-No, nena. No es eso. Por favor. No es eso. Soy yo, algo del pasado... un momento horrible en la guerra.-Pero no me lo vas a contar... ¿Por qué no puedes decirme qué te pasó? Tus cicatrices..., Elliot... -intentó apartarse de mí, poner distancia entre los dos, pero no de coña iba a permitirlo.-No, Raquel, te necesito. No me apartes de tu lado.-No lo...Interrumpí sus palabras aplastando mi boca contra la suya, poseyéndola con mi lengua tan hondo que todo lo que ella pudo hacer fue aceptarla. La cogí y di tumbos hacia la cama. Tenía que estar dentro de ella, en todos los sentidos. Necesitaba ratificar que ella se hallaba aquí, que yo estaba vivo, que ella estaba a salvo bajo mi cuidado, que yo estaba vivo..., que ella estaba a salvo..., que yo estaba vivo...-Nena, eres tan guapa y me haces tanto bien... Lo eres todo para mí ¿de acuerdo? Dime que me deseas -balbuceé mientras separaba sus piernas con mis rodillas y metía dos dedos dentro de su sexo, húmedo y caliente. Empecé a acaric
Me reí sin parar durante un buen rato, pues como Elliot me contaba esa parte fue muy divertido. -¿Te causo risa, Karla? -me pregunta -Oh, lo siento, lo siento -le dije calmada-. Sólo qué... tu explicación fue... chistosa. -Bueno, no te culpo. >, pensé, pues yo tampoco culparía a Raquel por quererlo, Elliot es un gran hombre. Pero... quizá muy... posesivo. -¿La culpas por querer ? -No -me responde sin pensarlo-. No la culpo, nunca lo haría. Raquel es... independiente. -Y eso te gusta de ella -afirmo. -Exacto -sonríe y me mira-. Raquel es lo mejor que me ha pasado. ¡Lo mejor! Escucharlo decir ese tipo de cosas de Raquel me recordaba a David, puede que eso también haya impedido que le olvidara cuando me alejé. Pero si soy sincera, me alegra muchísimo de que no haya así, pues al final me fuese arrepentido de hacerlo. -Lo noto. Y no sabes cuánto me alegro, Elliot. -Puedo decir que también eres lo mejor para mi hermano. Lo noto. Y antes de poder decir algo más, se levantó de
Luego de ver toda aquella escena, Raquel y yo nos fuimos a la cocina por algo de beber. Para mí fue algo increíble ver aquello. Pues supongo que desde hacía mucho tiempo no hablaban de lo que le pasó a David, y por parte entiendo el hecho de que no lo hicieran. Elliot tiene razón. No solo David lo sufrió, toda su familia también, y lo sé mejor que nadie porque Carmen aún lo sufre cada día. Aunque no me lo diga. -¿Te pasa algo? -me pregunta Raquel sacándome de mis pensamientos. -¿Eh? -digo mientras levanto la mirada-. No... ehmm... no me pasa nada. -Entonces cambia esa cara, querida, parece que algo te atormenta. -me toma de la mano y sonríe-. ¿Es por lo que dijo Elliot, de que David no llegará a la boda? -¿Qué? No, no, no. -Karla, querida, conozco a David tanto como a Elliot -al ver mi rostro se rió y me dio un par de palmaditas en mi mano-, bueno, quizá no taaaantoooo -alargó la palabra-. En fin, lo que quise decir, es que David no te haría eso. Si ha faltado a las reuniones fa
Luego de cenar, David pidió una botella de champaña para brindar. Pero esa noche no me sentía muy bien para tomar, así que le pedí que me trajeran algo sin alcohol, así fuese solamente un vaso de agua. Todos se sorprendieron y no paraban de preguntarme, hasta la misma Raquel me hizo una insinuación de un fulano embarazo. -Creo que voy a ser tía -dice emocionada y a la vez como con un tono interrogativo. -¿Qué vas a ser qué? -pregunta David tras escupir el champaña y me mira con los ojos abiertos. -Tía -repite con seriedad-. No hay otra opción de que Karla no quiera beber esta noche. -La verdad... -digo para quitar la incomodidad de David-... Hoy no me he sentido muy bien. Y no creo que beber sea bueno. Otro día. -¿Cómo sabes que no es embarazo? -me pregunta Elliot algo confundido. -No lo sé -le respondo sin pensarlo dos veces-. Simplemente me siento mal. Y no precisamente tiene que ser por embarazo. Elliot y Raquel me dejaron pensando, y la cara de David cambió de felicidad a
Decidí llamar a la única persona que podía ayudarme. Mi cuñado haría cualquier cosa por mantenerme a salvo. Pero también necesitaba de Franco. Así que decidí llamar a los dos. Pero... mi hermano no podía quedar fuera. -¿Franco? -pegunté al segundo que contesto. -Guapa -dice con su voz alegre-. ¿Qué hay? -Necesito de tu ayuda. -¿Dónde nos vemos? -preguntó si quiera preguntar sobre qué trataba. -Luego te aviso. -Espero tu llamada, guapa. Hasta luego. -Hasta luego, Franco. Ya contaba con uno. Faltaba mi cuñado y mi hermano. Solo esperaba que ninguno se lo dijera a David. -¿Sí? -escuché a mi hermano. -¿Dónde nos podemos ver? -pregunté. -En el bar -responde de inmediato-. Te espero aquí. Avísame cuando vengas. -Bien. Nos vemos en quince minutos. Solo no le dig... -No le diré a mi cuñado, tranquila, Kar. -Gracias -y colgó. Contaba con dos. Esperemos Elliot me ayude también. -¿Puedes acompañarme? -pregunté sin más. -¿Te busco? -preguntó. -¿Ni siquiera quieres saber a dónde?
