Por mi hijo yo sería capaz de hacer lo que sea.
Siempre me he repetido esa frase en mi cabeza una y otra vez, mientras mi esposo me pegaba.
Me la repetí para memorizarla, para interiorizarla, para sabérmela de pies a cabeza.
Para comprender que no debía alejarme de él y que debía de hacer hasta lo imposible con tal de mantenerlo con vida.
Mi hijo es lo más preciado que tengo y no me importa que tenga 25 años, haré lo que sea necesario para que siga disfrutando de lo hermoso de la vida.
Yo no pude hacerlo, me casé bastante joven con un hombre que desde mi noche de bodas abusó de mí y me golpeó hasta el cansancio.
—¿Dónde está? —Escucho la voz de mi hijo, que llega al apartamento y salgo a su encuentro.
—¿Qué sucede? ¿Qué haces aquí tan temprano? —P
No creo que sea la mejor forma de olvidarlo sea saliendo, pero al parecer mi hermana y mejor amiga piensan distinto. Entramos al bar aún consciente de que no puedo ingerir alcohol y de que solamente voy a pasar el rato con ellas mientras las observo engullir cualquier clase de bebida que les haga olvidar sus problemas, aunque aquí la única que está repleta de inconvenientes soy yo. La única que está viviendo las amenazas constantes de la madre de El padre del hijo suyo. La única que se siente a la deriva y causante de todos los males a su familia soy yo. Yo soy quien tiene la culpa de que mi madre ahora esté organizando el desastre que ese hombre causó. Yo soy la única que… Me detengo, pues esta m****a puede continuar eternamente. Este sentimiento de culpa no va a escaparse ni a esconderse, solo porque yo me tomé un jugo en un bar. —Esto es una tontería. —Digo una vez más. Me he pasado todo el camino murmurando l
Llego a casa después de un día de mierda.¿En qué momento mi vida se vuelve este desastre? ¿En qué momento comencé a ser solo un cuerpo vacío que camina, comprende y acciona?¿Cuándo me convertí en este montículo de basura?Mi madre me realizó un par de llamadas, pero no, le respondí, me fui directo de la oficina al gimnasio y allí pasé dos horas Haciendo ejercicio y levantando pesas como si no hubiese un mañana, como si nada más me importara.Llamadas comenzaron a entrar a mi celular, ninguna de ellas las responde.La única que tomé fue la de Timoteo y tuve más que suficiente al escuchar que la noticia de mi compromiso con Priscila estaba por todos los periódicos digitales y páginas de chismes.—Tienes que hacer algo con esta mujer. —Me dijo &
Nunca en mi vida me había sentido tan angustiado. Desesperado entré al hospital buscando un rostro conocido. El lugar se me hizo enorme, pues jamás habían venido con tanto malestar y ansiedad. No puedo perder a mi madre. ¡Dios! ¡No puedo perder a mi madre! —¿Señor, está usted bien? —escucho una voz femenina. —Estoy-estoy bien. —murmuro con voz entrecortada. —¿Desea tomar asiento? —No señora no necesito su ayuda. —digo y sigo caminando si ver a la mujer que me habla. No puedo hablar. No quiero escuchar a nadie. Necesito ver a mi madre. ¿Qué habrá sido? ¿Accidente de transito? ¿Alguien intentó asaltarle? En esta ciudad todo puede ser posible. No. La voz en mi interior me dice que no, esto va más lejos que algo al azar. Quien hizo esto… Mi padre. No. El no pudo haberla enviado al hospital. Odia que la prensa se entere de sus mierdas y los desastre
Madre del director administrativo de la gran inmobiliaria Hossen & Domert es ingresada al hospital. —Estoy viendo la noticia, ¿qué diablos sucede con tu madre? —La voz de Timotheo me hace parpadear.No es solo mi madre, pienso.La pobre Ana Marie también está en cirugía y no tiene a nadie.Solo me tiene a mí, solo nos tiene a nosotros.Mi madre y ella han estado juntas desde que tengo uso de razón. Creo que es una de las pocas personas que rodea a mi madre. Ella y el chófer Gregory son los únicos que han estado en su vida, al menos hasta donde yo recuerdo. Mi madre no tiene hermanas, no tiene a sus padres con vida, jamás conocí a mis abuelos y creo, sospecho fuertemente que mi padre fue quien se encargó de alejarla de todos.Es lo que hacen los verdugos, es lo que hacen los hombres abusivos, las personas q
