Di que sí, por favor y te compro un helado
Sí, acepto
Habían pasado dos años desde que Camila había abandonado a su esposo, durante ese tiempo ella se vio haciendo mil malabares para poder mantener a su hija y cuando al fin consiguió algo de equilibrio económico se hizo a la tarea de investigar como divorciarse de su esposo, no quería tener que continuar siendo su esposa, odiaba llevar su apellido y aunque no podía quitárselo a su hija al menos cortaría el vínculo legal entre ellos.
Sin embargo, al iniciar el trámite descubrió que realmente ellos nunca se habían casado, su acta de matrimonio era falsa, entonces entendió que ella fue quien vivió siendo la amante de Santiago durante cuatro largos años, si tan solo le hubiese hecho caso a sus padres no habría tenido que pasar por todo eso, pero no se podía devolver el tiempo, solo seguir avanzando.
Camila sonreía al ver a su hija disfrutar de su helado, a pesar de que era una especie de niña superdotada, no dejaba de ser como cualquier otro niño de su edad, le gusta jugar, hace amistades en el jardín, es traviesa y le encantan los dulces. Esa tarde se encontraban celebrando que la pequeña había sido aceptada en un colegio para niños con un IQ alto, el psicólogo que evaluó a Sofía concluyo que el coeficiente intelectual de la niña era de ciento cuarenta y dos.
No obstante, con la felicidad venían las preocupaciones, si era cierto que Camila ahora tenía un trabajo que le permitía llevar una vida sin necesidades, la verdad es que no se podía dar el lujo de pagar la matrícula de una escuela tan costosa, ¿pero cómo le rompes los sueños a un hijo? ¿Cómo haces para cortas sus alas? Mientras observaba a la niña comerse su helado, en su cabeza realizaba cuentas viendo que debía sacrificar para poder pagar la mensualidad en dicho colegio.
—Cariño, hasta que te encuentro, te presento a mi jefe el señor Roberto Miller —La voz masculina la saco de sus cavilaciones y le hizo girar la cabeza en dirección de dos hombres.
Como un autómata, Camila tomo la mano que el hombre mayor le ofreció y se sonrió al tiempo que pronunciaba su nombre. Sus ojos azules se dirigieron en paralelo al hombre que le había llamado cariño y se abrieron aún más, sintió que toda la sangre se le agolpaba en el pecho, dejándola tan pálida como un papel.
Ambos prospectos eran de buen ver, sin embargo, el más joven de los dos hizo que la boca se le secara al instante e intentara tragar saliva para deshacer el nudo que se le formó en la garganta. Cabello y ojos tan negros como el azabache, hombros anchos, un rostro cincelado y una sonrisa seductora que provoco un estremecimiento en el vientre de Camila y al mismo tiempo la dejo muda como una estatua.
—Es mucho más hermosa de lo que habías dicho Lucas —celebra el hombre mayor—, y esta debe ser tu pequeña, ¿cierto? —agrega haciendo que tanto Lucas como Camila giren la cabeza en dirección de Sofía, que tranquila como el agua se saborea su delicioso helado de fresas.
La pequeña levantó hacia al trío de personas delante de ella una mirada con sus grandes ojos azules iguales a los de su madre, sonrió como cualquier otro niño, dando a entender que no entendía lo que sucedía, por lo que volvió a su tarea, lo único importante para ella en ese preciso momento.
—Si me disculpan un momento, iré a lavarme las manos, pueden ir ordenando —dijo el señor Miller rompiendo el silencio que se había formado en la mesa, siendo el único que había dicho más de dos palabras juntas desde que Camila le dio su nombre.
—Vamos a esperarlo, es lo que solemos hacer como familia —contestó Lucas provocando que Camila enarque una ceja.
Apenas desapareció de vista el señor Miller, Lucas tomo asiento al lado de Sofía y miro fijamente a Camila que sin decir ni una sola palabra por miedo a que se notase el estremecimiento del que es víctima, le exigió con su mirada una explicación.
