Por suerte el problema se solucionó luego de cinco días y hemos devuelto todo a la normalidad. Efectivamente los hombres que contraté lograron descifrar el daño y lo bloquearon de inmediato, crearon un nuevo servidor y mudaron por completo toda la información allí. En realidad era un empleado soplón el que estaba vendiendo información valiosa a la competencia. Nos hizo pasar un mal rato el maldito asistente de gerencia de la agencia principal, pero ahora el mal rato lo pasará él. Ava me ha enviado a diario fotos de Jessica durmiendo. Me cuenta que se la pasa durmiendo y no quiere comer, debido a la depresión que enfrenta. Muchas veces las personas que sufren esa condición duermen para evadir la realidad y distraerse de su dolor. No dejo de preguntarme en qué momento comenzó a volverse así, si siempre parecía llena de vida y contenta, gruñona y traviesa. En todo caso, estoy tratando de dejar todo listo y en las mejores condiciones para regresar a Londres. Sé que mi princesa me necesita
Londres, año 1997 AVA Las semanas pasan hasta que dos meses llegan rápidamente. Meses en los que solo he ido a la escuela y regreso a casa apenas acaban las clases. Tengo prohibido salir con mis amigas o tan siquiera ir a la plaza. Derek viene tres veces por semana a darnos las tutorías de álgebra a mi hermana y a mí, lo que se ha convertido en un suplicio, ya que no podemos tan siquiera hablar o tocarnos como lo hacíamos antes. De vez en cuando nos damos uno que otro beso a escondidas. A veces me escapo de madrugada para vernos e intimar al menos por un corto momento. Lo extraño demasiado. —Ava… —La voz de mi hermana Eva me saca de mis pensamientos. —¿Hmm? —La miro algo distraída. —Necesito tu ayuda. —Hace una mueca rara—. Es que… siento que amo a Derek y pues, quiero que me ayudes a que se fije en mí… Me atraganto con el jugo y toso con dificultad. ¿Se puede amar tan rápido? ¿Qué sé yo de amar?, todavía nada o eso creo... —¿De verdad? —Desvío la mirada, un tanto pensativa.
Hemos sido criadas en una familia católica y muy religiosa. Vamos a la iglesia más de tres veces por semana y cada vez que mis padres vienen de viaje, vamos todos juntos a rezar, a agradecerle a Dios todo el éxito que están teniendo en su fábrica de textiles y por permitirnos vivir en una nueva mansión aquí en el tranquilo y solitario distrito de Belgravia. Mis padres no mueven un pie sin agradecerle a los santos y querubines, no llevan un bocado de comida a su boca sin agradecerle a Dios y hasta tienen un altar de la virgen en la fábrica. Me han castigado hasta el cansancio y sueñan con que acabe el año para enviarme al internado. ¿Cómo podría yo decirles que estoy embarazada? La idea de verme vagando en las calles se repite una y otra vez en mi mente. —Siento decepcionarte, hermanita… —Bajo la cabeza—. Pero no puedo decirte quién es el padre, quizá más adelante. Susurro por lo bajo. No puedo decirle que nuestro tutor Derek es el futuro padre, ella no me lo perdonaría. —Viéndote b
—¡Al fin aparecen los tortolitos! —Mi madre se levanta de su asiento con el ceño fruncido y una bolsa de hielo en su mano, la cual oprime sobre su cabeza segundos después—. ¿Cómo has podido Derek? Te dimos absoluta confianza porque eres hijo de nuestros socios y amigos, porque se suponía que eras un muchacho ejemplar. Creo que voy a desmayarme de nuevo…—Esto es inaceptable. —Ahora es mi padre quien se acerca a nosotros, con una expresión tan neutral que me asusta—. Por suerte ya pensamos en una solución.Veo a Eva observarnos con burla e ira. ¿Por qué siempre ha sido así de venenosa?—Señor Ansel. —Derek se aclara la garganta y aprieta mi mano—. Yo amo a Ava, eso no lo dude… y también quiero hacerme cargo del bebé que viene en camino.Mi padre arquea una ceja.—Qué bien que quieras dar la cara, muchacho. Pero ya hemos tomado una decisión para ustedes —ríe con sarcasmo. Se nota que está dolido y decepcionado—. Te vas a casar con mi hija como Dios manda y se irá junto a ti a Alemania.
