Mis lágrimas no son de vainilla.
Camila Anderson
Todavía no puedo creer lo que mis ojos vieron, era él, Santiago, mi esposo disfrutando de un helado junto a su familia… su otra familia —La imagen que destrozara el mundo perfecto de Camila cercenaba su pensamiento sin descanso alguno, la mantenía en medio de un limbo en el que todo a su alrededor le lastimaba la piel. Sentía el corazón arder por el dolor, la forma en como descubrió la traición de su esposo y en como tuvo que disimular delante de su pequeña hija para evitar que ella también sufriera.
El beso que presencio de Santiago con aquella mujer y como la niña le decía “papa” fue suficiente para tomar una decisión que cambiaría su vida por completo, no podía perdonar su traición, no lo haría por su propia hija, ella no quería enseñarle a Sofía una lección equivocada, las mujeres no tienen por qué soportar que las engallen y humillen de esa manera. Con el corazón destrozado y el alma en una cruz saco las maletas del armario y metió toda la ropa de su esposo en ellas.
Las lágrimas caían en cascada a medida que metía cada prenda de vestir que con tanto esmero ella lavaba y planchaba cada día de su vida, había abandonado a sus padres cuando estos se negaron a aceptar su relación con Santiago, hizo de lado sus estudios cuando salió embarazada para dedicarse al hogar, había perdido todo por dedicar su vida a un hombre que la cambiaba tan fácilmente por otra o quizás el engaño siempre estuvo presente. Esa niña parecía tener la misma edad de su hija.
Escucho el ruido de la puerta, por lo que salió de la habitación arrastrando el equipaje con ella y al ver a su marido se lo arrojó a los pies. Con el rostro humedecido por las lágrimas derramadas y los ojos rojos por el llanto, se plantó delante de su esposo antes de que este pudiera pasar del vestíbulo.
—¿Pero qué mierdas? ¿Qué significa todo esto? —cuestiono el hombre sin entender a que se debía el arrebato de su mujer.
—¡Significa que te largas ahora mismo de mi casa! —bufo encolerizada ella, sintiendo que lo que corría por las venas era rabia en vez de sangre.
—¿Te has vuelto completamente loca? Esta es mi casa y no pienso mover ni un solo dedo que aquí —sentencio Santiago alzando la voz por sobre la de ella.
—Ya no es necesario que mientas, Santiago —replico ella—. ¿De verdad pensaste que nunca me iba a enterar de que me has estado engañando todo este maldito tiempo? —escupió sin poder evitar sentir que el alma se le iba en esas palabras.
La expresión en el rostro de Santiago fue de sorpresa al verse descubierto, sin embargo, se repuso de manera casi inmediata.
—¿Y que si es verdad? Tú eres mi mujer y esta es mi casa, y así seguirá siendo hasta que a mí me dé la gana —siseo acercándose a ella—. No pienso dejarla a ella y tú no puedes dejarme porque si lo haces me quedo con Sofía —agrego amenazante provocando que un súbito estremecimiento recorriera el cuerpo de Camila.
—Tú no vas a quitarme a mi hija, antes te mato —escupió Camila impulsada por la rabia, aunque en el fondo se atemorizó de sus propias palabras.
—¿Tan segura estás? —inquirió Santiago con una sonrisa burlona en sus labios.
El corazón de Camila latía con fuerza mientras un pitido ensordecedor tronaba en sus oídos.
—Yo no voy a soportar tu desfachatez Santiago, si esa mujer está dispuesta a hacerlo es su maldito problema, yo no pienso seguir sacrificando mi vida por un hombre que no vale ni m****a —espeto Camila antes de caer al suelo por la fuerza de la bofetada que le propino su esposo.
—Si tu madre no te enseño a cómo tratar a un hombre m*****a zorra, entonces tendré que hacerlo yo —declaro al tiempo que se arrancaba el cinturón del pantalón y lo acomodaba en su mano.
—No te atrevas Santiago… —dijo, pero sus palabras fueron cortadas por el alarido de dolor que salió de su boca.
Camila no pudo continuar hablando mientras Santiago cortaba el aire con el cinturón que una y otra vez se incrustó en el cuerpo de su esposa, en medio de aquel vestíbulo solo se podía escuchar el chasquido que hacía el cuero al impactarse con otro cuerpo más resistente, los gemidos y alaridos de una mujer recibiendo la descarga de furia de su esposo y los insultos de un hombre que se cree superior en todos los sentidos.
—Vas a aprender a obedecerme en silencio perra —rugió una y otra vez mientras que en la mente de Camila pasaban todos los recuerdos de los momentos en los que él la había hecho feliz, las risas, los besos, todo lo que lo convertían en el hombre perfecto.
Todo eso quedaba en el olvido, en un lugar donde anulan los hermosos recuerdos cuando el verdadero rostro del ser aparece ante la vista: descarada, fiera, infundiendo temor. Un temor que en los pocos minutos en los que duro su infierno se tornó en determinación.
Ella lo abandonaría sin importar cuando costara, ella se iría con su hija a donde él jamás pudiera encontrarla.
