Capítulo 150

Permanecí un rato más en mi escritorio, escribiendo algunas notas y enviando algunos correos electrónicos antes de cerrar el portátil. Cuando apagué la luz, Simba coleteó como loco en el acuario que brillaba detrás de mi escritorio. Fui hasta allí y le lancé ua golosina antes de dirigirme a la terraza, a sentarme un rato.

Pasé por el dormitorio y no oí más que silencio. Quería que Raquel durmiese bien. No más pesadillas para mi chica. Ya había sufrido lo suficiente para toda la vida.

En la noche lucían millones de estrellas. No solían brillar nunca con tanta fuerza y me di cuenta del tiempo que hacía que no me sentaba aquí fuera. Encendí otro cigarro. Pero lo terminaría enseguida. Si fumaba fuera nadie tenía que enterarse. No debería fumar dentro mientras Raquel estuviese ahí.

Crucé los pies en la otomana y me recosté en la tumbona. Dejé que mi mente y mis pensamientos vagaran por todo lo que habían ocurrido durante el día. Pensé en la trágica historia de Raquel y en cómo había altera
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