Presente JESSICA Veo a la mujer por enésima vez no puedo procesar aún las palabras que salen de su boca. —¿Suicidio? No, debe haber un error. —Su familia está preocupada, no quieren que usted se haga daño de nuevo, por eso se encuentra aquí, la ayudaremos a superar su depresión severa. Revisa mis signos vitales y asiente una que otra vez. —No tengo depresión. ¿Quién le dijo eso? Es un error, debe ayudarme, le juro que es un error. ¡Tiene que ayudarme! Me levanto con torpeza, pero la tomo de la camisa con fuerza y ella se altera de inmediato. Manotea y corre hacia la puerta, viéndome como si estuviera demente. —¡Seguridad, seguridad! —grita y de inmediato aparecen varios hombres que visten uniformes de enfermeros—. Sostenla fuerte, voy a suministrarle el calmante... Se acerca a mí y saca una jeringa de su bolsillo. Mientras prepara la tortura, los hombres me sostienen con rudeza, no permiten que me mueva ni un centímetro. ¡Pero es que ni siquiera estoy tratando de huir! —Por
Toma su teléfono y marca un número con desesperación.—Espera, ¿qué vas a hacer? —Me levanto de la cama y me acerco a él—. Es mi madre...—Ella no es tu madre, una verdadera madre no hace locuras como esta. —Me toma de la mano y abre la puerta—. Nos vamos de aquí ahora mismo.Salimos de la habitación rápidamente.—¡No puede llevarse a la paciente! ¡Espere! —Un paramédico viene detrás de nosotros.Marco, Ralph y dos agentes de la policía aparecen en la entrada.—¿Se encuentra bien, señorita? —Ralph se adelanta y me sujeta del brazo.Me quedo atónita debido a lo que ocurre.—Sí, m-mejor... —Asiento y me humedezco los labios.—Pueden ir a casa. —Uno de los agentes posa sus ojos en los míos y asiente—. Me alegro mucho que esté a salvo, señorita Lindemann. Mis condolencias por todo lo ocurrido, espero que se recupere. La citación al juicio les será enviada con prontitud.—Gracias... —Asiento, ahora más sorprendida.¿Qué es todo eso de señorita Lindemann?—Señor Gordon, el cuerpo policial e
—No debes ignorar la realidad, vas a terminar haciéndote más daño si lo haces. —Acaricia mi cabello y mejillas.Niego.—Déjame ignorar, al menos hasta que lo soporte. —Trazo la forma de mis cejas con los dedos y muevo los pies insistentemente.—Jess, Jess, trata de calmarte. Enfrentaremos esto juntos, no vayas a alejarte de mí, yo también te necesito...Juntamos nuestras frentes y asiento, respirando profundo.—Trataré de serenarme. —Humedezco mis labios.—Te amo. Solo quiero lo mejor para ti, para ambos. —Aprieta mi cintura con ambas manos.—También te amo. —Tomo su rostro entre mis manos y le acaricio la mandíbula. Nuestros labios se tocan, solo pequeños roces cargados de desesperación—. ¿Me dejarías sola por un momento? Te prometo que luego iré con ustedes.—¿Segura que estarás bien? —susurra contra mi boca.Aún permanecemos con los ojos cerrados y las frentes unidas.—No... —suspiro y niego. Me muerdo el labio inferior para no llorar—. Ve con los chicos, deben preguntarse qué es l
—¡Cariño! —Matt llama a la puerta y abro de inmediato.—Me estaba poniendo algo decente. —Me encojo de hombros.—Adoro cómo te quedan mis camisas, ¿por qué te la quitaste? —Sonríe y deposita un beso sobre mis labios—. Te ves mejor hoy.—Eso creo... —Me acomodo un mechón de cabello y beso su mejilla.—Derek está abajo, vino con las niñas. —Me mira dudoso y con un semblante preocupado—. Si no quieres verlos aún se lo diré y...—Está bien, está bien. —Agito las manos y asiento—. Yo quiero conocerlos, lo he deseado desde hace tiempo.Él sonríe.—Eres muy fuerte, mi hermosa.Pone un brazo sobre mis hombros y caminamos así, abrazados. Por fortuna también soy alta y puedo abrazarlo sin tener que empinarme.—Buenos días... —Me aclaro la garganta.Miro hacia el frente, rápidamente ubico a un hombre, una chica y una linda bebé que balbucea. Un poco nerviosa me acerco a ellos. El hombre que ahora sé que es Derek, no aparta su mirada de la mía, sus ojos se ven enrojecidos y espabila en reiteradas