AVRIL STEEL Era tan extraño tener a la pequeña hija de Rita entre mis brazos. Parecía irreal. De pronto atrapó mi dedo mostrando su curiosidad, así como una gran sonrisa juguetona. —¿Por qué…? —No pude terminar mi pregunta, no sabía cómo formularla. ¿Por qué la adoptaste cuando no es tuya? ¿Por qué librar a Rita de sus obligaciones como madre? ¿No sería una buena lección para ella que estuviera forzada a cuidar de la niña y volverse por primera vez responsable de algo en su vida? —Tan solo vela… —dijo John con melancolía—. ¿Crees que Rita le tendría piedad? —Es su madre… —No —contestó tajante—. Ella la parió, pero… ¿crees que tiene el derecho de ser llamada «madre»? Solo utilizó a la niña, la cuidó hasta que mi falsa paternidad la condenó a darme cada centavo, entonces no le molestó desecharla. »Ella saboteó mi auto, sabía que la niña iría conmigo y no le importó. ¿Tú harías eso con Amber? ¿La sacrificarías solo para lastimar o deshacerte de alguien más? —Jamás… —Madre es sin
AVRIL STEEL Giré sobre mis talones y lo enfrenté, llena de odio. —¿Qué haces aquí? ¿Qué más quieres? ¡Ganaste! Siempre ganas. ¿Planeas regodearte? Me vio con lástima y avanzó manteniendo las manos en sus bolsillos, inspeccionándome con atención. —Lamento lo de tu abuelo… —dijo en un susurro, aumentando mi indignación. —¡¿Lo lamentas?! —grité furiosa—. ¡Tú lo mataste! —Él se puso en mi camino… Yo no quise lastimarlo —contestó como si hubiera algo de arrepentimiento en el fondo de su alma, pero sabía bien que esa era una palabra que él no dominaba. —¡Mentiroso! ¡Cretino! ¡Maldito! —volví a gritar, saliendo de mis casillas, víctima de mi desesperación—. ¡Lo mataste y te quisiste robar a Amber! —¡Todo es tu culpa! —exclamó perdiendo la paciencia, tomándome por sorpresa—. Tú decidiste quitarme a mi hija, tú decidiste huir, tú decidiste volverte una puta en cuanto firmé el divorcio. ¡Yo quería arreglar las cosas! ¡Estaba arrepentido! ¡¿No me merecía tu perdón?! —¿Estás consciente d
AVRIL STEEL —¿Te sientes muy valiente? —preguntó John, con el rostro oculto por esa gorra y ese atuendo casual que no minimizaba su presencia. —¿No se suponía que estabas muerto, John Foster? —inquirió Derek divertido, con el labio partido y el ojo morado, intentando recobrar el equilibrio y enfrentarlo. —¿Quién te dijo que esto no es un sueño? —John le ofreció una gran sonrisa antes de golpearlo con todas sus fuerzas, tirándolo al suelo, inconsciente. Intenté levantarme, apoyándome contra la pared, antes de que John se precipitara hacia mí y con un abrazo dulce y protector me sostuviera para no caer. —¿Qué te hizo ese maldito hijo de puta? —preguntó con tristeza, viendo las marcas en mi rostro. De pronto me alzó en brazos, preocupado—. Tengo que llevarte al hospital. —Estoy bien —contesté abrazada a su cuello—. Te arriesgaste mucho al venir. ¿Desde qué hora…? —¿Bromeas? —respondió divertido—. Llegué unos minutos después que tú. Esperé afuera mientras el juicio terminaba y
AVRIL STEEL Retrocedí lentamente, sin apartar la mirada de sus ojos cansados y sentí lástima por él. —Quieres algo que yo no te puedo dar… —Ningún favor es gratuito y la benevolencia de Chapman tenía un precio que yo no estaba dispuesta a pagar. Me tomó de la mano con gentileza, deteniéndome. —Si te vas con él, no podré hacer nada por ti —agregó preocupado. —Si me quedo, tampoco harás nada. Rita te exigirá mi cabeza y tú se la darás como el padre abnegado que eres —dije con tristeza. Aún creía que él tenía potencial para ser un buen hombre, pero había algo que lo detenía, un peso muerto que cargaba con dificultad—. No sé si sirva de algo lo que te voy a decir… pero… no eres el culpable de lo que le pasó a tu esposa, no deberías de creer que le debes algo a Rita por la muerte de su madre. —¿Ahora eres psicóloga? —preguntó con media sonrisa—. Soy su padre, lo único que tiene, no puedo dejarla sola. Eres madre, sabes de lo que hablo. —Suéltate antes de que Rita te arrastré con el
