No tenía opción. Mi hermano me había puesto en esta situación. Aunque tampoco tuve que haberle dicho esto sabiendo como era. No lo culpaba, no podría nunca. Solo me tocaba ser valiente y decirles. -Sí, tú. Me lo acabas de decir hace unos segundos. -Solo dije que estaba pensando en algo, no que ya tenía lugar. -Pues sí, pero igual debes decirnos -me insistía. Si no conociera a mi hermano, diría que me está echando a los lobos. Pero no es así. Me estaba ayudando a enfrentar a mi cuñado y a mi novio. Por así decirlo. -Dinos, cariño -me dice David de pronto. -Estaba pensando que pueden celebrarlo en la antigua casa de su familia. En el pueblo. La casa es grande y muy bonita, tiene espacio. Solo es... -La mejor idea que haz tenido -dice Carmen interrumpiéndome-. ¿O no, chicos? -La verdad es que sí, cuñada, es una gran idea -dice Elliot-. Podemos quedarnos todos allá esta noche, y no tener que viajar mañana temprano. -Nosotros iremos mañana -dice David bruscamente-. Tengo que hacer
Fui a toda prisa hasta mi armario, me puse algo de ropa y los zapatos, cogí las llaves del coche, y la cartera, el móvil y bajé al garaje. Salí disparado a la calle con los neumáticos rechinando y empecé a calcular lo lejos que había podido llegar desde que la cámara de seguridad la había registrado, sin dejar de pensar en lo fácil que sería para un profesional liquidarla a estas horas y hacer que pareciera un accidente.Era temprano, poco más de las siete, y una típica mañana nublada londinense empezaba a cobrar vida. Las furgonetas de reparto y los vendedores ambulantes ya estaban en movimiento como de costumbre, la cafetería del barrio desplegaba su enérgica actividad y unos cuantos corredores matinales hacían ejercicio, pero no veía a la que yo estaba buscando.. Podía encontrarse en cualquier lugar.No paraba de preguntarme por qué se habría ido sin decírmelo. Estaba cagado de miedo de que fuera por mí. Por lo que había visto de mí anoche. Por lo que había pasado después... Estaba
Quería arrancarle el móvil de las manos y tirarlo por la ventana, y probablemente lo habría hecho si ella no lo hubiese apagado y se lo hubiese guardado en el bolsillo.-¡Sabes lo que quiero decir, Raquel, y no te burles de mí con él, joder!-¡Me has avergonzado, Elliot! Paul cree que eres...-Me importa una puta mierda lo que piense ese chupapollas. ¿Es algo tuyo?-Es un buen tío y un amigo -no me miró a los ojos cuando lo dijo y lo sabía. ¡Oh, joder, si lo sabía!-¿Dejaste que te follara, Raquel! ¿Conoce ese cuerpecito tuyo tan perfecto para el sexo? ¿Te ha tocado, te ha metido la polla? ¿Mmmm?. De verdad quiero saberlo. Háblame de ti y del bueno de Paul.-Ahora mismo eres un completo gilipollas -cruzó los brazos bajo el pecho y miró hacia delante a través del parabrisas-. No voy a contarte nada.-¿Te lo follaste?Se movió en el asiento y me echó una mirada que hizo que me doliera todo.-¿A quién te tiraste tú por última vez antes de interesarte por mí, Elliot? ¿Quién fue la afortun
Almuerzo en Gladstone's e Ivan llegaba tarde. No sé para qué me molesto en intentar ser puntual con mi primo cuando él desde luego no lo es. Miré el reloj y eché una ojeada alrededor de la sala. Este lugar que en el siglo pasado fue un club de caballeros había resucitado con mantelerias blancas, mucho cristal y maderas claras, y ya no se parecía al enclave social exclusivo para hombres destinado a los londinenses privilegiados de hace cien años. Bueno, Ivan habría encajado allí a la perfección. Mi primo era un lord de la realeza, aunque odiara que se lo recordaran y desde luego no actuara como tal. Ninguno de nosotros podía evitar haber nacido de una manera determinada e Ivan no podía controlar que su padre hubiese sido el anterior barón de Rothvale, igual que yo no podía cambiar el echo de que mi padre condujese un taxi londinense. De todas formas, nos unían cosas mucho más importantes que el dinero. ¿A quién intentaba engañar? Ivan podía tirarse de un puente si quería, yo tenía re