—Por favor, no digas nada y sígueme la corriente, mi jefe necesita conocer a mi esposa, prometo pagarte lo que me pidas —dijo Lucas en un tono suplicante, algo que usualmente no suele hacer.
Lucas es un hombre acostumbrado a dar órdenes y a seguirla solo de quienes son superior a él.
—¿Se ha vuelto completamente demente? Yo no lo conozco y tampoco tengo ganas de conocerlo o de ser la esposa de nadie —refuto alzando un poco la voz—. Le aconsejo que busque otra forma de salirse del barro —agrego y tomo su bolso—, Sofía, nos vamos.
—Puedo pagarte mucho dinero —insistió, yendo por el lado en que su premisa siempre le guía: “todo el mundo tiene un precio”.
—No —espeto tajante y extendió la mano a Sofía, sin embargo, la niña no se movió ni un ápice—. Sofía, nos vamos ahora.
—Mami, dijiste que necesitábamos —musito la pequeña con claridad—, lo que ganas en tu trabajo no es suficiente para pagar mi colegio nuevo —agrego antes de darle otra lamida a su postre.
Lucas observó a la pequeña sorprendido por la facilidad de razonamiento con la que habló.
—No, Sofía, no sabemos quién es este hombre y, por lo tanto, no podemos aceptar su dinero —alega la mujer mayor que bajo la intensa mirada de un desconocido mantiene una pequeña discusión con su hija de cinco años.
—No parece un hombre malo, y tú necesitas el dinero —insistió la niña.
Camila se queda en silencio sopesando la posibilidad.
Sofía tiene razón, necesito pagar la matrícula, y para que ella pueda empezar a asistir tengo que comprar el uniforme y toda la lista de útiles que piden, además de pagar por adelantado los tres primeros meses, eso me daría oportunidad de ir reuniendo poco a poco el dinero para los siguientes pagos —pensó antes de tomar una decisión.
—Está bien, pero debe ser una muy buena cantidad o le cuento a ese señor la verdad —dijo dejándose caer de nuevo en su asiento.
Solo les dio tiempo de intercambiar sus nombres, por lo que cruzan los dedos para que todo salga bien y el señor Miller quede se crea la mentira.
—Disculpe por mi reacción de hace un segundo, señor Miller…
—Llámeme Roberto, por favor —la interrumpió el señor Miller con amabilidad.
—No, eso es una falta de respeto y tengo una hija a la que educar, es necesario que ella aprenda como debe comportarse con los adultos —alega y continua con su disculpa.
La comida se extiende por dos largas horas en la que el señor Miller parece fascinado por la supuesta señora Cromwell y su hija, quien lo ha impresionado con su soltura a la hora de hablar y la manera tan inteligente y educada en la que dirigió la conversación dos o tres veces que el jefe de Lucas le hablo de manera directa.
—Camila, fue un gusto conocerte, me la pasé de maravilla y tu hija es exquisita, será la primera mujer presidente del país —bromeo y palmeo la cabeza de la niña—, el próximo sábado tendremos un baile en mi casa, me complacería mucho que pudieras ir y puedes traer a Sofía si no tienes con quien dejarla, estoy seguro de que se sabrá comportar con mucha madurez —Camila trago saliva al tiempo que Lucas escupió el café que tomaba.
—No creo que pueda ir…
—Claro que iremos, Roberto, gracias por invitarnos —Salto Lucas, antes de que su falsa esposa cometiera un error.
El jefe de Lucas se despidió, pero aunque lo escuchaba, la mente de Camila estaba imaginando todos los problemas que se iban a suscitar por haber accedido a los deseos de un desconocido, que provocaba que ella sintiera cosas que hacía mucho tiempo no sentía.
