Su tía Victoria, o más bien, su tía bruja Victoria, tocó la puerta minutos después y cuando Salomé le voceó que siguiera, se quedó pasmada al ver que era ella:«¿Desde cuándo adquirió modales?»—Buenos días, sobrina. —La saludó, acercándose con una carpeta negra en las manos.—Buenos días, ¿eres tú?, o estoy alucinando…—Si lo dices por lo que creo que es, lo siento… Me di cuenta de que no he sido muy respetuosa contigo, pero ahora solo quiero darte las gracias.—¿Ah si?, ¿y por qué?La pelirroja pecosa suspiró esbozando una sonrisa y puso firmemente la carpeta sobre el escritorio.—Revísalo tú misma.Salomé la miró achicando los ojos con sospecha y tomó la carpeta.Abriéndola, empezó a ojearla, dándose cuenta de que se trataba de unos documentos referentes a su matrimonio con Jimmy, y el corazón se le hizo chiquito cuando vio los sellos del contrato matrimonial que decían: “disuelto”.Elevó la mirada hacia su tía, mientras su corazón latía desenfrenado y no sabía por qué…Había soñad
Había silencio en la mansión, nada más, y Jimmy se llenó de ira, pero no hacia Salomé…Se dio la vuelta y salió de la casa devolviéndose hasta el parqueadero para volver a sacar su auto, e ir directo al apartamento de Paul.Tenía que reclamarle por lo que había hecho y no quiso esperar más. Ya tenía que lidiar con una Salomé loca que se quería ir de la casa, y no podía perder la oportunidad de enfrentar a su mejor amigo; tenía que darle una explicación sobre eso.Llegó y tocó la puerta fuerte con los puños, sin importar que los tenía heridos; un Paul soñoliento salió a recibirlo y en cuanto le abrió la puerta Jimmy entró disparado…—¿Por qué lo hiciste? —se paró en el centro de la sala con las manos en la cintura, mirándolo para fulminarlo.—¿Hacer qué?—No te hagas, Paul, lo del contrato.—Ah… eso. —Se rascó la cabeza y los ojos.—Necesito una maldita explicación.—Pues porque tú me lo pediste.—¿Acaso estás idiota? Cuando yo te lo pedí creí que Salomé me había engañado.—¿Y acaso no
Y se convirtió…Salomé no pegó un ojo en toda la noche por culpa de esa última pregunta que le hacía su mente. No dejaba de pensar en Jimmy y en lo que él estaba sintiendo o pensaba de ella; tanto que, ni sueño le dio y se levantó de la cama primero que él como si hubiera dormido doce horas seguidas, con una energía inigualable.Él se quedó en la cama un tiempo mientras ella se duchaba, y cuando salió lo encontró sentado en la cama, mirando hacia el baño, esperándola.—Hola. —Lo saludó sonriente y caminó hacia él para darle un beso en los labios.—Buenos días —respondió él correspondiendo a su beso.Al parecer había pasado buena noche porque se veía de buen humor, y se levantó enseguida para meterse a la ducha.—¿Nos vamos juntos hoy?—Sí —contestó él desde el baño.—Te espero en el comedor.Salió del cuarto, envuelta en una bata blanca, y cuando llegó al suyo, se encontró con que no había nadie.La gemela con poderes psíquicos ya se había marchado junto con Paul, y ni siquiera supo a
Tomó aire inhalando profundamente mientras empezaba a caminar hacia su oficina, y cuando estuvo a unos cuantos metros del cubículo de Brenda, achicó los ojos, fulminándola con la mirada, mientras ella acomodaba unos libros en su escritorio.—No es necesario que lo hagas —le dijo y ella elevó la vista, percatándose de su presencia.Arrugó la frente con confusión y luego sonrió atónita; sin embargo, la frente de Salomé no se alisaba y sus brazos se mantuvieron cruzados en el pecho, reprimiendo las ganas que sentía de abalanzarse y acabar con ella.—¿Por qué, señorita? —preguntó la rubia, sin esperar la respuesta que su jefe le daría:—Porque hace exactamente —miró el reloj en su muñeca—. Doce minutos con veintinueve segundos, ya no trabajas aquí —sonrió irónica—. Estás despedida.La pelos de escoba se quedó tiesa y abrió levemente la boca sin poder creérselo.—¿Q-qué dice?—No me hagas repetírtelo niña, debes saber que solo me estoy conteniendo por Jimmy, o hace tres minutos habría empe
