Salgo del apartamento para ir a trabajar a la agencia, el cielo está bastante nublado y hace un frío terrible. Lo bueno que hay que rescatar es que al clima no se le ha dado por nevar tan temprano. Me froto la nariz enrojecida y bajo la mirada, encontrándome con la sensual sonrisa de Matt, quien se encuentra recostado sobre la puerta de su auto. Se me escapa una risita de alegría y camino hacia él para estrecharlo entre mis brazos. —Buenos días, hermosa. —Me besa en los labios—. Tan impecable como siempre... Me mira de pies a cabeza y eleva una de sus cejas tupidas. —Buenos días, jefe gruñón. —Pellizco su nariz respingada—. ¿Qué te trae por aquí? —Vine para ir juntos a trabajar de ahora en adelante. Lo miro con grandes ojos y niego, imaginando los murmullos y el chismorreo de los empleados. —¿Pero, y qué van a decir de…? —Shh… —Me interrumpe con un casto beso. Su ceño se frunce de pronto. —No permitiré que mi futura esposa vaya a pie, en bus o en taxi, no podría vivir con eso.
Bajo la cabeza al sentir que mi cuerpo es elevado. Sonrío como tonta, pero al ver que me sienta a horcajadas sobre él, mi risa es reemplazada por un pequeño jadeo cuando nuestros sexos rozan. Mi instinto me guía hacia sus labios y de nuevo nuestras lenguas se acarician de una forma tan erótica que me induce a menear las caderas encima de él, debido al deseo que me provoca sentir su palpitante y dura erección debajo de mí, invitándome a sucumbir ante mi anhelo por sentirlo de nuevo. Acaricio su cuello y también lo saboreo despacio. Me muevo aún más rápido sintiendo sus manos recorrer mi cuerpo, apretando mis glúteos y tirando de mi cabello suavemente. Jadeo cuando levanta todavía más mi falda e introduce sus tibios dedos dentro de mí y comienza a moverlos, regalándome una sensación de éxtasis. Dejando de lado el pudor, termino desabrochando mi sostén y lo dejo caer a un lado, para tomar mis senos entre mis propias manos y explorar la nueva sensación que me empuja a continuar haciéndolo
—Es Derek, Ava dice que él ya se enteró que sigues viva. Tu madre me ha pedido de rodillas que te cuide, que no permita que Derek te haga daño de nuevo. Él fue quien la obligó a abandonarte a tu suerte. Besa mi mejilla varias veces, pero no logro reaccionar a lo que acabo de escuchar. Me tomo la cabeza entre las manos, enojada y tratando de recordar algo que me diga la respuesta, pero de nuevo recuerdo que mi amnesia es permanente. Ojalá pudiera volver con un golpe como lo muestran en películas o novelas dramáticas. Lo cierto es que jamás tendré mis recuerdos de vuelta. ¿Y ahora?, ahora tengo que lidiar con alguien que no conozco y el cual quiere hacerme daño. Es inaudito. —Escucha pequeña: estoy contigo, estaremos bien y a salvo. Acuna mi rostro entre sus manos y mira mis ojos doloridos. Me siento perdida, como si peleara en la oscuridad contra un poderoso titán... A la hora de la salida terminamos nuestro trabajo. Al menos hoy es viernes y mañana no trabajamos, quizá el descanso
—Jessica, no conoces a Derek Lindemann, es obsesivo y violento, sin contar sus demás defectos. No sé cómo mi padre puede ser amigo de alguien como él. Se nota que la maltrata, ¿acaso no viste el moretón en su muñeca? Niega y resopla con clara molestia. —No, estaba tan conmocionada que lo demás se hizo casi inexistente. Y si ese hombre es así, ¿por qué simplemente no se va y lo deja solo? Pongo los ojos en blanco y niego. —No quieres ver más allá de lo obvio, eso es lo que pasa. Pero no quiero discutir contigo por eso. Me abraza y esconde su cabeza en mi cuello. —Y no discutiremos, mi amor. No hablemos de eso. Te veo más tarde, voy a ducharme e ir a los ensayos, ya sabes que he vuelto al grupo. —Está bien, llamaré a Raquel para que venga por ti y vayan juntas. Asiento y me despido con un beso. No me niego a que la llame, resultaron ser amigos desde la secundaria. Tomo una ducha rápida, me pongo mi ropa deportiva y almuerzo algo ligero. El timbre suena insistentemente y abro la
