—¿Ya no viviré con ustedes? —Fue la pregunta que hizo Emma a Lolita en la mañana del día siguiente de la despedida. Los ojos de la pequeña se hallaban cubiertos de lágrimas. Lolita la abrazó y acarició su rubia cabellera. —Siempre vivirás con nosotros, la señora Cassandra es la tía de tu mamá, y desea conocerte —mencionó con calidez—, ella está dispuesta a dar la firma para que nosotros te adoptemos. Emma retiró su rostro del pecho de su madre y la miró a los ojos. —¿No me mientes? —cuestionó temblorosa. —Sabes bien que jamás lo hago —informó. —Tengo miedo —confesó la pequeña. —Nosotros te vamos a proteger —intervino Alexa con inocencia, y abrazó a Emma. Lolita miró con ternura a ambas, y las abrazó. —Es cierto, no temas, nosotros te vamos a proteger, Alex ya fue a hablar con los abogados, te juro que no nos van a separar —aseveró. El corazón de Emma se tranquilizó al escuchar a su madre, suspiró, y se dirigió a jugar con Alexa. María Dolores se quedó tranquila, y e
—¿Qué sucede? —indagó Santiago al ver el semblante descompuesto de su hijo. Alex no decía nada, su mano temblaba al sostener el móvil, y su mirada era llena de confusión. —¿Cómo pasó? —cuestionó alterado a la persona al otro lado de la línea. —¡No lo sé! —expuso Rose—, los estoy siguiendo, necesito ayuda. —Dime en dónde estás y salgo para allá —enfatizó—, no te expongas. —Por mi amiga y sus bebés soy capaz de dar la vida —rugió y acarició el arma que siempre la acompañaba, pisaba hasta el fondo el acelerador, sin perder de vista el auto en el que viajaban—, logré esquivar un balazo —indicó y le dijo en que carretera iban. —Voy para allá —informó Alex, y colgó la llamada, salió como loco del salón, mientras su padre, y tío corrían tras de él. —Alejandro ¿qué sucede? —cuestionó Santiago angustiado. —Andrew se llevó a Lolita —expresó arrastrando las palabra. Santiago resopló y deslizó sus manos por su rubio cabello. —¿En qué te ayudo? —indagó. —Llama a la policía, Ro
—Por favor, amigo resiste —solicitó Alex sollozando con angustia, sosteniendo en sus brazos el cuerpo ensangrentado de Oliver. Andrew aprovechó la oportunidad para huir, pero cuando abandonaba la cabaña, varios oficiales lo interceptaron, al verse acorralado, elevó las manos y enseguida le colocaron las esposas y lo subieron a una patrulla. Entre tanto, mientras Alex intentaba contener la hemorragia, Rose ingresó corriendo, su respiración era agitada, al ver aquella escena se llevó las manos al rostro, enseguida recordó el motivo por el cual entró. —Lolita se siente mal, está sangrando. Alex palideció por completo. —Ayúdame con Oliver —solicitó, entonces con lágrimas en los ojos se dirigió a su amigo—. Por favor resiste. Justo cuando Alex se iba a levantar el joven lo tomó de la mano. —Cuida a Alma —balbuceó jadeante—, dile que sea feliz con nuestro hijo… —¡Oliver! —clamó Alejandro con la voz temblorosa al instante que su amigo se desvaneció. En ese momento la puerta se abrió
Alex ingresó a la habitación de Lolita con las bolsas de comida, en especial la lasaña que se le había antojado a su mujer. María Dolores abrió sus ojos y sonrió. —¿Cómo están las niñas? —indagó con preocupación. Alejandro se aproximó a ella, y le acarició la mejilla. —Están bien —expuso—, después de que te alimentes hablaremos con ellas, las podrás ver. Lolita sintió tranquilidad, entonces observó a Alex a los ojos. —¿Me besas? —solicitó. Alejandro carcajeó y de inmediato se aproximó a ella, y unió sus labios a los de su mujer, ambos percibían su corazón bramar, pues en aquel beso demostraban lo mucho que se amaban y la alegría de estar con vida y juntos. —¿Podemos pasar? —preguntó Alba abriendo la puerta, interrumpiendo la escena. —Por supuesto —respondió Lolita. Alex tomó una silla y se la colocó a un lado de la cama para que su madre tomara asiento.—¿Cómo te sientes? —indagó. —Mucho mejor —respondió Lolita—, ya quiero ir a casa, no me agradan los hospitales —confesó.
