HENRY CHAPMANPerdiendo la fe, sentado en un banco junto a la cama de Avril, mi atención estaba fija en ese grupo de catéteres que salían de su cuello, veía como su sangre salía de su cuerpo y volvía a entrar. Ver a una mujer tan joven, con toda la vida por delante, con hijos pequeños que la estarían esperando en casa, y muchos sueños que cumplir, atada a un enorme corazón de acero, era deprimente, pero saber que era Avril, esa rubia que siempre sabía cómo responder a mis comentarios hostiles, se volvía un dolor tan personal. Seguía sin creer que Rita había sido capaz de hacer algo tan atroz y darse a la fuga.Vi los papeles entre mis manos, la responsiva que le entregaría a los padres de Avril. Era sencillo, podían mantenerla conectada hasta que su cuerpo no aguantara o… simplemente desconectarla de una vez y dejar que se fuera
AVRIL STEEL Abrí los ojos lentamente y me di cuenta de que me dolía la cabeza de una manera insoportable, los músculos de mi espalda y mi cuello estaban contracturados y las punzadas detrás de mis ojos se estaban volviendo insufribles. Cuando quise jalar aire, un dolor intenso se apoderó de mi pecho, era como si hubieran puesto mi torso en una prensa hidráulica. Recosté de nuevo mi cabeza en la mullida almohada y puse mis manos contra mi pecho, crujía en cada respiración. ¿Qué había pasado? ¿Dónde estaba? Techos blancos, luces frías, monitores a mi alrededor y tubos delgados y transparentes fijados a mis venas, metiendo líquidos de colores ambarinos a mi cuerpo. Estaba aterrada, ¿qué me había pasado? Busqué en el cuarto, había una enfermera abriendo las cortinas, no se había percatado de mi presencia hasta que mis latidos cardiacos acelerados se proyectaron en el monitor. —¡Buenos días! —exclamó brindándome una gran sonrisa—. Todos es
HENRY CHAPMAN—Perdió la memoria… —interrumpí la alegría de los padres de Avril, quienes congelaron sus sonrisas y voltearon lentamente.—¿Cómo? —preguntó el señor Steel acercándose a mí—. ¿Por qué? Lo que le fallaba era el corazón, no la cabeza.—El tiempo que pasó en ese coma inducido y las benzodiacepinas que se le administraron todos los días, pudo ser la combinación que le hicieran perder la memoria. Ella cree que está en vísperas de casarse con Derek Malone —refunfuñé con pesar—. En este momento he pedido apoyo para el departamento de neurología, están intentando descartar cualquier daño en su cerebro.—Pero… ¿Ella estará bien? —preguntó la madre, víctima del suspenso.&mdas
AVRIL STEELComo si se tratara de cualquier historia genérica de una princesa cualquiera, terminé en la torre más alta y custodiada por un feroz dragón. El doctor Chapman me había metido en una de las habitaciones de su enorme casa nueva para atender mis necesidades y vigilar mi progreso. Necesitaba terapia neurológica, psiquiátrica y psicológica, todo por mi bien, porque al parecer había siete u ocho años que yo no recordaba y que se reusaban a explicarme.Mis padres decían que tenían que adecuar la casa para que pudieran tenerme ahí, pero… ¿qué era lo que tenían que arreglar? ¡No tenía sentido! ¿Me veían como una carga? ¿Eso era posible? Ellos siempre habían sido dulces y comprensivos conmigo, ¿por qué cambiarían ahora que más los necesito?&mda
HENRY CHAPMAN—Doctor, lo siento, pero no pienso estarme peleando con usted todos los días, incluso de noche —contestó Clary con hosquedad y reproche. —Triplicaré tu sueldo. —Por fin volteé hacia ella, notando la indecisión en su rostro. Necesitaba el dinero, o por lo menos no sabía disimularlo muy bien.—No puedo. —Agachó la mirada y apretó los dientes.—¿Por qué?—Scott…—El niño. —Entorné los ojos recordando al pequeño—. ¿Tu hijo?Asintió pesarosa y parecía que había algo más que la torturaba.—¿No lo puede cuidar su papá?—Su papá… no… —Suspiró con tanta brusquedad que sus mejillas se inflaron—. Soy madre soltera.—Tr&aa
AVRIL STEELCaminé por las calles, nada en la ciudad parecía diferente o extraño. Era como si nada hubiera cambiado, hasta que me planté delante de ese enorme edificio de oficinas. Cuando lo vi junto a Derek, solo íbamos a rentar unas cuantas, para comenzar nuestro proyecto, pero ahora parecía que pertenecía a una enorme empresa.—¿Presidenta? —preguntó el hombre de la entrada, acercándose a mí con emoción contenida—. ¿Es usted?—¿Presidenta? —inquirí confundida.—¿Por fin regresará a trabajar? ¡Qué gusto volverla a ver! —exclamó emocionado y más trabajadores se le unieron.Entré al edificio con curiosidad, era lindo que todos me recibieran con tanta alegría y halagos. Llegué hasta el último piso y me dirigí por
AVRIL STEEL—Oye… No tengo nada… Estoy en ceros —contesté volteando los bolsillos de mi pantalón, en el mismo momento que otro hombre se acercó.—Eso es una lástima, muñeca… una gran desgracia, pero para ti —dijo con una sonrisa antes de abalanzarse.Quise escapar, volviendo a correr, pero no pude llegar muy lejos antes de que me abrazara por la espalda y me metiera al callejón siguiente, donde me arrojó al suelo. Sentí como la grava suelta y la basura se clavó en mi espalda, pero el dolor más fuerte fue el de mi tórax que volvió a crujir como si algo se hubiera roto por dentro.El dolor me incapacitó y aunque quise patalear, no tenía la fuerza y mucho menos las ganas. El dolor de mi pecho me nublaba la vista.—Si no hay dinero, hay cuerpo —dijo el hombre riendo junto con su amig
AVRIL STEELSubí con cuidado de no lastimarme más y caí con ambos pies dentro del jardín de la casa. Avancé lentamente y entré por la puerta principal. Las luces estaban prendidas, pero no veía a nadie ahí. Antes de gritar por mis padres, me encontré con una urna en uno de los libreros. Todo había sido apartado, creando lo que parecía un pequeño altar, con una veladora y algunas fotografías.Tomé la urna y entonces me di cuenta, eran las cenizas de… ¿mi abuelo? Los ojos se me empañaron y tuve que devolver el objeto a su lugar antes de que mis manos temblorosas lo tiraran.—¿Mamita? —Una suave voz me tomó por sorpresa. Volteé lentamente y vi a una pequeña de cabellos rubios y ojos azules, tan llorosos como los míos. Sus manitas se aferraban a la esquina de la pared y sus labios tembl