Diez minutos más tarde, estábamos bajando con las cajas con ayuda de mi tío y Franco. -Son muchas cosas las que Alejandro dejó -dice mi tío divertido. -El señor Alejandro solo quería salir de aquí, señor -dice Marcela casi con el mismo tono divertido-. Le pregunté disimuladamente el por qué, y me dijo que si no lo hacía pronto, iba a matar a su cuñado. -Yo lo fuese hecho -dice Franco con todo cansado-. Si que están pesadas estás cajas, eh. -Sergio puede ser lo que sea, pero siempre me "consentía" por buscarle alguna palabra que no sea comprarme con joyas o ropa. -Sí, mejor digamos que te consentía -me responde con molestia. Al estar en la puerta, llamé a Alejandro y a Elliot que estaban en la cocina con Sergio para que no pudiera hacer nada contra mí. Dos minutos más tarde estábamos saliendo del aparcamiento de mi antigua casa. Con mis cosas, Marcela y los documentos. -No te agradecí que los hayas guardados, Marcela -le digo tomando su mano-. De verdad no sabes lo que haz hech
No tenía opción. Mi hermano me había puesto en esta situación. Aunque tampoco tuve que haberle dicho esto sabiendo como era. No lo culpaba, no podría nunca. Solo me tocaba ser valiente y decirles. -Sí, tú. Me lo acabas de decir hace unos segundos. -Solo dije que estaba pensando en algo, no que ya tenía lugar. -Pues sí, pero igual debes decirnos -me insistía. Si no conociera a mi hermano, diría que me está echando a los lobos. Pero no es así. Me estaba ayudando a enfrentar a mi cuñado y a mi novio. Por así decirlo. -Dinos, cariño -me dice David de pronto. -Estaba pensando que pueden celebrarlo en la antigua casa de su familia. En el pueblo. La casa es grande y muy bonita, tiene espacio. Solo es... -La mejor idea que haz tenido -dice Carmen interrumpiéndome-. ¿O no, chicos? -La verdad es que sí, cuñada, es una gran idea -dice Elliot-. Podemos quedarnos todos allá esta noche, y no tener que viajar mañana temprano. -Nosotros iremos mañana -dice David bruscamente-. Tengo que hacer
Fui a toda prisa hasta mi armario, me puse algo de ropa y los zapatos, cogí las llaves del coche, y la cartera, el móvil y bajé al garaje. Salí disparado a la calle con los neumáticos rechinando y empecé a calcular lo lejos que había podido llegar desde que la cámara de seguridad la había registrado, sin dejar de pensar en lo fácil que sería para un profesional liquidarla a estas horas y hacer que pareciera un accidente.Era temprano, poco más de las siete, y una típica mañana nublada londinense empezaba a cobrar vida. Las furgonetas de reparto y los vendedores ambulantes ya estaban en movimiento como de costumbre, la cafetería del barrio desplegaba su enérgica actividad y unos cuantos corredores matinales hacían ejercicio, pero no veía a la que yo estaba buscando.. Podía encontrarse en cualquier lugar.No paraba de preguntarme por qué se habría ido sin decírmelo. Estaba cagado de miedo de que fuera por mí. Por lo que había visto de mí anoche. Por lo que había pasado después... Estaba