—Espero que te haya quedado claro —dijo un par de segundos después de haber detenido su brazo—. Yo hago con que se pegue la gana y tú tienes que quedarte callada, si no te puede ir peor —Se agachó y la tomo del cabello con fuerza para levantarle la cara—. ¿Entendido?
Sacudió la cabeza de Camila al ver que no respondía y repitió su pregunta, a lo cual su esposa hizo un movimiento casi imperceptible con la cabeza afirmando que había entendido.
—Papi—Los ojos de Camila se abrieron desmesuradamente.
¿Su hija había presenciado todo? No como iba a borrar esos recuerdos de su cabecita —pensó aterrada.
—Princesa, ¿Qué haces fuera de tu cama? Tu mami es muy tonta, se resbaló cuando vino a recibirme y se golpeó, ¿cierto cariño? —explico a la niña de tres años al tiempo que se acercaba a la pequeña para tomarla en brazos, a pesar de su muy corta edad, Sofía había demostrado que poseía una inteligencia admirable a sus tres años, comprendía todo con una facilidad que a muchos adultos les hubiese gustado poseer.
Camila se puso de pie reprimiendo los quejidos de su cuerpo para que Sofía no se diera cuenta de lo que realmente había sucedido.
—Si mi amor —dijo dirigiéndose a la pequeña—, resbale, pero estoy bien, ven, vayamos a tu cuarto —se acercó y se la arranco de los brazos a su marido por miedo a que también arremetiera en contra de su hija.
No obstante, la intención de Santiago al tomar a Sofía solo fue la de acentuar su amenaza de quitársela si no le obedecía.
Al día siguiente, después de que su esposo se fuera a trabajar, Camila tomo un bolso de mano y metió en él un par de mudas de ropa para su hija y un par para ellas, saco el dinero que había reunido de las compras, los documentos de su hija y los de ella y salió de esa casa en la que toda la felicidad se había extinguido en un segundo, el cuerpo le dolía por los golpes, pero era su alma la que sangraba.
Un par de perlas salieron de los ojos de su hija que sin decir ni una sola palabra entendía lo que significaba esa salida furtiva.
Di que sí, por favor y te compro un heladoSí, aceptoHabían pasado dos años desde que Camila había abandonado a su esposo, durante ese tiempo ella se vio haciendo mil malabares para poder mantener a su hija y cuando al fin consiguió algo de equilibrio económico se hizo a la tarea de investigar como divorciarse de su esposo, no quería tener que continuar siendo su esposa, odiaba llevar su apellido y aunque no podía quitárselo a su hija al menos cortaría el vínculo legal entre ellos.Sin embargo, al iniciar el trámite descubrió que realmente ellos nunca se habían casado, su acta de matrimonio era falsa, entonces entendió que ella fue quien vivió siendo la amante de Santiago durante cuatro largos años, si tan solo le hubiese hecho caso a sus padres no habría tenido que pasar por todo eso, pero no se podía devolver el tiempo, solo seguir avanzando.Camila sonreía al ver a su hija disfrutar de su helado, a pesar de que era una especie de niña superdotada, no dejaba de ser como cualquier o
Con sirope es mucho más dulce. Imagina el chocolate derretido sobre otro tipo de dulce.Propuestas—Yo no pienso ir a ninguna fiesta —rugió Camila, apenas el jefe de Lucas desapareció de su vista—, y tú ni siquiera se te ocurra abrir la boca —agrego señalando a su hija.No solo eran todos los problemas que se podían crear en torno a ese hombre, ni la extraña atracción que estaba sintiendo hacia él, sino el hecho que desde que escapo del padre de su hija había preferido mantener un perfil bajo que no llamase la atención de las personas, es por eso que en un mundo moderno donde todos manejan más de una red social, ella solo tenía la aplicación de WhatsApp instalada en su celular, pero su foto de perfil era el retrato de un florero y su nombre de usuario lo ocupaba una carita sonriente.—Por favor, te pagaré más dinero, te prometo que inventaré algo luego de ese baile para que mi jefe no me pida volver a verte —suplico el arrogante hombre que por primera vez en su vida se había visto rec
¿Ron con pasas? Prefiero el de fresas con leche… digamos que su sabor es mucho más sutil.Nuevas sensacionesLucas se atrevió a admirar la belleza de Camila con algo más de atención y se dio cuenta de que sus ojos no se habían engañado la primera vez que la vio. El tenue sonrojo en sus mejillas le confería un aire sensual e inocente, provocando que en su cabeza una extraña idea se empezara a formar. Sonrió al notar que ella bajaba la mirada apenada por la manera en la que él la sondeaba y eso solo consiguió que la idea se convirtiera en deseo.Por su parte, Camila respiró y calmó los latidos de su corazón antes de mirarlo directo a los ojos y hablar.—No pretendo dejarme seducir por ti, ya tuve suficiente de los hombres —declaró con el valor que no tenía.Ella, al igual que Lucas, experimentaba una extraña sensación en su interior. La piel le hormigueaba, el pulso se le aceleró al tenerlo en frente, pero lo que más le inquietaba era el palpitar de su intimidad. Sin embargo, no estaba
