qué?Se limpió el rostro con elegancia y se puso de pie.—Luego vinieron cat
Estamos a principios de invierno por lo que no es extraño que últimamente llueva con tanta frecuencia en Melbourne; justo ahora veo como chocan las gotas de lluvia contra las ventanas de cristal de la cafetería a la que me ha traído Mike. Es un lugar sencillo y un poco sucio, la verdad, pero no me molesta porque cuando son casi las tres de la tarde, no hay nadie en el lugar. Mi pierna pica a través de la tela fina de mi leggins negro y todo gracias a que el asiento que ocupo está un poco raído, el cuero esta tan desgastado que se ha cuarteado en distintas grietas endurecidas que me pichan el trasero; evito quejarme, ese es el menor de mis problemas ahora. Pienso en como mi madre ha admitido que me ama, pero que también me odia por ser partícipe de un engaño en su contra. ¿Acaso es posible tener sentimientos tan opuestos por una misma persona? Me llevara tiempo asimilar lo que mi padre hizo; ni siquiera concibo la idea de que él estuvo siéndole infiel a Úrsula en mis narices, yo nunca
Sigue lloviendo y de inmediato me empapo de pies a cabeza y por primera vez siento que la lluvia no esta tan mal porque al menos me permite disimular mi llanto. Veo a ambos lados de la calle y dudo. ¿Adónde puedo ir? No tengo amigos, solo Nina y dudo mucho que ella pueda ayudarme ahora mismo. Tapo mi rostro con mis manos y grito con fuerza echando a correr sin rumbo. No miro nada a mí alrededor, todo es un simple borrón que pasa a la velocidad de mis pasos. Corro tan rápido como puedo mientras sigo llorando y mi mente comienza a destruirme con pensamientos dolorosos sobre Kenneth, sobre mi padre, sobre toda mi miserable vida. La lluvia no para y para cuando mis pulmones protestan por oxígeno, me doy cuenta de que estoy en el Fitzroy Gardens, donde se encuentra la casa más antigua de toda Australia.—Agatha.Me giro sobre mis pies húmedos al escuchar mi nombre tras de mí y no me sorprende encontrar a Mike tan empapado como yo.— ¿Por qué me tuteas, irrespetuoso? —Le riño alzando la voz
Un hueco se abre en mi estómago al conocer al fin a esta mujer por la cual conocí aquella tarde a Kenneth. Ella se incomoda al ver que no le devuelvo el gesto y torciendo la boca, retira su mano.—Kenneth, ¿se encuentra aquí? —Insisto en lo que me interesa y ella se encoge de hombros.—Eh, sí. Esta es su casa —dice sin más y vacila un segundo—. Pero no estoy segura de que puedas hablar con él ahora.— ¿Por qué no?—Porque él está un poco indispuesto en este momento —ambas miramos hacia en el interior de la casa cuando se oye el sonido de algo rompiéndose.Liza se olvida de mi presencia y corre dentro para ver qué sucede; yo voy detrás. Me sorprendo mucho al ver a Kenneth empinándose una botella de algún licor, bebiendo su contenido como si se tratara de agua mientras varias gotas le resbalan por la barbilla hasta rodar por su cuello. No puedo asociar a la persona que veo con el mismo hombre que creía conocer una semana atrás. Su rostro luce demacrado por las grandes ojeras que hay baj
—Llévame contigo, lejos de aquí —es lo primero que digo al encontrarme con Mike cruzado de brazos, recostado de su viejo auto.Me mira confundido, pero asiente.— ¿Estas bien? —Me pregunta mientras me abre la puerta y un sabor amargo se hace presente en mi paladar.Estoy comenzando a odiar esa maldita pregunta.—No, no lo estoy —lo miro indiferente ante su preocupación por mí—. Y creo que nunca más estaré del todo bien.Termino de subirme al asiento de copiloto, cierro la puerta sin su ayuda y me pongo el cinturón mientras él reacciona y corre a su lugar. Mi asiento se siente húmedo y mi ropa igual, pero ya ni siquiera eso me interesa. Necesito dejar de sentir, no quiero pensar en nada.— ¿Quieres que te lleve a tu casa? —Escucho el motor del auto al ser encendido y me arrellano contra el asiento, negando.Lo miro de reojo tomar el volante para empezar a conducir; soy tan tonta que me doy a la tarea de mirar una última vez hacia la entrada del edificio donde vive Kenneth.—Necesitas c
No logro conciliar el sueño, eso es un hecho.Por más que intento cerrar mis ojos, veo lo que hay en mi interior y es peor que la realidad; y me duele, me duele mucho que ni siquiera en sueños pueda escapar. Miro hacia el techo con algunas manchas de humedad y me recuerdo que este no es mi lugar, no pertenezco aquí… ni a ningún lado.Me giro sobre la cama de Mike, que al menos se siente cómoda y al estar de costado, lágrimas silenciosas ruedan por mi sien. No tengo la menor idea de la hora que es ni cuánto tiempo ha pasado desde que fingí tener sueño para poder revolcarme en mi dolor en paz. Mike se ha quedado en el sofá y es algo que me hace sentir un poco culpable, esta es su casa y yo he llegado para incomodarlo con mi presencia.Sé que no voy a dormir esta noche y es mejor que lo acepte.La imagen de ese Kenneth roto y derrotado atormenta mis recuerdos; la impresión de ver cómo había rapado su hermoso cabello negro fue algo que me golpeo fuerte, pero no por eso me conduelo de él.
Ha llegado el gran día para la casa de modas Krantz. Hoy después de tres semanas de trabajo arduo y estresante, el mundo conocerá la nueva colección de verano diseñada por Úrsula Krantz. Y el costo para llegar a este momento no ha sido poco, muchos se han quedado en el camino, despedidos y humillados por no cumplir con las exigencias narcisistas de mi madre. Me sentí tan frustrada al no poder hacer nada por ellos, pero ¿Cómo podría? Yo ni siquiera era capaz de hacer algo por mí misma.Siempre he sido una cobarde.Estas tres semanas han sido como una especie de bucle que se repite una y otra vez, como si mi vida hubiera entrado en un modo automático donde actuó por inercia. Y de alguna forma agradezco que el escándalo del video sobre mi madre haya desembocado en más publicidad para la casa de modas, es algo que la tiene feliz. He perdido la cuenta de cuentas sesiones y campañas publicitarias he protagonizado en estas semanas, y en parte ha sido algo bueno para mí porque gracias a ello
Nunca pensé que volvería a ver a Kenneth Lawler tan pronto, mucho menos fundido entre las personas que asistieron al desfile de la casa de modas Krantz. Llevo dos horas encerrada en mi habitación intentando procesar lo que descubrí esta noche, y cada conclusión a la que llego es peor que la anterior; quiero convencerme de que todo lo que ocurrió luego fue solo producto de mi torcida y atormentada imaginación.— ¡Agatha, abre la maldita puerta!Miro entre la penumbra hacia la puerta, sobresaltada por los gritos coléricos de mi madre y veo a un lado del piso, hecho nada, el vestido dorado y suntuoso tan falso y superficial como mi vida. Me parece tan insípido, tan corriente; y recuerdo el comentario de Sophie Pratt: “Tu madre es grandiosa, no lo pongo en duda, pero más allá de lo grandioso que son sus diseños, su éxito también se debe a las bellas mujeres que representan su marca. Son ustedes quienes le dan visibilidad y vida.” Fui yo quien hizo lucir el vestido con mayor esplendor del