Comienzo a hartarme. Esto de estar persiguiendo a un hombre no es mi estilo, jamás me he visto en la necesidad de perseguir a nadie.
Pero Ernest vale la pena. Además, es un sacrificio que quiero cometer.
Es un mal necesario.
—Buenos días, señorita Priscila. —Me saluda la recepcionista suplente, levantándose de la silla detrás de su escritorio y sonriendo tímidamente.
Al menos con esta no corro el riesgo de que se acueste con Ernest.
Le miro directa, observo sus manos temblorosas y como se muerde con nerviosismo su labio inferior.
Es la sensación que causo en los demás, estoy acostumbrada a ser el centro de atención.
Y me encanta.
Desde pequeña he estado asistiendo a las mejores escuelas clases de ballet, tomando durante años clases de piano, aprendiendo a tocar alrededor de cuatro instrumentos, para luego dedicarme al m
Veo como el color sube a su cuello y una vena gruesa palpita en su garganta.Está cabreado.Una parte de mi piensa que me he pasado de lista y no debí tomar el atrevimiento de publicar nuestro compromiso, a fin de cuentas, es más falso que decir que el cuerpo de las Kardashian es a base de ensaladas.Pero la otra parte, la que esta harta de esperar y de sentir que queda en ridículo delante de todos, esa parte pequeña pero poderosa, se siente empoderada.—¿Qué diablos hiciste? — gruñe ladeando la cabeza como si estuviese analizando como descuartizarme y donde esconder mi cuerpo.Sus ojos color almendra me miran intensos y su boca es una línea fina, con los labios apretados y el pulso de la garganta que se ve de lejos, acelerado, desbordado, rabioso.—Ahórrate las repeticiones. Uno de los dos tenía que ponerle carác
Desconcierto.Dolor.Todo lo siento en mi pecho mientras noto como el color se va de las mejillas de Priscila.—Lárgate. — digo con la mandíbula apretado y los dientes casi estallando de tanta fuerza que les hago. —Vete.—Ernest…—Vete, Priscila. Tu y yo terminamos por hoy.—No quise…—¡Si quisiste! — grito enfurecido. Abro los brazos y los levanto con indiferencia. — tu si querías. ¡Querías lastimarme! ¡Ahí lo tienes!—No.. — escucho su susurro, pero me da asco. No puedo verle ahora mismo.—Vete, Priscila.—No. No me iré hasta que hables conmigo. No quise lastimarte. Yo no..—Si lo hiciste. Por eso dijiste eso sobre mis padres. ¿Crees que soy capaz de pegarle a una mujer?—Te juro por Dios que jamá
Por mi hijo yo sería capaz de hacer lo que sea.Siempre me he repetido esa frase en mi cabeza una y otra vez, mientras mi esposo me pegaba.Me la repetí para memorizarla, para interiorizarla, para sabérmela de pies a cabeza.Para comprender que no debía alejarme de él y que debía de hacer hasta lo imposible con tal de mantenerlo con vida.Mi hijo es lo más preciado que tengo y no me importa que tenga 25 años, haré lo que sea necesario para que siga disfrutando de lo hermoso de la vida.Yo no pude hacerlo, me casé bastante joven con un hombre que desde mi noche de bodas abusó de mí y me golpeó hasta el cansancio.—¿Dónde está? —Escucho la voz de mi hijo, que llega al apartamento y salgo a su encuentro.—¿Qué sucede? ¿Qué haces aquí tan temprano? —P
No creo que sea la mejor forma de olvidarlo sea saliendo, pero al parecer mi hermana y mejor amiga piensan distinto. Entramos al bar aún consciente de que no puedo ingerir alcohol y de que solamente voy a pasar el rato con ellas mientras las observo engullir cualquier clase de bebida que les haga olvidar sus problemas, aunque aquí la única que está repleta de inconvenientes soy yo. La única que está viviendo las amenazas constantes de la madre de El padre del hijo suyo. La única que se siente a la deriva y causante de todos los males a su familia soy yo. Yo soy quien tiene la culpa de que mi madre ahora esté organizando el desastre que ese hombre causó. Yo soy la única que… Me detengo, pues esta m****a puede continuar eternamente. Este sentimiento de culpa no va a escaparse ni a esconderse, solo porque yo me tomé un jugo en un bar. —Esto es una tontería. —Digo una vez más. Me he pasado todo el camino murmurando l
