CAPÍTULO 85: Ardiendo

La jaló de la mano arrastrándola fuera de la oficina, directo al ascensor, y para ese momento Salomé ya estaba roja de la vergüenza y la anticipación de los hechos.

—¿Qué haces, Jimmy?, la jornada aún no termina.

—Me importa un comino que aún no termine —dijo cerrando la puerta del ascensor y marcando el botón -1.

—Pero… Jimmy, tu padre estaba preguntando por ti.

—¡Que se joda!

Llegaron al parqueadero y Jimmy no la soltaba de la mano, arrastrándola hasta la pequeña poni.

Le abrió la puerta del copiloto y a ella no le quedo de otra que meterse obediente.

Llegaron a la mansión y él besó el sensor para entrar, mientras que Salomé se dejaba llevar como una niña con sus mejillas sonrojadas.

—¿Dónde quieres hacerlo? —le preguntó una vez estuvieron adentro.

Ella lo dudó por un momento, y él tomó la decisión por ella, llevándola al mismo rincón alejado donde ella lo había llevado a él hace tiempo.

Abrió la puerta del cuarto de juegos y la hizo pasar primero, para luego ponerle el seguro al en
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