Ronroneó y sus ojos se encendieron cuando toqué su otro pecho y encontré su duro y abultado pezón. Tenía los pezones muy sensibles y me encantaba devorarlos. Y hacer que ella me deseara. Ese era el verdadero motivo si he de ser sincero. Hacer que Raquel me desease era mi obsesión. Eché su cabello a un lado y me abalancé hacia su cuello con mis labios. Me encantaba el sabor de su piel y cómo respondía cuando la tocaba. Había mucha química entre nosotros y eso lo supe desde el primer instante. Ahora se arqueaba hacia mí y acercaba sus pechos a mis manos. Le pellizqué un pezón y me volví loco con el sonido que ella emitió. Sabía adónde llevaba todo esto, o hacia dónde quería que nos llevase. A moverme dentro de ella, a hacer que se corriera, a conseguir que pusiera esa mirada dulce y preciosa después de llegar al orgasmo. Vivía por ese mirar en sus ojos. Esa mirada me llevaba a comportarme de una manera que nunca antes pensé que podría hacer con una mujer. Empezó a moverse en mi regazo
Hoy entré en el edificio por la puerta principal después de aparcar, porque quería comprar los periódicos más importantes de la prensa norteamericana y leerlos detenidamente en busca de la mínima señal. Estarían ya plagados de difamaciones políticas, pero la verdadera lucha entre los candidatos aún no había comenzado. Las elecciones presidenciales de Estados Unidos tendrían lugar en Noviembre, así que aún quedaban cinco meses de campaña. Sentí una punzada de preocupación, pero decidí ignorarla. No podía fallar en su protección. No me podía permitir un solo error. Muriel me sonrió cuando pagué los periódicos. Intenté no estremecerme por la visión de sus dientes. -Aquí tienes, guapo -dijo, y me dio el camio con su mano sucia. Eché un vistazo a su mano mugrienta y decidí que ella necesitaba más el cambio que yo contagiarme de algo. -Quédatelo -la miré a sus ojos verdes, hermosos de una manera extraña, y asentí-. Me llevaré estos periódicos de Estados Unidos de manera regular, por si
Raquel me envió un mensaje de texto una hora después: ¿Has hablado con mi madre? :OOh. Dios, su madre ya había dado con ella. Esperé no haber causado muchos problemas. Le contesté: Lo siento, nena. Llamó a tu móvil antiguo y no se alegró cuando contesté :/Respondió de inmediato: Siento que hayas tenido que tratar con ella. Te lo recompensaré >. Había dicho que me echaba de menos. Me había puesto besos y corazones. Intenté no analizarlo demasiado, pero resultaba difícil
-Elliot, ¿qué pasa?-¿Qué te hace pensar que pasa algo?-Una buena corazonada -sonrió burlona-, y el morreo me lo ha confirmado.-Solo te echaba de menos, eso es todo -dije negando con la cabeza-. ¿Cómo ha ido el almuerzo con esos colegas a los que querías impresionar?-Ha ido genial. Tuve que hablar sobre la restauración de lady Perceval, y la verdad es que les he dado algo que va a hacer que me recuerden. Espero que salga algo de ello. Quizá suceda -sonrió-. Y te lo debo todo a ti -me dio un beso en la boca y sostuvo mi barbilla en su mano. Yo traté de devolverle la sonrisa. Creía haberlo hecho, pero al parecer disimular mis sentimientos se me daba tan mal como lidiar con mis celos. >-. ¿Me vas a decir lo que te p
Joder. Van a hacerlo. Mi corazón comenzó a latir con fuerza mientras un miedo que jamás había experimentado despertaba la adrenalina almacenada en mis venas y las distribuía por todo mi cuerpo. Había estado esperando que esto pasara. Muy dentro de mí era consciente de que sucedería, pero en aras de mi cordura lo había alejado de mí. Negarlo funcionó un tiempo, pero ahora ese tiempo había expirado. -¿Estás preparado? -me preguntó. El ser que formulaba la pregunta era el mismo al que quería destripar y dejar que se desangrara poco a poco. Aquel que hablaba sobre ELLA. El que amenazaba todo el tiempo con hacerle daño. Joder, ¡NOOOO!Movía la cabeza mientras avanzaba hacia mí, su rostro acercándose, el humo de su cigarrillo de liar con olor a clavo formando remolinos y tentándome, haciéndome la boca agua. Es curioso que pudiera desear así un cigarrillo en un momento como ese, pero así era. Le habría arrancado el puto cigarrillo de la boca y lo habría metido en la mía de haber podido.