—Pasemos a la mesa, la cena ya está lista. —El señor Michelangelo nos invita a sentarnos y todos lo hacemos. Se ve tranquilo, pero bastante autoritario y serio como las otras veces.Una simpática empleada sirve la mesa en silencio y acomoda los platos con delicadeza. Hay comida por todas partes, la abundancia rebosa sobre el grueso mantel y los colores y olores envuelven la estancia.Aunque hay algo que me pregunto: si solo somos cinco personas, ¿por qué servir seis platos? —Tengo una invitada, no tarda en llegar. ¡Ah! ¡Pero si ya estás aquí, mi querida Libby! —La bruja número uno se levanta muy efusiva.Empuño las manos y cierro los ojos controlando mi furia por saberla llegar y anunciarse con su exagerado caminar. Clavo la mirada en el mantel, ni siquiera veo a Matthew o Gian. Escucho cómo Michelangelo se levanta y la saluda, también mueve su silla para que tome asiento.¡Cuánta consideración y atenciones con esa bruja!—Buenas noches a todos. —Su fastidiosa voz se eleva y clava su
MATTHEW Ella, siempre ha sido ella por quien que tanto esperé. La chiquilla que me robó el corazón y toda mi atención en una sola noche con solo mirarme, con sus perfectos movimientos y ese misterio… Sus labios rojos me eclipsaron, me atraparon en una desesperación por rozarlos, por hacerlos míos y para siempre verlos junto a esos dos mares de un azul profundo que son sus ojos. Quizá sea un hombre un poco mayor para ella, nueve años mayor. Pero, ¿eso debería importar? He experimentado que cuando el amor llega, la edad es algo que queda en un segundo plano, aún así, no niego que a veces me siento como un asaltacunas. Sonrío cuando pienso en mi pequeña atrevida, la que ha despertado en mí sensaciones y sentimientos que jamás experimenté. Es un tanto mágico, es como una burbuja de jabón que nos eleva, la cual no quiero que se rompa nunca. No deseo despertar de tan precioso sentimiento. Estoy enamorado. Más que enamorado, extasiado, atrapado… Quiero luchar por el amor de mi vida que es J
Avanzo entre los demás autos y aprieto la bocina para que salgan del camino, varias camionetas se han detenido y me impiden el paso. De repente, comienzan a moverse y acelero para continuar buscando la camioneta gris de hace unos momentos, sin embargo, freno en seco apenas veo el cuerpo de Jessica en medio de la autopista, con una venda en los ojos, pies descalzos y manos atadas. La camioneta arranca a toda velocidad, rebasando los autos que se cruzan por el camino. Han dejado a mi hermosa en medio de una de las autopistas más concurridas y peligrosas de Londres. Me quito el cinturón de seguridad y abro la puerta, dejo mi auto botado y corro hacia Jessica, quien mueve la cabeza hacia todas partes como buscando algún indicio que le diga en dónde se encuentra. Camina tambaleándose y cojeando, por lo que tropieza con la separación que divide el carril del otro, pero hábilmente se levanta. Algunos conductores se han detenido, aunque en los demás carriles los autos van demasiado deprisa.—
—¡Per l'amor di Dio! —Gian exclama sorprendido y frunce el ceño.—¿Será que lo hizo ese tal Derek? —Raquel me mira con preocupación.—¿Cómo lo sabes, ella te lo dijo? —La interpelo.—Sí, nos contamos todo.—Esperen… ¿De qué están hablando? —Gian nos interrumpe.—Es mejor que no lo sepas. —Le respondo, restándole importancia a su intervención.—Pero…Me levanto y tomo mi teléfono, busco en mi lista de contactos y marco el número que me dio Ava para que me comunique con ella. Jessica no sabe nada, pero sigo en contacto con su madre, creo que la mujer no es culpable del todo, solo trato de ayudar.—¿Ava? —hablo después de algunos pitidos.—¿S-sí? —Su voz se escucha temblorosa.—Hablas con Matthew. Lo que sucede es que… Jessica ha sufrido un intento de asesinato, ahora se encuentra en urgencias, por suerte logré llegar a tiempo.—Así que sí lo hizo… —solloza—. Te pedí que no te separes de ella. Derek es peligroso.—¿A qué te refieres? —susurro.—Tuvimos una discusión y se fue a los golpes