AVRIL STEEL —¡No! ¡No me voy a calmar! ¡Mis hijos no están! —exclamé furiosa, golpeando su pecho—. Tengo que encontrarlos. ¡No me estorbes! —¿Ya te sientes muy valiente al estar cobijada por las buenas intenciones de John y su robusto testamento? —preguntó con decepción. —No necesito del dinero de John para agarrar valor —siseé con ira—. Para tu debido conocimiento, tengo una empresa que empieza a generar ganancias y, principalmente, determinación. Yo sí cuido de mis hijos, yo sí estoy criando buenos niños, no personas tóxicas y enfermas que solo saben destruir todo lo que tocan. ¡Por ellos sí vale la pena esforzarse! Así que quítate. Chapman retrocedió un par de pasos sin apartar su mirada de mí. Parecía sorprendido y fascinado. —Si averiguó que Rita… —Ya tenías planeado destruirla desde antes de que desaparecieran tus hijos. —La diferencia es que seré aún más cruel de lo que planeaba ser. Odiaba su m*****a sonrisa burlona, como si lo que decía fuera cosa de niños. Me tomó
AVRIL STEEL Acerqué mi mano temblorosa hacia su rostro y cerró los ojos en cuanto mi tacto recorrió su mejilla. Su calor era real, la suavidad de su piel, la textura de sus labios. Si me había vuelto loca, no me importaba, prefería vivir de esta forma, viéndolo en cada rincón, creyendo que sigue aquí, antes de pasar un día más deprimida por la jodida realidad de un mundo sin él. Se inclinó, apoyándose sobre el barandal, pegando su frente a la mía, llenando mi nariz de su loción amaderada mientras mis manos se deslizaban de sus mejillas a su nuca, enredando mis dedos en sus suaves cabellos. Compartir el mismo aire era suficiente para que nuestros corazones se aceleraran y el calor de nuestra piel se elevara. Sus labios acariciaron suavemente los míos, seduciéndolos, invitándolos a un beso que añoraba con toda mi alma. Cerré mis ojos dejando que las lágrimas que se aferraban a mis pestañas siguieran el camino por mis mejillas hacia mi mentón, mientras mi boca se posaba en la de él.
AVRIL STEEL —¿Cuánto tiempo llevas así? —pregunté aún con los ojos cerrados y una sonrisa imposible de disimular. —Así, ¿cómo? ¿Viéndote fijamente? —dijo divertido mientras recorría el largo de mi brazo y dejaba suaves besos en mi hombro—. No me culpes, eres la mujer más hermosa que he visto en mi vida. Abrí los ojos para encontrarme con esa mirada tan dulce que me desarmaba. Acerqué mis manos a sus mejillas y lo atraje a mí, ansiosa por un beso que me confirmara que lo que habíamos hecho esa noche fue verdad. —Creo que deberíamos de salir de aquí antes de que abran el museo —dijo contra mis labios, provocándome una sonrisa—. Le tendré que pedir a Damián que se encargue de las grabaciones nocturnas. En ese momento alcé mi mirada hacia las cámaras que apuntaban directo hacia nosotros y me escondí contra su pecho, riendo a carcajadas, apenada, pero no arrepentida. Nos vestimos con rapidez, compartiendo sonrisas coquetas y miradas cargadas de complicidad. Salimos del museo corri
AVRIL STEEL Era tan extraño tener a la pequeña hija de Rita entre mis brazos. Parecía irreal. De pronto atrapó mi dedo mostrando su curiosidad, así como una gran sonrisa juguetona. —¿Por qué…? —No pude terminar mi pregunta, no sabía cómo formularla. ¿Por qué la adoptaste cuando no es tuya? ¿Por qué librar a Rita de sus obligaciones como madre? ¿No sería una buena lección para ella que estuviera forzada a cuidar de la niña y volverse por primera vez responsable de algo en su vida? —Tan solo vela… —dijo John con melancolía—. ¿Crees que Rita le tendría piedad? —Es su madre… —No —contestó tajante—. Ella la parió, pero… ¿crees que tiene el derecho de ser llamada «madre»? Solo utilizó a la niña, la cuidó hasta que mi falsa paternidad la condenó a darme cada centavo, entonces no le molestó desecharla. »Ella saboteó mi auto, sabía que la niña iría conmigo y no le importó. ¿Tú harías eso con Amber? ¿La sacrificarías solo para lastimar o deshacerte de alguien más? —Jamás… —Madre es sin