AVRIL STEEL Esperé que, al irnos de Verona, la ciudad del amor trágico e imposible, pudiera desintoxicarme de todas esas ideas y sentimientos que guardaba para Chapman, y que me hacían desesperar. ¿Cómo había desarrollado un lazo por él después de todo lo que pasamos? El silencio era una daga muy afilada que presionaba su filo contra mi garganta. John se mantuvo distante y serio y yo no tenía la fuerza para hablar del tema. ¿Qué podía decirle? ¿Cómo podía explicarme? Cuando la noche cayó y Damián se quedó dormido con los niños prácticamente encima de él, decidí romper el silencio. —John… —No creí que tuvieras algo con Chapman… —siseó sin voltear a verme—. ¿No es irónico? Yo me casé con Rita y tú… ¿Te enamoraste de él? —No es amor… —¿No lo es? —preguntó sonriendo y resoplando, como si le hubiera hecho una broma muy indignante—. ¿Entonces qué es? ¿Atracción? ¿Pasión? ¿Estás de acuerdo que tiene la edad de tu padre? —No sé qué es… —contesté sintiendo ese ardor en mis ojos, esa
AVRIL STEEL —¿El abuelo ya era muy viejito? —preguntó Amber procesando la idea de que el abuelo ya no volvería. Era complicado explicarle lo que significaba la muerte sin causarle esa ansiedad que todos los adultos sentíamos por lo menos una vez al mes, tal vez una vez a la semana para los más aprensivos. —Ya era grande —contestó mi papá acariciando sus cabellos. Tenía razón, ya era grande, pero eso no significaba que no doliera. Mientras organizábamos un rincón de la casa para mantener las cenizas del abuelo en buenas condiciones, me di cuenta de que regresar significó toda una avalancha de emociones y, sobre todo, dolor. Fue como si todos los problemas que había dejado aquí se hubieran alimentado y crecido durante mi ausencia, para recibirme con más hambre y furia. ↓ Antes de que John llegara decidí salir de la casa e ir directo a mi empresa. Tenía que recobrar mi vida, tenía que distraerme en algo más que no fueran mis penas. Al principio pensé en llevarme a George y Amber
AVRIL STEEL —¿Señora? Aquí está lo que me pidió… —dijo Alissa dejando caer un enorme bulto de papeles sobre el escritorio. Era bueno saber que seguía siendo tan buena investigadora como siempre. —Luisa Chapman… —pronuncié el nombre escrito en el expediente después de que Alissa se fuera. Sentí por un momento que su espíritu vendría, tan rencoroso y voluble como su hija, para torturarme por besar a su esposo. La señora Chapman tenía un historial muy largo asociado a depresión, al parecer Chapman la conoció en el hospital, tal vez se encontraron por los pasillos, cuando él iba a alguna consulta y ella salía de terapia. ¿Cómo alguien con depresión y miedo a estar sola, se pudo enamorar de alguien tan frío y antisocial? Su acta de defunción y reporte de autopsia manejó que se suicidó después de un ataque de ansiedad muy fuerte. Horrorizada por cada palabra, preferí cerrar todo y presionar mis ojos con las palmas de mis manos. Chapman le había preguntado a Rita si había tomado sus
JOHN FOSTER Después de arrullar a Mary y dejarla dormida en su cunita, me dediqué a beber en completa soledad en la sala. No podía evitar evocar una y otra vez ese beso en el aeropuerto. —Señor, ambas denuncias están vigentes… Se mandará un citatorio a la familia Chapman para que se presenten a juicio —dijo Damián entrando a la sala, deteniéndose en seco cuando notó mi actitud—. ¿Señor? —Vaya… Entonces vendrá Rita con su «amado padre». No puedo esperar para volverlos a ver, de seguro Avril se pondrá feliz —dije con ironía y la mirada perdida en el futuro. —Señor Foster, si me permite darle un consejo, creo que sería un buen motivo para que se casara con la señorita Steel. —Por el contrario, creo que este es un pésimo momento… —contesté malhumorado—. Si ella ama a Chapman, terminará de romperme el alma con su rechazo. No quiero imaginármela corriendo con el vestido de novia hacia los brazos de él. —No lo hizo en el aeropuerto, no lo hará en su boda —agregó sentándose a mi lado—.