Mi Corazón Late

—¡Vale, para! — Digo sin aliento cuando llegamos a casa y a nuestro dormitorio. Le quito la mano de encima y me agacho apoyando las palmas en las rodillas.

Trago saliva intentando coger aire antes de encararme a él. —Dímelo—, le digo desesperada. —No puede ser peor de lo que ya sé.

Raphael parpadea para apartar una lágrima.

—Sara—, dice como tanteando el terreno. —Hay cámaras en casa de tus padres.

Le miro confusa. —¿Cámaras?

—Las vi cuando entramos. Dos junto a la puerta principal, una en el pasillo y dos en el dormitorio.

—Vale—, digo. —Mis padres son ricos y tienen éxito. Probablemente estén ahí por razones de seguridad.

Raphael niega con la cabeza. —Eso es lo que pensé en un principio cuando entramos en la casa, pero cuando llegamos al dormitorio no me pareció bien.

—¿Por qué no parecía correcto?

—Se pusieron rojos cuando entramos en cada habitación. Alguien nos vigilaba y dudo mucho que tus padres hicieran eso.

—¿Qué significa rojo?

—Que la luz de la cámara se encendía
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