Soy consciente de lo desnuda que estoy bajo las sábanas. También soy muy consciente de que Raphael está sentado a unos dos metros de mí, está muy cerca. No me gusta la idea de que esté tan cerca cuando estoy desnuda. Tuerzo la mano y busco la toalla que hay junto a la mesilla. Antes de que mis manos envuelvan la toalla, Raphael está a mi lado. —¿Qué necesitas? Me pregunta. No quiero decirle que necesito la toalla. Si lo hiciera, tendría que decirle por qué, y utilizar la toalla para cubrir mi cuerpo desnudo no tendría sentido para un hombre como Raphael. Trago saliva y miro hacia abajo. —La toalla—, murmuro. —Está mojada—, dice Raphael. —Deja que te traiga otra. Se levanta y se dirige a la puerta mientras le digo: —No. Se vuelve hacia mí. Ahí va. —No cojas la toalla—, le digo. —Si puedes, quizá mi ropa del baño. Raphael se aclara la garganta. —Por supuesto—, dice antes de dirigirse al cuarto de baño. Me agarro la cabeza, el dolor ha cesado, pero hay algo que no me cuadra. Ni
Se me hace un nudo en la garganta y me enderezo la falda. Miro fijamente la puerta y luego el timbre. ¿Por qué estoy tan nerviosa? Es la casa de mis padres. —Allá voy—, murmuro en voz baja mientras agito la mano izquierda y luego pulso el timbre. Papá abre la puerta. Su mirada de decepción lo dice todo. No me abraza, no me dice lo guapa que estoy como solía hacer. Lo único que hace es abrir más la puerta y ponerse al lado para dejarme pasar. —Hola, papá—, le digo. Él asiente. —Me alegro de que por fin hayas sacado tiempo de tu apretada agenda para vernos—, dice bruscamente. Mamá aparece detrás de él cuando entro. —No la molestes—, dice poniendo una mano en el hombro de padre para calmarlo. —La pobre ya está estresada. —¡Estresada! — Grita padre. —Eso es exactamente lo que estamos. Los últimos meses han sido un infierno y en vez de solucionarlo, ¡vas y te casas! Me miro los pies. Si supieran cómo me he metido en este matrimonio. —¿Cuánto hace que conoces a este Raphael? — Pregu
—¡No tenías que estar ahí! — Grito cerrando la puerta tras de mí cuando entramos en casa de Raphael.Raphael se quita el abrigo y lo apoya en la escalera. —¿En serio? — Me dice. —Porque realmente parecía que lo tenías todo controlado.Frunzo el ceño. —Y qué—, le digo. —Eso no es asunto tuyo.Sonríe en mi dirección y lo odio. —¿No es asunto mío? En serio—, me mira fijamente a los ojos y da un paso adelante. —La última vez que lo comprobé eras mi mujer, así que es asunto mío—, dice con voz severa.Pongo los ojos en blanco y doy un paso atrás, creando distancia entre nosotros. —Deberías haberme dejado resolver el asunto por mí misma.—¿Por qué te pones así? — me pregunta. —Acabo de resolver el asunto. ¿No puedes darme las gracias y seguir adelante?Me río con frustración. —No puedes hablar en serio.—¡Quieres que te dé las gracias cuando, para empezar, tú eres la razón por la que estoy metida en este lío! —. grito. —Joder, Raphael. A veces eres tan tonto.Raphael frunce el ceño. —No te a
No, no, no. ¡Mierda! Desenredo suavemente mi mano de su cuerpo y me tiro hacia atrás. Estoy desnuda, no puedo creer que esté desnuda. Miro a Raphael, está dormido. Parece tranquilo. No puedo creer lo que pasó anoche. ¿Cómo pude ser tan estúpida para dejar que pasara? Ahora todo se va a acabar cuando termine el contrato y me voy a ir destrozada. Lo sabía y aun así dejé que pasara. Me subo las sábanas hasta el cuello, le doy la espalda a Raphael y miro fijamente la lámpara de la mesilla de noche. Siento que un brazo me rodea la cintura desnuda. De repente De repente, me veo atraída hacia el cuerpo desnudo de Raphael. —Buenos días—, me murmura al oído. Suena alegre. Incluso positivo. Me callo. No tengo nada que decir. No puedo creer que dejara que esto pasara. ¿Qué me pasa? Con la mano, me gira el cuerpo para que quede frente a él. —Estás preciosa—, me dice. Pongo los ojos en blanco. —No, no lo estoy. Sonríe. —Desde luego que sí—, dice inclinándose para besarme. Dejo que me be
