—No le pongas las manos, por favor. —Le digo a Eva cuando se acerca después de escuchar el tiro y los gritos de su hija. Unos gritos, ensordecedores que llenaron todo el lugar.—Lo mejor es esperar…
—No me digas que no le ponga las manos a mi esposo. ¡Tú mismo, se las pusiste! —Me grita ella, arrodillándose al lado del hombre. —Mi amor, mi vida. ¿Por qué? — pregunta al cuerpo inmóvil de su esposo. — ¿Por qué lo hiciste? ¡Es aquí a quien amo y amare siempre!
—Eva.. vamos…
—¡No me jodas Ernest! —grita ella. — ¡Ten compasión! Tu le pusiste las manos y yo, que es mi esposo ¿no puedo ponérselas?
—Se las puse porque tenía que confirmar si seguía con vida o no. —Le digo sonando mas crudo de lo que deseaba, agarrándola y
—¿Ya estas mejor? — le pregunto una vez que Vicky le trae a Meldy el vaso con agua después de esta indicarle donde encontrarlo.No puedo dejar de sentirme como me siento a su lado. La tranquilidad que me aporta verle.Pero sé que tampoco he podido perdonarla.Ella es tranquilidad pero también el recuerdo de una vida que tuve. Una que ya no va a regresar. Una que perdí en el momento en que ella me fue infiel.—No puedo creerlo. — farfulla mirándome. — ¿estás seguro? ¿Cristoff está muerto? ¡Dios mío!—¿Estás segura tú de que no fuiste quien acusó a Ernest? — le pregunto seco y franco.Me levanto del sofá y veo como Vicky quita la mirada de nosotros.Se que piensa que aun le quiero.Yo mismo me confundo y pienso que la extraño de cuando en vez.P
—¿Qué es lo que quieres que te diga? —Inquiere ella y se levanta del sofá. Comienza a caminar alrededor de la sala sin mirarme, pasa las manos por las fotografías donde ella aparece con Timotheo y siento pena, aunque no debería de hacerlo.Siento pena porque ella sigue anclada al pasado pensando que en algún momento regresará con Timotheo.Es obvio que estos días ya pasaron y no regresarán jamás. Y me duele que no se dé cuenta que él ya la olvidó, o al menos lo está intentando.He visto como él observa a mi hermana, he visto cómo en esos pocos encuentros que han tenido frente a frente, se han saltado las chispas entre ellos.Él está intentando olvidarla. Olvidar el mal trago que esta mujer le hizo pasar.Y así no sea con mi hermana, Intentaré que él s
Estamos en París nuevamente en ese cuarto de hotel donde él me amó como nadie lo había hecho.Estamos en París disfrutando de la hermosa vista que nos brinda la ciudad desde nuestro balcón. Estamos allí y nadie nos molesta. —¿Lo estás pasando bien? — escuché que me preguntaba. —Si…— susurré y recosté mi cabeza en su pecho mientras sentía su erección pegada a mis nalgas. —mucho —concluyo. —Es la idea, mi Bonnie. — me dice al oído me deja un beso detrás de la oreja. —¿Nos pasaremos la vida llamándonos por otros nombres que no son los nuestros? —inquiero con voz triste pues la verdad es que me encantaría saber su nombre. —Sin nombres. Así
Mi padre está muerto.Muerto.La palabra se repite una y otra vez mientras pienso en todas las veces que desee que él muriera todas las veces que desee que mi madre fuera una madre soltera y que me hubiese tenido bajo sacrificio después de que el desgraciado que el embarazo se marchara tantas veces que desee no tener un padre, pues era mucho mejor estar solo que con alguien violento en casa.Veía a mi tío, el hermano de mi padre, sonriéndole a su hijo jugando con él, yendo a los campamentos, yendo a la escuela, mientras el mio siempre estaba ocupado y nunca tuvo tiempo para mí, no más que para pelear. Y Golpearme.Golpearme hasta que ya las lágrimas no salían hasta que provocó que no llorara mientras recibía los golpes hasta que provocó que mi corazón no llorara a cántaros con su muerte.Muerto.Muerto, como la vez en
—Por fin te dignas en venir. —le digo mientras sonrío. —Creí que te habias olvidado de mí.—¿Qué te crees? — pregunta mi primo en cambio. —¿que tengo todo el tiempo para tus malditas disparatadas? ¡Este no es un juego!— me grita el.—No llores. Pronto te abrazo. — digo sarcástico y él sonríe. Estoy bien. Deja de preocuparte tanto. — al menos intento no dejar que vea el temor que me cala los huesos. Ser el unico sospechoso de la muerte de mi padre es algo delicado.Por lo que podrian encerrarme de por vida.Me acerco a la reja lo mas posible para alcanzarle y tomar su mano, pero me detengo de inmediato pues un oficial se acerca y abre la puerta, apiadándose de nosotros.—¿Va a dejarme salir?— pregunto una vez que
Capítulo 89: Nada peor que desconfiar. Esa expresión. Silencio. Su rostro lo dice todo.No va a creerme.Joder.Deseo contarle, pero no estoy seguro de que mi hermana... mi nueva hermanastra, mi sangre, la mujer con la cual se supone me casaría. esté lista para decirle al mundo que estamos relacionados, que estamos emparentados.Creo que aún no estoy listo yo, dudo mucho que ella lo esté.Así que prefiero agachar la mirada y esconderme de sus ojos verdes penetrantes. Prefiero no contarle antes que violentar su intimidad.—Eres increíble, Ernest. —Me dice. — vine con Vicky, jediéndonos la cabeza, rompiéndonos los sesos pensando cómo sacarte de este puto embrollo, ¿Y tu me dices que te preocupas por Priscila?—Si mal no recuerdo tú también te
La insinuación es bastante clara.—¿Me está preguntando si yo vi algo, o peor aún, si lo asesiné?—Lo que menos quiero es alterarlo y hacerle sentir que lo estoy acusando de algo. Su familia, especialmente su primo, ha sido bastante colaboradora en este tema. Espero que usted haga lo mismoDespués de decir todo esto, se fue silencio, el abre la puerta y me hace señas para que salga.—¿Así de simple? ¿Puedo irme? —inquiero sin moverme. —¿Para qué diablos han ido a buscarme y me ha colocado unas esposas en las muñecas si a fin de cuentas me marcharía sin más?—Señor Ernest, alguien ha puesto una denuncia en su contra. — me dice con tono hastiado. —Usted mismo amenazó a su padre en el
Capitulo 91: Ella ya lo sabe.—Mamá, ahora mismo no es un buen momento. — le digo mirando como el cuerpo de Vicky y Timotheo se desaparecen por los escalones y pierdo señas de ellos.—Ernest, ¿Cómo puedes ser tan insensible?—¿Te puedo llamar más tarde? — le pregunto pero mi madre suelta un grito ensordecedor y me alejo el móvil de la oreja, mientras Priscila me mira enarcando una de sus cejas y haciéndome la pregunta silenciosa sobre qué sucede.—¿Qué diablos pasa contigo? ¡tu padre acaba de ser asesinado en la comisaría y tú me tratas como si no me tuviera que doler!—Puede dolerte, pero no puedo hablar ahora, mamá.—¡Estas muy jodido de la cabeza Ernest! ¿Cómo puedes comportarte como si no te doliera? ¡Esto es terrible! —