Alex abrió la puerta de la suite presidencial en uno de los lujosos hoteles que pertenecía a su empresa. Enseguida cargó a Lolita en sus brazos. —¡Estás loco! —se quejó ella—, te va a salir una hernia. Alex bufó. —Tengo la suficiente fuerza —afirmó y con la punta del pie empujó la puerta, y condujo a su esposa dentro de la suite. Lolita observó maravillada la decoración. Había varios arreglos con los girasoles que tanto le gustaban, pétalos de rosas en el piso, las luces tenue enmarcaban el ambiente en una atmosfera romántica. —Es maravilloso —comentó y se aferró al cuello de su esposo. —Te mereces eso y más —respondió él y la llevó a la alcoba, en donde una gran cama King los esperaba. Alex colocó con suavidad y cuidado a Lolita sobre el lecho, con delicadeza le quitó los zapatos y besó su empeine. María Dolores se mordió los labios. —Eres maravilloso —expresó—, pero esta noche quiero sorprenderte. —Guiñó un ojo. Alex elevó una de sus cejas y ladeó sus labios. —Sabes que pu
Alma y Aurora observaban sus vestidos de novia, el gran día había llegado, a la mañana siguiente ambas unirían sus vidas a dos hombres que no amaban, pero que se habían comportado con ellas como unos caballeros, y estaban dispuestos a todo. —¿No has sabido nada de aquel hombre? —cuestionó Alma a su hermana. —No, solo supe que se casó, meses atrás —indicó—, por un momento pensé que no lo haría, pero…—Ya no pienses en él, no vale la pena —recomendó Alma, y suspiró profundo. —Tienes razón —dijo Aurora—, mañana empezaremos una nueva vida. Alma intentó sonreír, y en ese momento su móvil sonó, frunció el ceño y salió de la alcoba. —Hola —saludó. —Buenos días, Alma, soy la madame, y necesito hablar contigo —solicitó. —Señora, yo no tengo nada de que charlar con usted —respondió estremeciéndose. —Es sobre Oliver, por favor, no te quitaré mucho tiempo —expresó—, anota la dirección. Alma inhaló profundo y escribió en un papel, lo pensó muchas veces y luego tomó su bolso y tomó un taxi
Miami Beach – Usa. Alma se encontraba descansando sobre uno de los camastros frente a la piscina de la villa en la cual habitaba, introdujo sus pies en la refrescante agua de la alberca, mientras se ventilaba el rostro con un abanico. Con sus treinta y ocho semanas de embarazo, lo único que deseaba era descansar, cada vez se sentía más agotada, y se comparaba con una foca marina. Colocó los audífonos en su vientre y puso música suave, y de esa forma calmar los movimientos de su bebé, que eran dolorosos para ella. Cerró sus ojos y se quedó dormida. La persona que desde hacía un mes atrás la acompañaba ingresó sin hacer ruido para no despertarla. Suspiró profundo y contempló el angelical y dulce rostro de la chica, notó como su vientre se movía, y sonrió, entonces sin poder evitarlo colocó su mano en ese lugar, en donde parecía verse un pequeño pie. Alma abrió sus ojos, y su mirada se reflejó en la de él. —Parece que hoy amaneció muy inquieto —expuso. Ella sonrió y acarició su pr
Un par de segundos después el dolor volvió y con eso se anunciaba la llegada de la niña, y tal como lo hizo para traer al mundo al pequeño, Lolita pujó con todas sus fuerzas, siempre apoyada por las palabras dulces de su esposo. Entonces de nuevo un dulce llanto se hizo escuchar. Lolita dejó caer su cuerpo lazo sobre el pecho de su esposo, y cuando tuvo a su hija en el regazo, ambos volvieron a sentir esa infinita emoción que no lograban expresar con palabras. —Es divina —dijo Alex acariciando a la niña—, igual de hermosa que tú. Lolita la miró conmovida, cerró sus ojos y agradeció a Dios por haber traído al mundo a sus hijos como ella lo deseó. —Bienvenida al mundo Sofía Alejandra —murmuró y besó su frente. La pequeña tenía la piel un poco más clara que su hermano, al igual que Esteban los pocos cabellos en su cabeza se mostraban castaños, y el tono de ojos no se lograban distinguir, parecían grises. De inmediato Alex volvió a cortar el cordón de la niña y se la llevaron a r