RAPHAELLa puerta de la sala de reuniones se abre y Liam, mi encargado, coloca la carpeta delante de mí.—Entonces—, digo. —¿Se ha colocado la trampa?Él asiente. —Pero aún tienes que distraer a tu mujer.—Déjala conmigo.Liam se aclara la garganta y se vuelve hacia mí. —Peter intentará llegar a Sara, ya lo sabes. Ahora que ha salido de la cárcel, su objetivo no serás tú, sino Sara.—Y por eso ella no puede saberlo—, le digo. —Por eso tenemos que asegurarnos de que se tiende esta trampa para que Peter vuelva a la cárcel y se aleje de Sara. El hecho de que esté fuera es ridículo, le había tendido una trampa de un mínimo de dieciocho años. ——Tal vez deberías ser honesto con Sara. Quizá decirle que Systematics Corporation ha sido liberada de su cargo y que Peter está en libertad.Sacudo la cabeza. —Ella no está en un buen momento y esto sólo la sacudirá.Liam me observa detenidamente y me acerca la carpeta a la mesa. —Quizá quieras replantearte este contrato con ella. Sé que la quieres,
Me aliso el vestidito negro en el espejo. Soy muy consciente de que el vestido es corto y deja muy poco a la imaginación. Es exactamente lo que necesito.Odio haberme vendido a este nivel, pero no puedo permitir que le pase nada al negocio familiar ni a mi patrimonio. Mis padres son muy duros conmigo, pero significan mucho para mí.Cojo mi bolso de cristal plateado y bajo las escaleras.Raphael me da la espalda con el teléfono en la mano. Probablemente esconde otro secreto.Cuando mis tacones chasquean contra el suelo de madera, atraigo su atención y se gira para mirarme. Una sutil sonrisa aparece en su rostro y recorre mi cuerpo. Veo cómo sus ojos suben por mi cuerpo y luego bajan.Cuando llego al final de la escalera, me tiende la mano y se la cojo. Me da un sutil beso en la mejilla. —Estás increíble.Sonrío. —Gracias—, le digo. —Tú tampoco estás nada mal.Con mi brazo enlazado al suyo, Raphael nos guía hasta una limusina. El chófer espera junto a la puerta y le hace un gesto a Raph
Giro la cabeza para ver a Raphael de pie junto a la puerta. Se me desploma el corazón y miro al suelo. —¿Te ayudo a encontrar lo que buscabas? —. pregunta Raphael. Le miro confusa. —¿Qué haces aquí? —¿Qué hago aquí? — Me repite. —Exactamente lo que intentabas hacer. Trago saliva y cruzo las manos detrás de mí, ocultando su teléfono. —No te molestes—, dice Raphael dando un paso adelante. —Sabía que tenías mi teléfono desde el principio y sabía que estabas intentando jugar conmigo. —¿Así que estabas sobre mí desde el principio? — pregunto sinceramente. Él asiente. —Esperaba algo mejor de ti... pero nunca fuiste bueno fingiendo nada, incluida esta relación. —Tenía miedo. Tienes que entenderlo. Escuché una conversación que tuviste con Liam y no sonaba bien, así que, por favor, sé sincera. ¿Por qué demonios me estabas distrayendo? —Porque si estabas dispuesta a casarte conmigo para alejarte de Peter, para salvar a tu familia de perder el negocio y la hacienda, si él viniera a por
Su brazo me rodea el pecho y parece tranquilo... casi demasiado tranquilo. ¿Podría ser este nuestro futuro, uno en el que tengamos una oportunidad y él pueda amarme? Lo observo durante un segundo, su pelo desordenado, la forma en que sobresalen los músculos de su espalda, las sábanas de la cama cubriendo justo las partes adecuadas de él para mantener todo esto PG. Levanto el brazo para apartarlo y poder salir de la cama, pero me rodea la cintura con fuerza y tira de mí. —No te muevas—, murmura en voz baja, medio dormido. —Tengo que levantarme—. susurro. —No, no tienes que levantarte—, responde mientras levanta la cabeza de la almohada. Tiene la sonrisa perfecta y me derrito un poco ante la expresión de su cara. —De verdad que sí. Sus brazos me rodean aún más fuerte y aprieta mi cuerpo contra el suyo con su labio en mi oído. —Dime por qué tienes que levantarte—, me dice. —¿Qué es tan importante? Como no tengo ninguna razón obvia para levantarme, digo lo primero que se me ocurre