Llego a casa después de un día de mierda.¿En qué momento mi vida se vuelve este desastre? ¿En qué momento comencé a ser solo un cuerpo vacío que camina, comprende y acciona?¿Cuándo me convertí en este montículo de basura?Mi madre me realizó un par de llamadas, pero no, le respondí, me fui directo de la oficina al gimnasio y allí pasé dos horas Haciendo ejercicio y levantando pesas como si no hubiese un mañana, como si nada más me importara.Llamadas comenzaron a entrar a mi celular, ninguna de ellas las responde.La única que tomé fue la de Timoteo y tuve más que suficiente al escuchar que la noticia de mi compromiso con Priscila estaba por todos los periódicos digitales y páginas de chismes.—Tienes que hacer algo con esta mujer. —Me dijo &
Nunca en mi vida me había sentido tan angustiado. Desesperado entré al hospital buscando un rostro conocido. El lugar se me hizo enorme, pues jamás habían venido con tanto malestar y ansiedad. No puedo perder a mi madre. ¡Dios! ¡No puedo perder a mi madre! —¿Señor, está usted bien? —escucho una voz femenina. —Estoy-estoy bien. —murmuro con voz entrecortada. —¿Desea tomar asiento? —No señora no necesito su ayuda. —digo y sigo caminando si ver a la mujer que me habla. No puedo hablar. No quiero escuchar a nadie. Necesito ver a mi madre. ¿Qué habrá sido? ¿Accidente de transito? ¿Alguien intentó asaltarle? En esta ciudad todo puede ser posible. No. La voz en mi interior me dice que no, esto va más lejos que algo al azar. Quien hizo esto… Mi padre. No. El no pudo haberla enviado al hospital. Odia que la prensa se entere de sus mierdas y los desastre
Madre del director administrativo de la gran inmobiliaria Hossen & Domert es ingresada al hospital. —Estoy viendo la noticia, ¿qué diablos sucede con tu madre? —La voz de Timotheo me hace parpadear.No es solo mi madre, pienso.La pobre Ana Marie también está en cirugía y no tiene a nadie.Solo me tiene a mí, solo nos tiene a nosotros.Mi madre y ella han estado juntas desde que tengo uso de razón. Creo que es una de las pocas personas que rodea a mi madre. Ella y el chófer Gregory son los únicos que han estado en su vida, al menos hasta donde yo recuerdo. Mi madre no tiene hermanas, no tiene a sus padres con vida, jamás conocí a mis abuelos y creo, sospecho fuertemente que mi padre fue quien se encargó de alejarla de todos.Es lo que hacen los verdugos, es lo que hacen los hombres abusivos, las personas q
Ninguno de los tres que estábamos allí dijo nada.Sin quitar los ojos de encima de mi padre, veo como la enfermera comienza a teclear el teléfono del número de la policía.—Señora, deje el teléfono. —Le ordena mi padre acercándose al escritorio y ella de inmediato da un paso atrás con el teléfono aún pegado de su oreja.—Señor, le voy a pedir que se mantenga alejado de mí. —Dice ella, y me mira, sé que está buscando apoyo, pero no puedo brindarle más del que ya estoy dando, no puedo hacer una escena. Mi madre no merece esto.Me muevo y me coloco en medio de ellos dos, aunque el escritorio, se supone, debería de proteger a la mujer.Pero sabiendo que mi padre es capaz de haber colocado sus manos en el cuerpo de mi madre y apuñalado su piel dos veces…Ya no sé qu&eacut