AVRIL STEEL Giré sobre mis talones y lo enfrenté, llena de odio. —¿Qué haces aquí? ¿Qué más quieres? ¡Ganaste! Siempre ganas. ¿Planeas regodearte? Me vio con lástima y avanzó manteniendo las manos en sus bolsillos, inspeccionándome con atención. —Lamento lo de tu abuelo… —dijo en un susurro, aumentando mi indignación. —¡¿Lo lamentas?! —grité furiosa—. ¡Tú lo mataste! —Él se puso en mi camino… Yo no quise lastimarlo —contestó como si hubiera algo de arrepentimiento en el fondo de su alma, pero sabía bien que esa era una palabra que él no dominaba. —¡Mentiroso! ¡Cretino! ¡Maldito! —volví a gritar, saliendo de mis casillas, víctima de mi desesperación—. ¡Lo mataste y te quisiste robar a Amber! —¡Todo es tu culpa! —exclamó perdiendo la paciencia, tomándome por sorpresa—. Tú decidiste quitarme a mi hija, tú decidiste huir, tú decidiste volverte una puta en cuanto firmé el divorcio. ¡Yo quería arreglar las cosas! ¡Estaba arrepentido! ¡¿No me merecía tu perdón?! —¿Estás consciente d
AVRIL STEEL —¿Te sientes muy valiente? —preguntó John, con el rostro oculto por esa gorra y ese atuendo casual que no minimizaba su presencia. —¿No se suponía que estabas muerto, John Foster? —inquirió Derek divertido, con el labio partido y el ojo morado, intentando recobrar el equilibrio y enfrentarlo. —¿Quién te dijo que esto no es un sueño? —John le ofreció una gran sonrisa antes de golpearlo con todas sus fuerzas, tirándolo al suelo, inconsciente. Intenté levantarme, apoyándome contra la pared, antes de que John se precipitara hacia mí y con un abrazo dulce y protector me sostuviera para no caer. —¿Qué te hizo ese maldito hijo de puta? —preguntó con tristeza, viendo las marcas en mi rostro. De pronto me alzó en brazos, preocupado—. Tengo que llevarte al hospital. —Estoy bien —contesté abrazada a su cuello—. Te arriesgaste mucho al venir. ¿Desde qué hora…? —¿Bromeas? —respondió divertido—. Llegué unos minutos después que tú. Esperé afuera mientras el juicio terminaba y
AVRIL STEEL Retrocedí lentamente, sin apartar la mirada de sus ojos cansados y sentí lástima por él. —Quieres algo que yo no te puedo dar… —Ningún favor es gratuito y la benevolencia de Chapman tenía un precio que yo no estaba dispuesta a pagar. Me tomó de la mano con gentileza, deteniéndome. —Si te vas con él, no podré hacer nada por ti —agregó preocupado. —Si me quedo, tampoco harás nada. Rita te exigirá mi cabeza y tú se la darás como el padre abnegado que eres —dije con tristeza. Aún creía que él tenía potencial para ser un buen hombre, pero había algo que lo detenía, un peso muerto que cargaba con dificultad—. No sé si sirva de algo lo que te voy a decir… pero… no eres el culpable de lo que le pasó a tu esposa, no deberías de creer que le debes algo a Rita por la muerte de su madre. —¿Ahora eres psicóloga? —preguntó con media sonrisa—. Soy su padre, lo único que tiene, no puedo dejarla sola. Eres madre, sabes de lo que hablo. —Suéltate antes de que Rita te arrastré con el
AVRIL STEEL Esperé que, al irnos de Verona, la ciudad del amor trágico e imposible, pudiera desintoxicarme de todas esas ideas y sentimientos que guardaba para Chapman, y que me hacían desesperar. ¿Cómo había desarrollado un lazo por él después de todo lo que pasamos? El silencio era una daga muy afilada que presionaba su filo contra mi garganta. John se mantuvo distante y serio y yo no tenía la fuerza para hablar del tema. ¿Qué podía decirle? ¿Cómo podía explicarme? Cuando la noche cayó y Damián se quedó dormido con los niños prácticamente encima de él, decidí romper el silencio. —John… —No creí que tuvieras algo con Chapman… —siseó sin voltear a verme—. ¿No es irónico? Yo me casé con Rita y tú… ¿Te enamoraste de él? —No es amor… —¿No lo es? —preguntó sonriendo y resoplando, como si le hubiera hecho una broma muy indignante—. ¿Entonces qué es? ¿Atracción? ¿Pasión? ¿Estás de acuerdo que tiene la edad de tu padre? —No sé qué es… —contesté sintiendo ese ardor en mis ojos, esa