Ninguno de los tres que estábamos allí dijo nada.Sin quitar los ojos de encima de mi padre, veo como la enfermera comienza a teclear el teléfono del número de la policía.—Señora, deje el teléfono. —Le ordena mi padre acercándose al escritorio y ella de inmediato da un paso atrás con el teléfono aún pegado de su oreja.—Señor, le voy a pedir que se mantenga alejado de mí. —Dice ella, y me mira, sé que está buscando apoyo, pero no puedo brindarle más del que ya estoy dando, no puedo hacer una escena. Mi madre no merece esto.Me muevo y me coloco en medio de ellos dos, aunque el escritorio, se supone, debería de proteger a la mujer.Pero sabiendo que mi padre es capaz de haber colocado sus manos en el cuerpo de mi madre y apuñalado su piel dos veces…Ya no sé qu&eacut
Estamos en una sala de espera VIP. Se supone que aquí no entra ningún paciente ni familiar que no tenga la categoría económica suficiente, al menos no como lo tenía mi familia. Los Hossen somos unas de las familias más influyentes en todo Seattle. Al menos en Estados Unidos nuestro apellido pesa. De igual forma, a pesar de tener todo el dinero suficiente como para comprar este hospital y de esforzarme por lograr todas mis metas y sueños que desde niño he tenido, nada de esto puede comprar la salud de mi madre y de la gente que me importa. Aunque tengo una estabilidad económica mejor que muchas personas y a pesar de poder contribuir con las causas benéficas y ayudar a niños de la calle, niños con enfermedades terminales, personas que no merecen sufrir a pesar de considerarme relativamente bueno, nada de eso importa si no puedo ayudar a quien me importa. El dinero no sirve de nada si quienes me importan sufren, mueren, salen lastimados, mientras yo me quedo con
Estoy agotada, cansada de intentar verle el lado positivo a las cosas, lo único positivo que tengo de todo esto es que un niño crece en mi interior. Apenas tengo cuatro semanas, quizás cinco. La verdad es que he perdido el interés en contar el tiempo, solo sé que el bebé crece en mi interior, cada día con más fuerza. He procurado tomarme los medicamentos y vitaminas que el doctor me ha indicado y tengo unos cuántos días sin haber pasado por su consultorio, lo cual debería haberlo hecho feliz. —No puedes pasarte todos los días llorando.—Me dice mi hermana entrando a la habitación y sonriendo mientras pasa la mano por mi cabello rizado, rubio y enredado. —No es de día, es de noche. —Sé muy bien que no es de día, de igual forma tampoco te puedes pasar todas las noches llorando. Por algo hemos salido esta noche con Rosita para que lo olvides para que te des tiempo para ti. —No estoy llorando por él. —Le digo, aunque sé muy bien que es una m
Intento respirar con calma mientras veo el periódico digital. No puedo creer que él esté pasando por todo esto y aún así esté en la oficina. ¿A qué vino a trabajar? ¿Cómo puede concentrarse cuando su familia se está derrumbando? Por más que quiero odiarlo y sentirme resentida con él, me levanto de inmediato de la silla y abro la puerta de la oficina. —No sabía lo que estaba sucediendo con tu familia. —Digo de repente. —Estoy trabajando Vicky. —Me dice él, sin mirarme ni inmutarse. Aprieto los puños junto a mi traje de pantalón y chaqueta clásica de oficina, el cual se que muy pronto dejará de servirme. Recien debo comenzar a ponerme todo lo que no he usado por falta de vida social, por falta de salir mas. Con Malcom pocas veces sali, pues apra el era una perdida de tiempo y preferia estar conmigo siempre en su casa. O en algun motel. Aunque pasamos muchos años junt