-¿De modo que el senador ha sabido todos estos años dónde estabas con exactitud?La situación era una mierda, mucho más grave de lo que había podido imaginar, y los riesgos para Raquel podían ser enormes-No supe esa parte hasta la semana pasada -murmuró-. Pensaba que había ingresado por mis propios méritos.-Puedo entender cuánto ha podido molestar eso, pero te licenciaste gracias a tus méritos, eres ejemplar en tu campo. Te he visto trabajar y sé que eres brillante en lo que haces -dije con un tono jocoso al tiempo que besaba el extremo de su mandíbula-. Mi nerd adorable, la profesora Bennett.-¿Nerd? -repitió riéndose-.Qué tipo de palabra es esa?-Bueno, empollona, como lo quieras llamar. Esa eres tú. Una empollona y una artista a la cual adoro -giré su cabeza hacía la mía para encontrarme con sus labios y darle otro beso. Sabía que los dos estábamos recordando nuestra ridícula conversación de aquella mañana en el coche sobre la profesora que llamaba a su despacho al estudiante que
Permanecí un rato más en mi escritorio, escribiendo algunas notas y enviando algunos correos electrónicos antes de cerrar el portátil. Cuando apagué la luz, Simba coleteó como loco en el acuario que brillaba detrás de mi escritorio. Fui hasta allí y le lancé ua golosina antes de dirigirme a la terraza, a sentarme un rato.Pasé por el dormitorio y no oí más que silencio. Quería que Raquel durmiese bien. No más pesadillas para mi chica. Ya había sufrido lo suficiente para toda la vida.En la noche lucían millones de estrellas. No solían brillar nunca con tanta fuerza y me di cuenta del tiempo que hacía que no me sentaba aquí fuera. Encendí otro cigarro. Pero lo terminaría enseguida. Si fumaba fuera nadie tenía que enterarse. No debería fumar dentro mientras Raquel estuviese ahí.Crucé los pies en la otomana y me recosté en la tumbona. Dejé que mi mente y mis pensamientos vagaran por todo lo que habían ocurrido durante el día. Pensé en la trágica historia de Raquel y en cómo había altera
Ronroneó y sus ojos se encendieron cuando toqué su otro pecho y encontré su duro y abultado pezón. Tenía los pezones muy sensibles y me encantaba devorarlos. Y hacer que ella me deseara. Ese era el verdadero motivo si he de ser sincero. Hacer que Raquel me desease era mi obsesión. Eché su cabello a un lado y me abalancé hacia su cuello con mis labios. Me encantaba el sabor de su piel y cómo respondía cuando la tocaba. Había mucha química entre nosotros y eso lo supe desde el primer instante. Ahora se arqueaba hacia mí y acercaba sus pechos a mis manos. Le pellizqué un pezón y me volví loco con el sonido que ella emitió. Sabía adónde llevaba todo esto, o hacia dónde quería que nos llevase. A moverme dentro de ella, a hacer que se corriera, a conseguir que pusiera esa mirada dulce y preciosa después de llegar al orgasmo. Vivía por ese mirar en sus ojos. Esa mirada me llevaba a comportarme de una manera que nunca antes pensé que podría hacer con una mujer. Empezó a moverse en mi regazo
Hoy entré en el edificio por la puerta principal después de aparcar, porque quería comprar los periódicos más importantes de la prensa norteamericana y leerlos detenidamente en busca de la mínima señal. Estarían ya plagados de difamaciones políticas, pero la verdadera lucha entre los candidatos aún no había comenzado. Las elecciones presidenciales de Estados Unidos tendrían lugar en Noviembre, así que aún quedaban cinco meses de campaña. Sentí una punzada de preocupación, pero decidí ignorarla. No podía fallar en su protección. No me podía permitir un solo error. Muriel me sonrió cuando pagué los periódicos. Intenté no estremecerme por la visión de sus dientes. -Aquí tienes, guapo -dijo, y me dio el camio con su mano sucia. Eché un vistazo a su mano mugrienta y decidí que ella necesitaba más el cambio que yo contagiarme de algo. -Quédatelo -la miré a sus ojos verdes, hermosos de una manera extraña, y asentí-. Me llevaré estos periódicos de Estados Unidos de manera regular, por si
