MATTHEWObservo a mis familiares bailar en el salón principal y reír a carcajadas mientras se jactan y alardean de nuestro estatus, un estatus que me importa poco o mejor dicho, nada. ¿Acaso te llevarás el dinero a la tumba cuando mueras?Me siento inquieto, no logro encontrar la calma. Jessica está otra vez en mi cabeza, pienso en lo sola que debe sentirse hoy, sin familia ni amigos con los cuales celebrar. Me considero su única familia junto a Katy, una chica de la que habla muchas veces y me dice lo mucho que la extraña. Degusto el delicioso sabor de la bebida, observando a la ciudad desde mi asiento. Mis párpados ya pesan un poco, anoche la mayoría de mis familiares llegaron de sorpresa y decidimos organizar una fiesta de última hora que todavía planean seguir hasta año nuevo.El móvil vibra en mi bolsillo, así que tomo la llamada.—¿Ocurre algo, Ralph?Respondo y veo que esta mañana el cielo está muy nublado.—Señor, llevamos a la señorita Jessica de camino a la clínica, se ha pu
Regreso a la sala de espera y permanezco al pendiente de nuevas noticias.—¡Matthew! —Ava se lanza a mis brazos.Las personas nos miran atentamente. Trato de separarla de mí, pero ella se aferra todavía más a mi saco.—Jess está haciéndolo bien, ha sobrevivido. —Doy pequeñas palmadas en su espalda, ya que se ve muy alterada y llora sin parar.Rodea mi cintura con sus delgados brazos y esconde su cara en mi cuello. Me siento confundido por unos momentos, es idéntica a mi novia y me toca como ella lo hace. Tomo sus manos con delicadeza y la alejo de mí, le sonrío levemente. Pestañea varias veces y seca sus lágrimas, parece avergonzada.Miro la hora en el reloj, es más de medio día y estoy agotado. Recargo mi espalda contra la pared, permaneciendo de brazos cruzados y con los ojos cerrados.—¿Quieres un masaje? ¿Tienes hambre?Ava me sorprende con sus atenciones.—No, gracias Ava, eres muy amable. Mejor vamos a comer algo.Ella sonríe y asiente. Cierro mi saco y vamos en dirección a la c
El teléfono vibra en mi bolsillo y corto la llamada por enésima vez. No quiero hablar con nadie. Sin embargo, de nuevo recibo otra llamada de mi padre, esta vez me veo obligado a responder.—¿Ocurre algo? —respondo exhausto, aburrido.—¡Te estoy llamando desde anoche! Me encuentro en Italia, tuvimos que viajar de emergencia.Trago en seco, no me da buena espina el tono desesperado que usa mi padre.—¿Por qué? —Me levanto y salgo de la habitación rápidamente.—Necesitamos reunirnos con los socios de toda Europa. No sabemos quién ha sido o por qué, pero han hackeado el sistema por completo y está descontrolado. —Resopla molesto. Puedo escuchar voces y pasos al otro lado de la línea—. ¿Sabes lo que eso significa, hijo? Si en realidad no solucionamos todo esto, nos iremos a la ruina, a la ruina maldita sea... Tienes que venir, necesito tu apoyo, no me defraudes.¡Carajo! Sacudo mi cabello con desesperación.No puedo fallarle esta vez a mi padre, últimamente nunca estoy cuando necesita mi
Por suerte el problema se solucionó luego de cinco días y hemos devuelto todo a la normalidad. Efectivamente los hombres que contraté lograron descifrar el daño y lo bloquearon de inmediato, crearon un nuevo servidor y mudaron por completo toda la información allí. En realidad era un empleado soplón el que estaba vendiendo información valiosa a la competencia. Nos hizo pasar un mal rato el maldito asistente de gerencia de la agencia principal, pero ahora el mal rato lo pasará él. Ava me ha enviado a diario fotos de Jessica durmiendo. Me cuenta que se la pasa durmiendo y no quiere comer, debido a la depresión que enfrenta. Muchas veces las personas que sufren esa condición duermen para evadir la realidad y distraerse de su dolor. No dejo de preguntarme en qué momento comenzó a volverse así, si siempre parecía llena de vida y contenta, gruñona y traviesa. En todo caso, estoy tratando de dejar todo listo y en las mejores condiciones para regresar a Londres. Sé que mi princesa me necesita
Londres, año 1997 AVA Las semanas pasan hasta que dos meses llegan rápidamente. Meses en los que solo he ido a la escuela y regreso a casa apenas acaban las clases. Tengo prohibido salir con mis amigas o tan siquiera ir a la plaza. Derek viene tres veces por semana a darnos las tutorías de álgebra a mi hermana y a mí, lo que se ha convertido en un suplicio, ya que no podemos tan siquiera hablar o tocarnos como lo hacíamos antes. De vez en cuando nos damos uno que otro beso a escondidas. A veces me escapo de madrugada para vernos e intimar al menos por un corto momento. Lo extraño demasiado. —Ava… —La voz de mi hermana Eva me saca de mis pensamientos. —¿Hmm? —La miro algo distraída. —Necesito tu ayuda. —Hace una mueca rara—. Es que… siento que amo a Derek y pues, quiero que me ayudes a que se fije en mí… Me atraganto con el jugo y toso con dificultad. ¿Se puede amar tan rápido? ¿Qué sé yo de amar?, todavía nada o eso creo... —¿De verdad? —Desvío la mirada, un tanto pensativa.