Enmudeció, se puso rojo como un tomate y el corazón inició una maratón, mientras los ojos de Salomé lo absorbían y sentía como iba cayendo poco a poco en ese par de agujeros negros, que luego de atraparlo, no lo soltarían jamás…—Yo… —Sus cuerdas vocales solo emitieron el sonido de una monosílaba, alargando el final.—Tú… —elevó una ceja sin dejar de mirarlo—. ¿Quieres acabar con mi paciencia?—Lo olvidé —reaccionó exhalando un suspiro—. Simplemente, lo olvidé, ¿acaso no puedo tener amnesia?—No puedes, si se trata de algo como eso, Jimmy —afirmó con la misma fiereza en su voz, que poseía cuando le había hablado a Brenda, pero sus ojos delataban que los sentimientos hacia él, eran benévolos—. Al menos me alegro de que no le hayas correspondido, gracias por eso…Jimmy sonrió sintiéndose triunfante.—Entonces…—Sin embargo, —lo interrumpió—, mereces un castigo.—¿En serio? —los ojos de Jimmy brillaron como un par de diamantes al escuchar su palabra favorita.Sabía en qué consistían los
La sonrisa en el rostro de Salomé no pasó desapercibida por todo el personal que se cruzó por los pasillos, y la saludaron sonrientes de verla tan “feliz”, sin imaginar a lo que se debía.La picardía que hizo con el pobre Jimmy le ayudó a que su humor mejorara considerablemente. Esa había sido una de sus peores fechorías, pero no se arrepentía, él tenía que entender que no podía burlarse de ella, como si la amnesia fuera selectiva… «Pimpollo atrevido.»Cuando estaba en el ascensor, su teléfono sonó y contestó de inmediato al ver que se trataba de Sayda.—¡SALOOO! —gritó en cuanto ella le contestó.—¿Acaso todos quieren volverme sorda?, ¿qué carajos te sucede?—¡Salo! —sollozó—. Necesito de tu ayuda.—Se te partió la uña del corazón otra vez por estar haciendo tus cochinadas…—Nooo, esta vez no es eso.—¿Entonces?—Es… es sobre… —Balbuceó—. El pelirrojo intenso, bueno, ex intenso.Lo sabía… esa reacción emocional era típica en ella cuando estaba realmente nerviosa, o algo malo le estab
Se dio la vuelta rápidamente y sacó la silla tras su escritorio.—Siéntate, ahora te atenderé como el rey que eres.Jimmy la miró entrecerrando los ojos con sospecha.Estaba seguro de que esa mujercita planeaba algo en su contra; tanta amabilidad en un castigo no parecía normal después de lo último que le había hecho; sin embargo, obedeció porque no quería que le fuera peor, y se acercó, sentándose en la silla que ella había apartado para él.Luego la vio dar la vuelta y arrastrar la otra silla para ponerla a su lado y sentarse ahí.—¿Piensas darme la comida como a un bebito?—Así es —afirmó sonriente—. Destapa el plato y mira la delicia que hay dentro.Jimmy quitó la tapa y arrugó la frente, al ver que el plato contenía un montón de ahuyama con lo que parecía ser carne picada.Eso no se veía nada bien, y emitió una arcada por la forma asquerosa en la que lucía el platillo.—¿Vas a obligarme a comer eso?—No, guapo, no voy a obligarte.—No tengo apetito, ¿entonces puedo irme?—Si quie
La jaló de la mano arrastrándola fuera de la oficina, directo al ascensor, y para ese momento Salomé ya estaba roja de la vergüenza y la anticipación de los hechos.—¿Qué haces, Jimmy?, la jornada aún no termina.—Me importa un comino que aún no termine —dijo cerrando la puerta del ascensor y marcando el botón -1.—Pero… Jimmy, tu padre estaba preguntando por ti.—¡Que se joda!Llegaron al parqueadero y Jimmy no la soltaba de la mano, arrastrándola hasta la pequeña poni.Le abrió la puerta del copiloto y a ella no le quedo de otra que meterse obediente.Llegaron a la mansión y él besó el sensor para entrar, mientras que Salomé se dejaba llevar como una niña con sus mejillas sonrojadas.—¿Dónde quieres hacerlo? —le preguntó una vez estuvieron adentro.Ella lo dudó por un momento, y él tomó la decisión por ella, llevándola al mismo rincón alejado donde ella lo había llevado a él hace tiempo.Abrió la puerta del cuarto de juegos y la hizo pasar primero, para luego ponerle el seguro al en