Saboréame lentamente… pero no dejes que me derrita al sol.Una noche muy largaLucas se quedó pasmado por la reacción de Camila, no se esperaba que ella explotara de esa manera, sin embargo, se dio cuenta de que se había pasado de la raya al comportarse de esa manera, aunque en realidad no se podía explicar a sí mismo que fue eso que lo llevo a actuar de esa manera. Tal vez no fue la mejor manera de exponer su idea, quizás tuvo que haberse mantenido con una actitud distante, adoptar una postura profesional, sin embargo, ahora se encontraba con el rostro desencajado y los ojos puestos en la mirada rabiosa de la mujer delante de él.Por muy complicada que se hubiese vuelto la situación, Lucas no podía negar que Camila se veía adorable estando de brazos cruzados, la mirada orgullosa y la frente en alto. Sin duda no es como esas mujeres con las que solía salir hace mucho tiempo, y tampoco se parece a su ex ni a la mujer que eligieron sus padres para él.—Estoy esperando a que te largues d
No es momento para un helado...Una nueva casa.El día llegó radiante y lleno de brillo, tanto Lucas como Camila ninguno pudo dormir durante toda la noche, así que apenas el sol se asomó en el horizonte salieron de sus camas y cada uno en su casa realizó su rutina; la de Lucas vestirse y salir al trabajo, no tenía un ama de llaves o servicio que se encargará de prepararle el desayuno, no obstante una mujer madura iba a su casa cada miércoles para realizar todo el aseo al igual que el jardinero, quien visitaba la casa cada quince días, en fin, mientras Lucas se marchaba a su trabajo, Camila se dedicaba a preparar panqueques con queso crema y miel, zumo de naranja y café.Cuando Sofía llegó a la cocina, saludo a su mamá con un beso y tomó asiento en la mesa donde ya estaba servido el desayuno. Camila debía contarle sobre la mudanza antes de que llegaran por ellas para evitar que su hija se sintiera incómoda con el cambio, aunque en parte ella tenía culpa de que ahora ambas tenga que ir
La mujer perfecta es como el mejor helado; refrescante, sutil y delicada, pero con el corazón frío y letal cuando es necesario.Lucas se quedó contemplando en silencio la escena por un momento pese a la insistente mirada de ambas, tanto la madre como la hija esperaban una respuesta de una pregunta no formulada.—Lo siento, no quise interrumpir su lectura, solo vine para ver si estaban cómodas —se disculpó luego de salir de su impresión.Camila enarcó una ceja ante su repentino ataque de caballerosidad cuando la noche anterior se había comportado como un cretino, sin embargo, decidió morderse la lengua para evitar un nuevo conflicto entre ellos.—Sí, gracias y gracias también por la ropa, la usaremos solo cuando sea necesario —contestó Camila con una media sonrisa en los labios.—Puedes tomarlo como un bono extra por tus servicios —Camila tragó saliva y tuvo que hacer use de toda su fuerza interior para no responderle como se merecía.Para ella, sus palabras, el cómo las había pronunci
Vamos, habla… mi helado se derrite. Lento, un lento y acalorado beso. Los ojos de Lucas destellaron al escuchar las palabras de Camila, sin embargo, se limitó a limpiarse con la servilleta para posteriormente ponerse de pie e invitarla al despacho mientras sus labios dibujaban una sonrisa ladeada que hizo estremecer a Camila. Ella dejó salir todo el aire de sus pulmones antes deponerse de pie y seguirlo pensando en qué demonios había pasado por su cabeza cuando acepto ayudarlo a cambio de dinero «Claro en el dinero» se dijo mentalmente y camino en silencio hasta el despacho, luego de entrar cerró la puerta y espero a que él abriera la boca de nuevo. La pregunta y el cambio de actitud de Camila dejó un poco desconcertado a Lucas, sin embargo, eso no fue razón para cambiar de postura. Era cierto que él necesitaba conocer un poco más a su supuesta esposa, pero ese no era el único motivo que lo empujaba a querer estar a solas con ella. Si no esa extraña sensación que no le daba tregua
Los sabores empiezan a saberme muy amargos. Sus espinas raspan mi lengua y su ardor me quema la garganta. Confesiones dolorosas Miró a la mujer delante de él y supo que tenía que hacer algo para resarcir su equivocación, las cosas se le estaban saliendo de las manos por no saber controlar sus impulsos y no podía permitirse perder la ayuda que ella le estaba brindando. ¿Pero cómo hacerlo cuando ella le atraía como nunca antes le había pasado con otra mujer? No es que Lucas se la pasara de cama en cama, no era un hombre que necesitase de la intimidad para poder existir, pese a que había tenido un par de amantes en su vida. Luego de la traición que sufrió decidió ocuparse enteramente de su carrera, se prometió no volver a enamorarse nunca más, sin embargo, Camila conseguía que todas sus ideas se contradijeran la una con la otra. —No quise ofenderte —atisbó a decir, pero en ese momento las palabras le fueron insuficientes y se volvió a quedar callado sin apartar la mirada de ella. Un