Hemos sido criadas en una familia católica y muy religiosa. Vamos a la iglesia más de tres veces por semana y cada vez que mis padres vienen de viaje, vamos todos juntos a rezar, a agradecerle a Dios todo el éxito que están teniendo en su fábrica de textiles y por permitirnos vivir en una nueva mansión aquí en el tranquilo y solitario distrito de Belgravia. Mis padres no mueven un pie sin agradecerle a los santos y querubines, no llevan un bocado de comida a su boca sin agradecerle a Dios y hasta tienen un altar de la virgen en la fábrica. Me han castigado hasta el cansancio y sueñan con que acabe el año para enviarme al internado. ¿Cómo podría yo decirles que estoy embarazada? La idea de verme vagando en las calles se repite una y otra vez en mi mente. —Siento decepcionarte, hermanita… —Bajo la cabeza—. Pero no puedo decirte quién es el padre, quizá más adelante. Susurro por lo bajo. No puedo decirle que nuestro tutor Derek es el futuro padre, ella no me lo perdonaría. —Viéndote b
—¡Al fin aparecen los tortolitos! —Mi madre se levanta de su asiento con el ceño fruncido y una bolsa de hielo en su mano, la cual oprime sobre su cabeza segundos después—. ¿Cómo has podido Derek? Te dimos absoluta confianza porque eres hijo de nuestros socios y amigos, porque se suponía que eras un muchacho ejemplar. Creo que voy a desmayarme de nuevo…—Esto es inaceptable. —Ahora es mi padre quien se acerca a nosotros, con una expresión tan neutral que me asusta—. Por suerte ya pensamos en una solución.Veo a Eva observarnos con burla e ira. ¿Por qué siempre ha sido así de venenosa?—Señor Ansel. —Derek se aclara la garganta y aprieta mi mano—. Yo amo a Ava, eso no lo dude… y también quiero hacerme cargo del bebé que viene en camino.Mi padre arquea una ceja.—Qué bien que quieras dar la cara, muchacho. Pero ya hemos tomado una decisión para ustedes —ríe con sarcasmo. Se nota que está dolido y decepcionado—. Te vas a casar con mi hija como Dios manda y se irá junto a ti a Alemania.
Presente JESSICA Veo a la mujer por enésima vez no puedo procesar aún las palabras que salen de su boca. —¿Suicidio? No, debe haber un error. —Su familia está preocupada, no quieren que usted se haga daño de nuevo, por eso se encuentra aquí, la ayudaremos a superar su depresión severa. Revisa mis signos vitales y asiente una que otra vez. —No tengo depresión. ¿Quién le dijo eso? Es un error, debe ayudarme, le juro que es un error. ¡Tiene que ayudarme! Me levanto con torpeza, pero la tomo de la camisa con fuerza y ella se altera de inmediato. Manotea y corre hacia la puerta, viéndome como si estuviera demente. —¡Seguridad, seguridad! —grita y de inmediato aparecen varios hombres que visten uniformes de enfermeros—. Sostenla fuerte, voy a suministrarle el calmante... Se acerca a mí y saca una jeringa de su bolsillo. Mientras prepara la tortura, los hombres me sostienen con rudeza, no permiten que me mueva ni un centímetro. ¡Pero es que ni siquiera estoy tratando de huir! —Por