Raquel me envió un mensaje de texto una hora después: ¿Has hablado con mi madre? :OOh. Dios, su madre ya había dado con ella. Esperé no haber causado muchos problemas. Le contesté: Lo siento, nena. Llamó a tu móvil antiguo y no se alegró cuando contesté :/Respondió de inmediato: Siento que hayas tenido que tratar con ella. Te lo recompensaré >. Había dicho que me echaba de menos. Me había puesto besos y corazones. Intenté no analizarlo demasiado, pero resultaba difícil
-Elliot, ¿qué pasa?-¿Qué te hace pensar que pasa algo?-Una buena corazonada -sonrió burlona-, y el morreo me lo ha confirmado.-Solo te echaba de menos, eso es todo -dije negando con la cabeza-. ¿Cómo ha ido el almuerzo con esos colegas a los que querías impresionar?-Ha ido genial. Tuve que hablar sobre la restauración de lady Perceval, y la verdad es que les he dado algo que va a hacer que me recuerden. Espero que salga algo de ello. Quizá suceda -sonrió-. Y te lo debo todo a ti -me dio un beso en la boca y sostuvo mi barbilla en su mano. Yo traté de devolverle la sonrisa. Creía haberlo hecho, pero al parecer disimular mis sentimientos se me daba tan mal como lidiar con mis celos. >-. ¿Me vas a decir lo que te p
Joder. Van a hacerlo. Mi corazón comenzó a latir con fuerza mientras un miedo que jamás había experimentado despertaba la adrenalina almacenada en mis venas y las distribuía por todo mi cuerpo. Había estado esperando que esto pasara. Muy dentro de mí era consciente de que sucedería, pero en aras de mi cordura lo había alejado de mí. Negarlo funcionó un tiempo, pero ahora ese tiempo había expirado. -¿Estás preparado? -me preguntó. El ser que formulaba la pregunta era el mismo al que quería destripar y dejar que se desangrara poco a poco. Aquel que hablaba sobre ELLA. El que amenazaba todo el tiempo con hacerle daño. Joder, ¡NOOOO!Movía la cabeza mientras avanzaba hacia mí, su rostro acercándose, el humo de su cigarrillo de liar con olor a clavo formando remolinos y tentándome, haciéndome la boca agua. Es curioso que pudiera desear así un cigarrillo en un momento como ese, pero así era. Le habría arrancado el puto cigarrillo de la boca y lo habría metido en la mía de haber podido.
-No, nena. No es eso. Por favor. No es eso. Soy yo, algo del pasado... un momento horrible en la guerra.-Pero no me lo vas a contar... ¿Por qué no puedes decirme qué te pasó? Tus cicatrices..., Elliot... -intentó apartarse de mí, poner distancia entre los dos, pero no de coña iba a permitirlo.-No, Raquel, te necesito. No me apartes de tu lado.-No lo...Interrumpí sus palabras aplastando mi boca contra la suya, poseyéndola con mi lengua tan hondo que todo lo que ella pudo hacer fue aceptarla. La cogí y di tumbos hacia la cama. Tenía que estar dentro de ella, en todos los sentidos. Necesitaba ratificar que ella se hallaba aquí, que yo estaba vivo, que ella estaba a salvo bajo mi cuidado, que yo estaba vivo..., que ella estaba a salvo..., que yo estaba vivo...-Nena, eres tan guapa y me haces tanto bien... Lo eres todo para mí ¿de acuerdo? Dime que me deseas -balbuceé mientras separaba sus piernas con mis rodillas y metía dos dedos dentro de su sexo, húmedo y caliente. Empecé a acaric