Luego de cenar, David pidió una botella de champaña para brindar. Pero esa noche no me sentía muy bien para tomar, así que le pedí que me trajeran algo sin alcohol, así fuese solamente un vaso de agua. Todos se sorprendieron y no paraban de preguntarme, hasta la misma Raquel me hizo una insinuación de un fulano embarazo. -Creo que voy a ser tía -dice emocionada y a la vez como con un tono interrogativo. -¿Qué vas a ser qué? -pregunta David tras escupir el champaña y me mira con los ojos abiertos. -Tía -repite con seriedad-. No hay otra opción de que Karla no quiera beber esta noche. -La verdad... -digo para quitar la incomodidad de David-... Hoy no me he sentido muy bien. Y no creo que beber sea bueno. Otro día. -¿Cómo sabes que no es embarazo? -me pregunta Elliot algo confundido. -No lo sé -le respondo sin pensarlo dos veces-. Simplemente me siento mal. Y no precisamente tiene que ser por embarazo. Elliot y Raquel me dejaron pensando, y la cara de David cambió de felicidad a
Decidí llamar a la única persona que podía ayudarme. Mi cuñado haría cualquier cosa por mantenerme a salvo. Pero también necesitaba de Franco. Así que decidí llamar a los dos. Pero... mi hermano no podía quedar fuera. -¿Franco? -pegunté al segundo que contesto. -Guapa -dice con su voz alegre-. ¿Qué hay? -Necesito de tu ayuda. -¿Dónde nos vemos? -preguntó si quiera preguntar sobre qué trataba. -Luego te aviso. -Espero tu llamada, guapa. Hasta luego. -Hasta luego, Franco. Ya contaba con uno. Faltaba mi cuñado y mi hermano. Solo esperaba que ninguno se lo dijera a David. -¿Sí? -escuché a mi hermano. -¿Dónde nos podemos ver? -pregunté. -En el bar -responde de inmediato-. Te espero aquí. Avísame cuando vengas. -Bien. Nos vemos en quince minutos. Solo no le dig... -No le diré a mi cuñado, tranquila, Kar. -Gracias -y colgó. Contaba con dos. Esperemos Elliot me ayude también. -¿Puedes acompañarme? -pregunté sin más. -¿Te busco? -preguntó. -¿Ni siquiera quieres saber a dónde?
Diez minutos más tarde, estábamos bajando con las cajas con ayuda de mi tío y Franco. -Son muchas cosas las que Alejandro dejó -dice mi tío divertido. -El señor Alejandro solo quería salir de aquí, señor -dice Marcela casi con el mismo tono divertido-. Le pregunté disimuladamente el por qué, y me dijo que si no lo hacía pronto, iba a matar a su cuñado. -Yo lo fuese hecho -dice Franco con todo cansado-. Si que están pesadas estás cajas, eh. -Sergio puede ser lo que sea, pero siempre me "consentía" por buscarle alguna palabra que no sea comprarme con joyas o ropa. -Sí, mejor digamos que te consentía -me responde con molestia. Al estar en la puerta, llamé a Alejandro y a Elliot que estaban en la cocina con Sergio para que no pudiera hacer nada contra mí. Dos minutos más tarde estábamos saliendo del aparcamiento de mi antigua casa. Con mis cosas, Marcela y los documentos. -No te agradecí que los hayas guardados, Marcela -le digo tomando su mano-. De verdad no sabes lo que haz hech
No tenía opción. Mi hermano me había puesto en esta situación. Aunque tampoco tuve que haberle dicho esto sabiendo como era. No lo culpaba, no podría nunca. Solo me tocaba ser valiente y decirles. -Sí, tú. Me lo acabas de decir hace unos segundos. -Solo dije que estaba pensando en algo, no que ya tenía lugar. -Pues sí, pero igual debes decirnos -me insistía. Si no conociera a mi hermano, diría que me está echando a los lobos. Pero no es así. Me estaba ayudando a enfrentar a mi cuñado y a mi novio. Por así decirlo. -Dinos, cariño -me dice David de pronto. -Estaba pensando que pueden celebrarlo en la antigua casa de su familia. En el pueblo. La casa es grande y muy bonita, tiene espacio. Solo es... -La mejor idea que haz tenido -dice Carmen interrumpiéndome-. ¿O no, chicos? -La verdad es que sí, cuñada, es una gran idea -dice Elliot-. Podemos quedarnos todos allá esta noche, y no tener que viajar mañana temprano. -Nosotros iremos mañana -dice David bruscamente-. Tengo que hacer
