Axel se tomó un segundo en recuperar el aliento con la espalda puesta en el suelo, cuando levantó la cabeza Ainhoa le apuntaba con el arma sin levantarse del asiento, y en un acto reflejo Axel tomó el extintor amarillo que estaba a su lado y se lo lanzó. En medio del vuelo ella disparó, y la bala golpeó el objetó que dejó salir un intenso humo blanco que inundó todo el helicóptero. Axel no podía ver nada, pero se puso de pie y recostó el cuerpo en la pared mientras ella disparaba en todas direcciones, una bala le pasó rozando la pierna y dejó un rastro de ardor intenso, y cuando el viento disipó el humo la pistola se quedó sin balas.
Axel dio un paso el frente y el ardor en el pie lo hizo flaquear, así que miró hacia abajo para ver la gravedad de la herida, pero Ainhoa salió de su asiento y lo pateó en el pecho. Tubo que sostenerse de la puerta para no caer al vacío, y vio que estaban a más de siete u ocho metros de altura. Cuando se volvió hacia adentro la mujer le dio un p
Gracias por llegar hasta aquí, un abrazo, nos leemos.
Christian Nodal sonaba de fondo, con su voz y su letra melancólica había logrado extinguir por completo la paciencia que había procurado guardar hasta Florencia, donde nadie pudiera escucharlo gritar y maldecir, o eso esperaba, pero el calor sofocante, que no menguaba ni siquiera un poco con el pequeño recorte de cartón con el que se ventilaba, le tenía al borde del abismo. Se movía, desabrochaba los botones de la camisa en un vano intento por refrescarse, pero nada parecía suficiente. Se limpió el sudor de la frente con el dorso de la mano izquierda, mientras que con la derecha seguía batiendo el cartón.Hacía apenas unas horas había salido de Medellín, pero ya lo extrañaba como el sediento al agua; su cuarto, su privacidad, a su hermano. Ya no podía hacer nada al respecto, él mismo se había marcado a fuego ese destino, él había caminado
A pesar del largo trayecto, del cansancio acumulado, el mareo y el hombre de la cicatriz; la pequeña pero intensa conversación con el ayudante, o más bien las miradas, y las tres acosadoras, Gabriel se sintió eufórico al sentir la suavidad del contacto de las llantas en en pavimento que anunciaba el inicio del pueblo. No era tan suave como lo esperaba, pero sí mucho mejor que la rústica carretera por la que acababa de pasar, con huecos y piedras que le tenían el cuerpo al borde del colapso.Las casas a las afueras del pueblo eran, en efecto, lo que Gabriel esperaba:Humildes, de techos bajos y pintorescas, un variopinto espectáculo de colores y amalgamas, perfectamente limpias y organizadas, en su mayoría. Algunas podían presumir el sueldo de sus dueños con grandes rejas y vidrios polarizados, fachadas impecables con pinturas de aceite y macetas de barro, pero otras no contaban con mas qu
Capitulo tresEl almuerzo le volvió a la vida poco a poco, ni siquiera se había dado cuenta de que estaba mareado y débil hasta que terminó el sancocho de pollo que su tía, con tanto esmero, le había preparado. Se tomó cada segundo para degustar el cilantro y las papas criollas que estaban en su punto de textura, y cuando terminó, se reclinó en la silla y respiró aliviado, las cosas no iban saliendo tan mal como pensó.Su tía se había ido a remplazar a Israel en la tienda y después de dejar los platos lavados y secos en su respectivo lugar Gabriel se sintió incómodo, sin saber qué hacer y sin atreverse a tocar nada.La casa era aparentemente grande, ocupando todo el espacio en la esquina del parque, se accedía a ella por unas escaleras rectas que daban directamente a la calle, o por una escalera de caracol junto a esta que llevaba hasta e