Con sirope es mucho más dulce. Imagina el chocolate derretido sobre otro tipo de dulce.Propuestas—Yo no pienso ir a ninguna fiesta —rugió Camila, apenas el jefe de Lucas desapareció de su vista—, y tú ni siquiera se te ocurra abrir la boca —agrego señalando a su hija.No solo eran todos los problemas que se podían crear en torno a ese hombre, ni la extraña atracción que estaba sintiendo hacia él, sino el hecho que desde que escapo del padre de su hija había preferido mantener un perfil bajo que no llamase la atención de las personas, es por eso que en un mundo moderno donde todos manejan más de una red social, ella solo tenía la aplicación de WhatsApp instalada en su celular, pero su foto de perfil era el retrato de un florero y su nombre de usuario lo ocupaba una carita sonriente.—Por favor, te pagaré más dinero, te prometo que inventaré algo luego de ese baile para que mi jefe no me pida volver a verte —suplico el arrogante hombre que por primera vez en su vida se había visto rec
¿Ron con pasas? Prefiero el de fresas con leche… digamos que su sabor es mucho más sutil.Nuevas sensacionesLucas se atrevió a admirar la belleza de Camila con algo más de atención y se dio cuenta de que sus ojos no se habían engañado la primera vez que la vio. El tenue sonrojo en sus mejillas le confería un aire sensual e inocente, provocando que en su cabeza una extraña idea se empezara a formar. Sonrió al notar que ella bajaba la mirada apenada por la manera en la que él la sondeaba y eso solo consiguió que la idea se convirtiera en deseo.Por su parte, Camila respiró y calmó los latidos de su corazón antes de mirarlo directo a los ojos y hablar.—No pretendo dejarme seducir por ti, ya tuve suficiente de los hombres —declaró con el valor que no tenía.Ella, al igual que Lucas, experimentaba una extraña sensación en su interior. La piel le hormigueaba, el pulso se le aceleró al tenerlo en frente, pero lo que más le inquietaba era el palpitar de su intimidad. Sin embargo, no estaba
Saboréame lentamente… pero no dejes que me derrita al sol.Una noche muy largaLucas se quedó pasmado por la reacción de Camila, no se esperaba que ella explotara de esa manera, sin embargo, se dio cuenta de que se había pasado de la raya al comportarse de esa manera, aunque en realidad no se podía explicar a sí mismo que fue eso que lo llevo a actuar de esa manera. Tal vez no fue la mejor manera de exponer su idea, quizás tuvo que haberse mantenido con una actitud distante, adoptar una postura profesional, sin embargo, ahora se encontraba con el rostro desencajado y los ojos puestos en la mirada rabiosa de la mujer delante de él.Por muy complicada que se hubiese vuelto la situación, Lucas no podía negar que Camila se veía adorable estando de brazos cruzados, la mirada orgullosa y la frente en alto. Sin duda no es como esas mujeres con las que solía salir hace mucho tiempo, y tampoco se parece a su ex ni a la mujer que eligieron sus padres para él.—Estoy esperando a que te largues d
No es momento para un helado...Una nueva casa.El día llegó radiante y lleno de brillo, tanto Lucas como Camila ninguno pudo dormir durante toda la noche, así que apenas el sol se asomó en el horizonte salieron de sus camas y cada uno en su casa realizó su rutina; la de Lucas vestirse y salir al trabajo, no tenía un ama de llaves o servicio que se encargará de prepararle el desayuno, no obstante una mujer madura iba a su casa cada miércoles para realizar todo el aseo al igual que el jardinero, quien visitaba la casa cada quince días, en fin, mientras Lucas se marchaba a su trabajo, Camila se dedicaba a preparar panqueques con queso crema y miel, zumo de naranja y café.Cuando Sofía llegó a la cocina, saludo a su mamá con un beso y tomó asiento en la mesa donde ya estaba servido el desayuno. Camila debía contarle sobre la mudanza antes de que llegaran por ellas para evitar que su hija se sintiera incómoda con el cambio, aunque en parte ella tenía culpa de que ahora ambas tenga que ir