Fui a toda prisa hasta mi armario, me puse algo de ropa y los zapatos, cogí las llaves del coche, y la cartera, el móvil y bajé al garaje. Salí disparado a la calle con los neumáticos rechinando y empecé a calcular lo lejos que había podido llegar desde que la cámara de seguridad la había registrado, sin dejar de pensar en lo fácil que sería para un profesional liquidarla a estas horas y hacer que pareciera un accidente.Era temprano, poco más de las siete, y una típica mañana nublada londinense empezaba a cobrar vida. Las furgonetas de reparto y los vendedores ambulantes ya estaban en movimiento como de costumbre, la cafetería del barrio desplegaba su enérgica actividad y unos cuantos corredores matinales hacían ejercicio, pero no veía a la que yo estaba buscando.. Podía encontrarse en cualquier lugar.No paraba de preguntarme por qué se habría ido sin decírmelo. Estaba cagado de miedo de que fuera por mí. Por lo que había visto de mí anoche. Por lo que había pasado después... Estaba
Quería arrancarle el móvil de las manos y tirarlo por la ventana, y probablemente lo habría hecho si ella no lo hubiese apagado y se lo hubiese guardado en el bolsillo.-¡Sabes lo que quiero decir, Raquel, y no te burles de mí con él, joder!-¡Me has avergonzado, Elliot! Paul cree que eres...-Me importa una puta mierda lo que piense ese chupapollas. ¿Es algo tuyo?-Es un buen tío y un amigo -no me miró a los ojos cuando lo dijo y lo sabía. ¡Oh, joder, si lo sabía!-¿Dejaste que te follara, Raquel! ¿Conoce ese cuerpecito tuyo tan perfecto para el sexo? ¿Te ha tocado, te ha metido la polla? ¿Mmmm?. De verdad quiero saberlo. Háblame de ti y del bueno de Paul.-Ahora mismo eres un completo gilipollas -cruzó los brazos bajo el pecho y miró hacia delante a través del parabrisas-. No voy a contarte nada.-¿Te lo follaste?Se movió en el asiento y me echó una mirada que hizo que me doliera todo.-¿A quién te tiraste tú por última vez antes de interesarte por mí, Elliot? ¿Quién fue la afortun
Almuerzo en Gladstone's e Ivan llegaba tarde. No sé para qué me molesto en intentar ser puntual con mi primo cuando él desde luego no lo es. Miré el reloj y eché una ojeada alrededor de la sala. Este lugar que en el siglo pasado fue un club de caballeros había resucitado con mantelerias blancas, mucho cristal y maderas claras, y ya no se parecía al enclave social exclusivo para hombres destinado a los londinenses privilegiados de hace cien años. Bueno, Ivan habría encajado allí a la perfección. Mi primo era un lord de la realeza, aunque odiara que se lo recordaran y desde luego no actuara como tal. Ninguno de nosotros podía evitar haber nacido de una manera determinada e Ivan no podía controlar que su padre hubiese sido el anterior barón de Rothvale, igual que yo no podía cambiar el echo de que mi padre condujese un taxi londinense. De todas formas, nos unían cosas mucho más importantes que el dinero. ¿A quién intentaba engañar? Ivan podía tirarse de un puente si quería, yo tenía re
Aún tenía que conocer a la adorada tía Marie, pero eso iba a tener lugar muy pronto. Habíamos decidido que era hora de presentar a las familias en una cena en mi casa. Mi padre, la tía de Raquel, Gabrielle, Clarkson, Neil y Elaina componían la corta lista. Mis hermanos y mi madre no se encontraban en casa. Lo habíamos hablado y creíamos que ya era hora de compartir con todos ellos lo que nos estaba sucediendo y las posibles amenazas hacia Raquel. Todos eran muy importantes y necesitaban saber lo que había en juego. Raquel era demasiado importante para arriesgarme a estas alturas, y todos los involucrados ya conocían su pasado de todas formas.-Bueno, estoy deseando conocerla. Parece que tiene predilección por ti -volví a mirar el reloj-. No me puedo creer lo que ha hecho Ivan, mira que no presentarse... Qué maleducado.-¿Por qué no lo llamas? -sugirió Raquel.-Eso sería una pérdida de tiempo. Nunca contesta al móvil. Dudo que ni siquiera encienda el maldito aparato.-¡Oh, mierda! -Gab