Aún tenía que conocer a la adorada tía Marie, pero eso iba a tener lugar muy pronto. Habíamos decidido que era hora de presentar a las familias en una cena en mi casa. Mi padre, la tía de Raquel, Gabrielle, Clarkson, Neil y Elaina componían la corta lista. Mis hermanos y mi madre no se encontraban en casa. Lo habíamos hablado y creíamos que ya era hora de compartir con todos ellos lo que nos estaba sucediendo y las posibles amenazas hacia Raquel. Todos eran muy importantes y necesitaban saber lo que había en juego. Raquel era demasiado importante para arriesgarme a estas alturas, y todos los involucrados ya conocían su pasado de todas formas.-Bueno, estoy deseando conocerla. Parece que tiene predilección por ti -volví a mirar el reloj-. No me puedo creer lo que ha hecho Ivan, mira que no presentarse... Qué maleducado.-¿Por qué no lo llamas? -sugirió Raquel.-Eso sería una pérdida de tiempo. Nunca contesta al móvil. Dudo que ni siquiera encienda el maldito aparato.-¡Oh, mierda! -Gab
-¡Sí! -respondió Raquel.-Puf -refunfuñé-. Solo si voy yo de carabina, y tengo casos pendientes hasta después de agosto -le eché una mirada a Ivan para hacerle saber que Raquel iría sola a su finca de Irlanda por encima de mi cadáver en descomposición.-¿Qué? ¿No te fías de mí, E, de tu propia sangre? -negó con la cabeza-. Qué triste.-¿Con ella? ¡Ni de coña! -volví a coger la mano de Raquel, y las ganas de tocarla superaban el hecho de que fuera un cabrón celoso con cualquiera que intentara flirtear con ella, incluso mi primo.-¿Sabes qué? Debería presentarte a Gabrielle. Mi compañera de piso está escribiendo su tesis sobre Mallerton. Ella es la persona que necesitas, Ivan. Gaby estaba aquí también pero se ha tenido que ir. Es una pena que no os hayáis conocido -Raquel sonrió dulcemente, contenta con su sugerencia. Separó la mano de la mía con un pequeño golpecito y acto seguido lanzó una mirada crítica.-¡Sí! -exclamé, interesado de repente-. Gabrielle sería perfecta para el puesto,
La llamé desde el coche mientras conducía.-Hola. No tengo hambre, Elliot -sonaba rara.-¿Qué te pasa, nena? ¿No te encuentras bien? esto era nuevo. Nunca antes había estado enferma, excepto el dolor de cabeza de la noche que nos conocimos.-Me duele la tripa. Estaba acostada.-¿Crees que te estás poniendo enferma? ¿Quieres que pase por la farmacia y te compre algo? -le ofrecí.Hizo una pausa antes de contestar de forma crítica.-No..., es que me duelen los ovarios.Ah. La maldición. La conocía por mi hermana, pero nunca antes había tenido que enfrentarme a ella en una relación. De hecho, tampoco había tenido nunca una relación como la que tenía con Raquel. Cuando te acuestas con meros ligues, los inconvenientes del tipo > no llegan a surgir. Pero había escuchado las quejas de mis amigos durante años, y había crecido con mi hermana. Y había aprendido lo suficiente como para saber que darle su espacio a una mujer cuando está hormonando es lo mejor que se puede
-Por favor, llámame Richard, y ten un poco más de paciencia conmigo, querida, porque me voy a tomar otra libertad -¡mi padre se inclinó y la besó en la mejilla! Ella se ruborizó algo más y sintió un poco de vergüenza, pero aún parecía contenta. Seguí acariciándole la espalda y esperé que no fuese demasiado... de todo.-No te pases, viejo -dijo, mientras negaba con la cabeza-. Mi chica. Mía -la acerqué más a mí hasta que soltó una queja.-Creo que lo pillan, Elliot -repuso ella, con la mano en mi pecho.-Vale, pues que nadie lo olvide.-Es casi imposible que eso pase, amor.Me ha llamado amor. Todo va bien, pensé, y me alegré de poder reírme de mí mismo ahora que nos habíamos propuesto socializar esta noche.-Pollo Marsala... mmm. Raquel, querida, ¿qué le has puesto? -preguntó mi padre entre bocado y bocado-. Está delicioso.-He utilizado vino de chocolate para sofreír el pollo.-Interesante. Me encanta lo que le produce al sabor -mi padre le guiñó el ojo a Raquel-. ¿Así que eres una g