Samuel frunció el ceño, incapaz de encontrar la posición perfecta para fotografiar el cuadro que yacía en sus piernas. Lo cambió de posición, pero el flash de su cámara profesional era muy fuerte y el reflejo que provocaba entorpecía la visión. Intentó entonces sin flash, pero era de noche, y la luz de las lámparas de su casa no parecían suficiente. Optó, entonces, por hacerlo con su teléfono celular, y la fotografía salió, cuando menos, reconocible. Sonrió satisfecho y colocó con delicadeza la pintura en su lugar antes de regresar a su cama y recostarse, perezoso, en las almohadas.Desbloqueó la pantalla de su teléfono y abrió el Chad, comprobando que, efectivamente y como había imaginado, la persona al otro lado de la línea ya no estaba. Envió la foto y se quedó en el chat por un par de minutos, hasta
Parte 1La mañana había llegado más rápido de lo que esperaba, solo fue cuestión de recostar la cabeza en la almohada y ya era de día. Se quitó las sabanas de encima y respiró profundo pensando en cómo enfrentaría ese día que vaticinaba tan difícil, tanto física como emocional mente.Se puso de pie sacando fuerzas de donde no tenía y caminó hasta el pacillo, de camino agarró su toalla y un par de bóxer que había dejado bien colocados sobre el nochero manchado de pintura. El frio lo recibió como un amante deseoso, y rogó mentalmente para que la ducha del baño del fondo del pacillo tuviera agua caliente, y mientras se dirigía hacia ella no pudo evitar echarle un vistazo al parque del pueblo a través de la ventana. El sol aún no había nacido, pero el alba anunciaba que sería un maravilloso d&i
Parte 2Literatura le parecía fácil, era un lector compulsivo y amaba analizar qué pasaba por la mente del escritor, pero estaba desconcentrado y nervioso mientras leía un fragmento de “El corone no tiene quien le escriba” —Concentrate —le dijo Camila. La chica no había dudado una milésima en arrastrar su asiento ruidosamente hasta Gabriel cuando el profesor pidió parejas para el ejercicio.—Si lo sé, lo siento —se disculpó, tanto se le notaba lo distraído que estaba .—Tranquis — la chica le golpeó el hombro con fuerza en un gesto amistoso —en un par de días estarás como si nada. Gabriel asintió.—La verdad me preocupaba ser demasiado mayor para estar en once — Camila hizo un ruido raro con los labios.—Claro que no, yo también tengo veinte, perd&iacu
El hospital, si así podría llamarse, no era más que un muy pequeño centro de salud con grandes aspiraciones, con las paredes enmohecidas y el techo roto, claro que no había tenido mucho tiempo para observar la poco conservada estructura del lugar, ya que su primo lo había arrastrado a urgencias apenas entraron, pero el lugar era poco agradable, además estaba en reparaciones, y los ruidos alteraban el movimiento habitual del centro de salud.Una brisa fresca entró por una inmensa abertura en el cielo falso e hiso que Gabriel se estremeciera, intentó quedarse quieto, pero estaba mojado, y el hecho de que una mujer perforaba la piel de su ceja con una aguja no ayudaba mucho.— Que se esté quieto – le dijo la mujer con un pesado malgenio, Gabriel bufó, e inevitablemente pensó que toda la gente de Florencia estaba de malgenio ese día, incluso él estaba de malgenio.
Gabriel observaba por la pequeña ventana de la oficina de Samuel el agua caer inclemente sobre los techos del pueblo, la tormenta embravecida azotaba como un huracán dispuesta a arrancar a Florencia desde los cimientos, y lanzarla al aire como hojas al viento. Bajó la cabeza de nuevo, intentando pensar en la justificación de su proyecto. ¿la justificación? Estaba allí porque le tocaba. Intentó concentrarse, pero el ruido que causaba la gotera contra el balde que Samuel había puesto sobre el escritorio no lo permitía, al final terminó por rendirse y dejó el lapicero sobre el papel, intacto, y sacó su celular, jugó un rato a un jueguito patético que había descargado hacia porco y chateó con un par de amigos que fingieron interesarse por su situación, hasta que se despidieron de manera muy inesperada. Vagó un rato por los contactos hasta que vio a “