Cuando me despierto por la mañana, Raphael tiene su brazo alrededor de mi cintura. Quiero moverlo para empezar, pero cuando mi mano llega a la suya para apartarse, me limito a apoyarla en la suya recordando la promesa que le hice. Él acurruca aún más su cabeza en mi cuello mientras sigue dormido. Me quedo helada por el gesto, sin saber cómo reaccionar. No puedo apartarme. De repente siento los labios de Raphael moverse contra mi cuello. —Sabes bien—, dice mientras su dedo dibuja círculos en mi vientre desnudo. Cuando intento bajarme la camiseta para cubrirme el vientre, Raphael se limita a detenerme antes de atraer mi cuerpo hacia el suyo. El calor de su cuerpo penetra instantáneamente en el mío y una sensación de calor recorre mi cuerpo. —Deberíamos haber empezado así las mañanas. Me limito a asentir. No me resisto, aunque lo deseo desesperadamente. Ha pasado más de un mes. Ya casi lo hemos conseguido y sólo tengo que seguir insistiendo unos meses más. Sus manos suben por mi cue
—¿De ninguna manera me voy a desnudar en la maldita cocina? —. le digo.Raphael sonríe. —¿Quién ha dicho nada de desnudarse? —. Y luego levanta la ceja en mi dirección. —Y si no quieres en la cocina, tengo un dormitorio arriba. Puedes desnudarte allí.Me quedo con la boca abierta y me asombro. —Acabas de arruinar tanto mi repostería como mi ropa.Raphael asiente. —Estoy seguro de que te verás mejor sin ropa que con ropa, y en cuanto a tu repostería... bueno, estoy seguro de que sabrás mejor que cualquier cosa que estuvieras planeando hornear.Casi se me salen los ojos de las órbitas. ¿De verdad acaba de decir eso?Le doy un golpe en el brazo y murmuro —pervertido— al pasar.—¡Ya lo he oído!—Bien—, le digo mirándole fijamente a los ojos. —Se suponía que tenías que hacerlo.Agarro la bolsa de harina que tengo a mi lado y la vuelco sobre la cabeza de Raphael antes de que pueda darse cuenta de lo que acaba de pasar. Sus dedos se convierten en puños a mi lado y me agarra la mano tirando d
Soy consciente de lo desnuda que estoy bajo las sábanas. También soy muy consciente de que Raphael está sentado a unos dos metros de mí, está muy cerca. No me gusta la idea de que esté tan cerca cuando estoy desnuda. Tuerzo la mano y busco la toalla que hay junto a la mesilla. Antes de que mis manos envuelvan la toalla, Raphael está a mi lado. —¿Qué necesitas? Me pregunta. No quiero decirle que necesito la toalla. Si lo hiciera, tendría que decirle por qué, y utilizar la toalla para cubrir mi cuerpo desnudo no tendría sentido para un hombre como Raphael. Trago saliva y miro hacia abajo. —La toalla—, murmuro. —Está mojada—, dice Raphael. —Deja que te traiga otra. Se levanta y se dirige a la puerta mientras le digo: —No. Se vuelve hacia mí. Ahí va. —No cojas la toalla—, le digo. —Si puedes, quizá mi ropa del baño. Raphael se aclara la garganta. —Por supuesto—, dice antes de dirigirse al cuarto de baño. Me agarro la cabeza, el dolor ha cesado, pero hay algo que no me cuadra. Ni
Se me hace un nudo en la garganta y me enderezo la falda. Miro fijamente la puerta y luego el timbre. ¿Por qué estoy tan nerviosa? Es la casa de mis padres. —Allá voy—, murmuro en voz baja mientras agito la mano izquierda y luego pulso el timbre. Papá abre la puerta. Su mirada de decepción lo dice todo. No me abraza, no me dice lo guapa que estoy como solía hacer. Lo único que hace es abrir más la puerta y ponerse al lado para dejarme pasar. —Hola, papá—, le digo. Él asiente. —Me alegro de que por fin hayas sacado tiempo de tu apretada agenda para vernos—, dice bruscamente. Mamá aparece detrás de él cuando entro. —No la molestes—, dice poniendo una mano en el hombro de padre para calmarlo. —La pobre ya está estresada. —¡Estresada! — Grita padre. —Eso es exactamente lo que estamos. Los últimos meses han sido un infierno y en vez de solucionarlo, ¡vas y te casas! Me miro los pies. Si supieran cómo me he metido en este matrimonio. —¿Cuánto hace que conoces a este Raphael? — Pregu