-No, nena. No es eso. Por favor. No es eso. Soy yo, algo del pasado... un momento horrible en la guerra.-Pero no me lo vas a contar... ¿Por qué no puedes decirme qué te pasó? Tus cicatrices..., Elliot... -intentó apartarse de mí, poner distancia entre los dos, pero no de coña iba a permitirlo.-No, Raquel, te necesito. No me apartes de tu lado.-No lo...Interrumpí sus palabras aplastando mi boca contra la suya, poseyéndola con mi lengua tan hondo que todo lo que ella pudo hacer fue aceptarla. La cogí y di tumbos hacia la cama. Tenía que estar dentro de ella, en todos los sentidos. Necesitaba ratificar que ella se hallaba aquí, que yo estaba vivo, que ella estaba a salvo bajo mi cuidado, que yo estaba vivo..., que ella estaba a salvo..., que yo estaba vivo...-Nena, eres tan guapa y me haces tanto bien... Lo eres todo para mí ¿de acuerdo? Dime que me deseas -balbuceé mientras separaba sus piernas con mis rodillas y metía dos dedos dentro de su sexo, húmedo y caliente. Empecé a acaric
Me reí sin parar durante un buen rato, pues como Elliot me contaba esa parte fue muy divertido. -¿Te causo risa, Karla? -me pregunta -Oh, lo siento, lo siento -le dije calmada-. Sólo qué... tu explicación fue... chistosa. -Bueno, no te culpo. >, pensé, pues yo tampoco culparía a Raquel por quererlo, Elliot es un gran hombre. Pero... quizá muy... posesivo. -¿La culpas por querer ? -No -me responde sin pensarlo-. No la culpo, nunca lo haría. Raquel es... independiente. -Y eso te gusta de ella -afirmo. -Exacto -sonríe y me mira-. Raquel es lo mejor que me ha pasado. ¡Lo mejor! Escucharlo decir ese tipo de cosas de Raquel me recordaba a David, puede que eso también haya impedido que le olvidara cuando me alejé. Pero si soy sincera, me alegra muchísimo de que no haya así, pues al final me fuese arrepentido de hacerlo. -Lo noto. Y no sabes cuánto me alegro, Elliot. -Puedo decir que también eres lo mejor para mi hermano. Lo noto. Y antes de poder decir algo más, se levantó de
Luego de ver toda aquella escena, Raquel y yo nos fuimos a la cocina por algo de beber. Para mí fue algo increíble ver aquello. Pues supongo que desde hacía mucho tiempo no hablaban de lo que le pasó a David, y por parte entiendo el hecho de que no lo hicieran. Elliot tiene razón. No solo David lo sufrió, toda su familia también, y lo sé mejor que nadie porque Carmen aún lo sufre cada día. Aunque no me lo diga. -¿Te pasa algo? -me pregunta Raquel sacándome de mis pensamientos. -¿Eh? -digo mientras levanto la mirada-. No... ehmm... no me pasa nada. -Entonces cambia esa cara, querida, parece que algo te atormenta. -me toma de la mano y sonríe-. ¿Es por lo que dijo Elliot, de que David no llegará a la boda? -¿Qué? No, no, no. -Karla, querida, conozco a David tanto como a Elliot -al ver mi rostro se rió y me dio un par de palmaditas en mi mano-, bueno, quizá no taaaantoooo -alargó la palabra-. En fin, lo que quise decir, es que David no te haría eso. Si ha faltado a las reuniones fa