Cuando despertó, pensó que había pasado toda la noche tirado en el suelo, con el cuerpo entumecido y varios tipos de dolores. Se renunció a abandonar la cómoda oscuridad, sabía que si abría los ojos le dolería el cuerpo, y ya estaba harto de estar siempre con el cuerpo adolorido, trató de buscar su almohada, pero no la encontró, así que se quedó quieto. Le pareció que llevaba años dormido, y supuso que tenía miles de llamadas perdidas de Jhon, estaría furioso. ”Cada segundo vale oro, literalmente” recordó sus palabras y su voz exasperantemente calmada.
Abrió los ojos de golpe cuando sintió el motor de un auto encenderse, y se halló aun tirado en el suelo, por un segundo se preguntó dónde estaba, qué hacía ahí, y quienes eran todas esas personas que lo miraban sin ayudarlo, ¿po
Estaba en el pavimento, quieto, sentía como la sangre le escurría por cara y como le palpitaba el corazón con fuerza, ¿Cómo había llegado ahí? ¿por qué estaba tan cansado? Trató de buscar la herida en su cabeza, pero no fue capaz de mover la mano. Me caí de la cama de nuevo Pensó. Intentó abrir los ojos y no pudo, era como si un sedante le impidiera hacerse dueño de su propio cuerpo. Comenzó a desesperarse, no podía moverse, no podía gritar, solo podía escuchar sus propios gemidos desesperados y desgarradores, luego, de la nada, sus ojos se abrieron, la luz lo cegó por un momento, y no le permitió reconocer las figuras que aglomeraban a su alrededor. Miró hacia abajo y vio el cemento manchado por gotas de sangre, su sangre.—No —dijo en voz alta, aterrado, y se volvió a las personas que lo rodeaban &
Melissa, la doctora, le había dado como mínimo un día de incapacidad, sin el colegio ni el hospital, así que cuando Axel llegó por él en la mañana y lo llevó a casa, se quedó la mitad del día terminando de leer un libro que tenía en proceso, arrumado en la ex cama de Tomás y con las sabanas hasta el cuello. Su tía entraba de vez en cuando para asegurarse que estuviera bien, pero no mencionaba palabra alguna del acontecimiento del día anterior, ni él tampoco hizo animo de mencionar nada, porque quien tenía que darle muchas explicaciones era Axel, y estaba esperando ansioso la tarde para escurrirle cada dato, pero por el momento estaba a punto de llorar mientras leía que uno de los protagonistas, el leñador barbado y musculoso, agonizaba en los brazos del otro hombre que se despedía entre sollozos, y estaba a punto de sonarse los mocos cuando llegó
Se había sentido bien consigo mismo, compartir sus cosas con personas que no fueran de su familia era algo que no le había llamado la atención en el pasado, le hacía sentirse vulnerable y desconfiado, pero quería cambiar, romper esa pared que impedía que sus sentimientos salieran a la luz, y aunque le contó a Irán y a Camila con lujo de detalle todo los acontecimientos que lo habían llevado hasta ese lugar y ese momento, no fue capaz de expresar como lo hacía sentir todo eso, solo se limitó a contar los acontecimientos como si solo hubiera sido un espectador de su propia vida, y agradeció que ninguno de los dos le preguntara directamente por como sentía. Ambos se quedaron callados después de que Gabriel diera la última palabra y se quedara esperando a que alguno rompiera el silencio.—Entonces —habló Irán después de un rato en que los tres
Gabriel pensó tristemente que el regresar a clases al día siguiente sería un poco más normal, pero la venda que le había obligado a ponerse Axel y que envolvía su cabeza no hacía más que hacerlo parecer un disfraz mediocre de momia. Desde que entró por las puertas del colegio todas las miradas se posaron en él, y se sintió tan pequeño que subió automáticamente al tercer piso y se sentó en el puesto más alejado posible. Cuando sonó la campana y el salón comenzó a llenarse, las miradas poco a poco se fueron poniendo más discretas, y cuando la maestra entró por la puerta y las miradas se posaron en ella, dejó escapar todo el aliento que tenía contenido en el cuerpo. Camila se sentó junto a él, y llamó su atención golpeándole el pie.—No te apachurres —le dijo y Gabriel afloj
Cuando entró se dirigió directamente a los baños, no pasó a ver a Axel ya que estaba haciendo inventario o algo así, por eso no había ido a almorzar. Trató de ignorar a todas las personas que pululaban alrededor, con toda la intención de no encontrarse a Maoy sin haber pensado detenidamente qué le diría o coma manejaría la situación, por eso pasó casi corriendo y no se sintió a salvo hasta que entró al oscuro baño. Respiró profundo y se miró al espejo. ¿Y si Maoy quería más que un beso? Ya no quería sexo casual, no era lo que se suponía que había decidido para su vida, tampoco lo quería. Un beso seguro sí le aceptaba, era menos intimo y no lo hacía sentir tan solo después, pero, ¿y si él quería algo más? Se miró la venda en el espejo y deseó arranc&
Samuel salió directo del hospital a su casa, se tendió ampliamente sobre el mullido colchón y se dispuso a encender el televisor frente a la cama. Mientras el aparato encendía, sacó el celular de Gabriel que tenía en el bolsillo, era negro, delgado y parecía poco costoso, la caída le había roto la pantalla y se podía ver una telaraña blanca sobre el vidrio. Presionó la tecla de encendido y la imagen de dos hombres besándose lo sorprendió. Apagó de nuevo el aparato y lo lanzó a la cama, para no tener la tentación de husmear en él, pero apretó los puños. Tomó de nuevo el aparato, seguro de que lo detendría el patrón de desbloqueo, pero cuando deslizó el dedo por la agrietada pantalla, éste desbloqueó, dejando ver de fondo otra foto, pero esta vez era una instantánea de un gato. Samuel se quedó
Gabriel nunca había entrado a la parte central del parque, donde estaban algunas bancas frente al enorme árbol y el suelo estaba tapizado con ladrillos pequeños y amarillos. Le dolía todo el cuerpo, como si una tractomula le hubiera pasado por encima, por suerte la cabeza le había dejado de doler, pero odiaba tener los ojos hinchados y rojos, odiaba llorar.Dejó de llorar casi desde que salió del hospital, no quería pasearse por las calles como Victoria Rufo. El pueblo había tenido suficiente de sus shows por esa semana, pero aun así las personas lo miraban al pasar, y trató de llegar a su habitación lo más rápido que le fue posible. Ignoró a Irán que abrió los ojos cuando lo vio, y a su tía le dijo que tenía una alergia. Se encerró en el pequeño cuarto, se metió entre las sabanas y se quedó ahí, ya ni siquiera
Samuel desapareció dentro del kiosco, y Gabriel relajó el cuerpo, estiró las piernas y descruzó los brazos. No sabía exactamente por qué le había contado todo al enfermero, aunque quería desahogarse no supo por qué exactamente con él, tal vez era por el aura pacífica que el hombre desprendía, o porque era atractivo y Gabriel era un idiota morboso. Sin importar el motivo que fuera, lo había hecho, y el pequeño desahogo le ayudó a comprender que, aunque sí había cometido un error, no era un monstruo como él mismo pensaba, o al menos no uno con la intención de serlo. De todas formas, cada vez que contaba su experiencia se le hacía más fácil. Cuando se lo contó a Irán y Camila solo se limitó a hacer un pequeño resumen de la situación, pero con Samuel había dejado que afloraran todos los sentimi