—¡No tenías que estar ahí! — Grito cerrando la puerta tras de mí cuando entramos en casa de Raphael.Raphael se quita el abrigo y lo apoya en la escalera. —¿En serio? — Me dice. —Porque realmente parecía que lo tenías todo controlado.Frunzo el ceño. —Y qué—, le digo. —Eso no es asunto tuyo.Sonríe en mi dirección y lo odio. —¿No es asunto mío? En serio—, me mira fijamente a los ojos y da un paso adelante. —La última vez que lo comprobé eras mi mujer, así que es asunto mío—, dice con voz severa.Pongo los ojos en blanco y doy un paso atrás, creando distancia entre nosotros. —Deberías haberme dejado resolver el asunto por mí misma.—¿Por qué te pones así? — me pregunta. —Acabo de resolver el asunto. ¿No puedes darme las gracias y seguir adelante?Me río con frustración. —No puedes hablar en serio.—¡Quieres que te dé las gracias cuando, para empezar, tú eres la razón por la que estoy metida en este lío! —. grito. —Joder, Raphael. A veces eres tan tonto.Raphael frunce el ceño. —No te a
No, no, no. ¡Mierda! Desenredo suavemente mi mano de su cuerpo y me tiro hacia atrás. Estoy desnuda, no puedo creer que esté desnuda. Miro a Raphael, está dormido. Parece tranquilo. No puedo creer lo que pasó anoche. ¿Cómo pude ser tan estúpida para dejar que pasara? Ahora todo se va a acabar cuando termine el contrato y me voy a ir destrozada. Lo sabía y aun así dejé que pasara. Me subo las sábanas hasta el cuello, le doy la espalda a Raphael y miro fijamente la lámpara de la mesilla de noche. Siento que un brazo me rodea la cintura desnuda. De repente De repente, me veo atraída hacia el cuerpo desnudo de Raphael. —Buenos días—, me murmura al oído. Suena alegre. Incluso positivo. Me callo. No tengo nada que decir. No puedo creer que dejara que esto pasara. ¿Qué me pasa? Con la mano, me gira el cuerpo para que quede frente a él. —Estás preciosa—, me dice. Pongo los ojos en blanco. —No, no lo estoy. Sonríe. —Desde luego que sí—, dice inclinándose para besarme. Dejo que me be
RAPHAELLa puerta de la sala de reuniones se abre y Liam, mi encargado, coloca la carpeta delante de mí.—Entonces—, digo. —¿Se ha colocado la trampa?Él asiente. —Pero aún tienes que distraer a tu mujer.—Déjala conmigo.Liam se aclara la garganta y se vuelve hacia mí. —Peter intentará llegar a Sara, ya lo sabes. Ahora que ha salido de la cárcel, su objetivo no serás tú, sino Sara.—Y por eso ella no puede saberlo—, le digo. —Por eso tenemos que asegurarnos de que se tiende esta trampa para que Peter vuelva a la cárcel y se aleje de Sara. El hecho de que esté fuera es ridículo, le había tendido una trampa de un mínimo de dieciocho años. ——Tal vez deberías ser honesto con Sara. Quizá decirle que Systematics Corporation ha sido liberada de su cargo y que Peter está en libertad.Sacudo la cabeza. —Ella no está en un buen momento y esto sólo la sacudirá.Liam me observa detenidamente y me acerca la carpeta a la mesa. —Quizá quieras replantearte este contrato con ella. Sé que la quieres,
Me aliso el vestidito negro en el espejo. Soy muy consciente de que el vestido es corto y deja muy poco a la imaginación. Es exactamente lo que necesito.Odio haberme vendido a este nivel, pero no puedo permitir que le pase nada al negocio familiar ni a mi patrimonio. Mis padres son muy duros conmigo, pero significan mucho para mí.Cojo mi bolso de cristal plateado y bajo las escaleras.Raphael me da la espalda con el teléfono en la mano. Probablemente esconde otro secreto.Cuando mis tacones chasquean contra el suelo de madera, atraigo su atención y se gira para mirarme. Una sutil sonrisa aparece en su rostro y recorre mi cuerpo. Veo cómo sus ojos suben por mi cuerpo y luego bajan.Cuando llego al final de la escalera, me tiende la mano y se la cojo. Me da un sutil beso en la mejilla. —Estás increíble.Sonrío. —Gracias—, le digo. —Tú tampoco estás nada mal.Con mi brazo enlazado al suyo, Raphael nos guía hasta una limusina. El chófer espera junto a la puerta y le hace un gesto a Raph