Capítulo 29

—¡ No puedo creer que contestaras eso? —casi gritó Gabriel, y de la risa perdió el equilibrio y casi cae de la silla, samuel lo sostuvo mientras también se reía.

—Ella me estaba insultando —se justificó el hombre y Gabriel río más fuerte.

—Te dijo hijo de papi y tu le dijiste rubiecilla tetona —el muchacho tuvo que sostenerse el estómago de la risa y Samuel se encogió de hombros.

—Tenía un mal día —la comida ya estaba en el estomago y los platos perfectamente ordenados en el locero, Samuel había destapado una botella de vino que no tenía alcohol y llevaban rato hablado cómodamente. Después de que Gabriel se calmara, se formó un silencio cómodo que Gabriel ocupó acariciando los vellos del brazo del enfermero —¿cómo estás? —le preguntó —&ique

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