La mujer perfecta es como el mejor helado; refrescante, sutil y delicada, pero con el corazón frío y letal cuando es necesario.Lucas se quedó contemplando en silencio la escena por un momento pese a la insistente mirada de ambas, tanto la madre como la hija esperaban una respuesta de una pregunta no formulada.—Lo siento, no quise interrumpir su lectura, solo vine para ver si estaban cómodas —se disculpó luego de salir de su impresión.Camila enarcó una ceja ante su repentino ataque de caballerosidad cuando la noche anterior se había comportado como un cretino, sin embargo, decidió morderse la lengua para evitar un nuevo conflicto entre ellos.—Sí, gracias y gracias también por la ropa, la usaremos solo cuando sea necesario —contestó Camila con una media sonrisa en los labios.—Puedes tomarlo como un bono extra por tus servicios —Camila tragó saliva y tuvo que hacer use de toda su fuerza interior para no responderle como se merecía.Para ella, sus palabras, el cómo las había pronunci
Vamos, habla… mi helado se derrite. Lento, un lento y acalorado beso. Los ojos de Lucas destellaron al escuchar las palabras de Camila, sin embargo, se limitó a limpiarse con la servilleta para posteriormente ponerse de pie e invitarla al despacho mientras sus labios dibujaban una sonrisa ladeada que hizo estremecer a Camila. Ella dejó salir todo el aire de sus pulmones antes deponerse de pie y seguirlo pensando en qué demonios había pasado por su cabeza cuando acepto ayudarlo a cambio de dinero «Claro en el dinero» se dijo mentalmente y camino en silencio hasta el despacho, luego de entrar cerró la puerta y espero a que él abriera la boca de nuevo. La pregunta y el cambio de actitud de Camila dejó un poco desconcertado a Lucas, sin embargo, eso no fue razón para cambiar de postura. Era cierto que él necesitaba conocer un poco más a su supuesta esposa, pero ese no era el único motivo que lo empujaba a querer estar a solas con ella. Si no esa extraña sensación que no le daba tregua
Los sabores empiezan a saberme muy amargos. Sus espinas raspan mi lengua y su ardor me quema la garganta. Confesiones dolorosas Miró a la mujer delante de él y supo que tenía que hacer algo para resarcir su equivocación, las cosas se le estaban saliendo de las manos por no saber controlar sus impulsos y no podía permitirse perder la ayuda que ella le estaba brindando. ¿Pero cómo hacerlo cuando ella le atraía como nunca antes le había pasado con otra mujer? No es que Lucas se la pasara de cama en cama, no era un hombre que necesitase de la intimidad para poder existir, pese a que había tenido un par de amantes en su vida. Luego de la traición que sufrió decidió ocuparse enteramente de su carrera, se prometió no volver a enamorarse nunca más, sin embargo, Camila conseguía que todas sus ideas se contradijeran la una con la otra. —No quise ofenderte —atisbó a decir, pero en ese momento las palabras le fueron insuficientes y se volvió a quedar callado sin apartar la mirada de ella. Un
Cierra la boca o se te meterán las moscas. Mejor… tu deja caer las barreras y… Inevitable atracción Camila resopló ahogada con todo lo que estaba viviendo en ese momento, lo único positivo que había resultado de todo era que su hija estaba recibiendo una educación acorde a sus capacidades intelectuales, pensar en eso le hacía respirar un poco más aliviada, sin embargo, al ver el rostro de Lucas su estrés aumentaba de grados instantáneamente. Se sentía atraída, ya no podía negarlo, sobre todo después de haber despertado durante la noche sudorosa, con la respiración agitada y sintiendo los estragos del orgasmo que había experimentado mientras dormía. Maldijo en silencio al sentir como su cuerpo reaccionaba con solo pensar en sus aventuras nocturnas. Su lengua se paseó por su labio inferior antes de tragar saliva. Sacudió la cabeza y espantó sus pensamientos antes de pararse delante del espejo y observar su imagen. El vestido se le ajustaba perfectamente al cuerpo, el escote profu