Capítulo 8Ambas manos me duelen al sentir los agarres salvajes de este par de hombres. Mis piernas se tambalean al ver a la prometida del señor Maxwell caminar con sus pasos apresurados hasta nosotros. Sus ojos se encuentran expectantes sobre la mano del hombre que debería ser su esposo, pero todo comienza a darme vueltas cuando intento zafarme, más sin embargo, ninguno de los dos da su brazo a torcer.—¿Damián?—Handrika, observa con enojo a mi jefe, —pensé que mi papá te había dicho que íbamos a desayunar hoy juntos, ¿Qué haces aquí jugando con tus empleados?La mujer pone una cara de pocos amigos y no era para menos; el señor Maxwell no era el tipo de hombres amorosos que te prometían bajarte la luna y las estrellas, las cosas con él tenían otro camino, uno muy distinto a lo que ella deseaba de Damián.—No tengo tiempo para perderlo contigo…—Vociferó el pelinegro logrando que por fin su abogado me soltara,—Amelia, espérame en mi oficina…Mi pecho subió y bajó en el justo momento en
Capítulo 9Las luces…Las luces de los reflectores de aquellos periodistas que intentan sacar la mejor foto de Damián siendo encarcelado, hacen que mis ojos comiencen a arderme de un momento a otro. Mauricio me sostiene del brazo cuando intento hablar con el señor Maxwell, mientras que uno de los agentes, me empuja tan fuerte hacia un lado que si no fuese por el castaño, hubiese caído al suelo delante de todos.Las esposas que rodean los puños del pelinegro, logran colocar sus muñecas un poco rojizas por la presión. Un tumulto de personas se nos acercan para intentar saber que es lo que sucede, más sin embargo algo dentro de mí me duele al oír claramente como alguno de los periodistas empiezan a comunicar a sus empresas los encabezados descabellados como: Importante empresario asesina brutalmente a un joven sin motivo alguno… Mis mejillas comenzaron a sentirse humedecida, mi corazón latía con fuerza dentro de mi pecho y corrí detrás de Mauricio Montenegro para subirme junto a él a su
Capítulo 10Damián MaxwellNo he visto a Amelia desde que salí de la cárcel. Mis manos frías tocan la taza de café caliente que mi madre había dejado para mí sobre el escritorio de mi oficina, mientras miro por los cristales a ver si tengo la buena suerte de ver a mi secretaria. Observo como sus amigas comienzan a reír entre ellas, Andrea, le muestra a Carla y Camila un mensaje que al parecer un chico le ha enviado, todas ríen, pero lo único que yo deseaban era tener aquí conmigo a Amelia.Carraspeo un poco la garganta al ver a Nohora Maxwell dejar un sobre sobre mi escritorio, los ojos de mi madre se hallaban rojizos quizás porque había llorado demasiado por mí, y no era para menos, casi su único hijo era judicializado por un delito que no cometió.—Vamos a organizar tu boda para el próximo mes…—Mi saliva se volvió espesa entre tanto los latidos de mi corazón comenzaron a sentirse salvajes y dolorosos, —no me mires así, Damián, sabes que esta es la única forma de salvar a nuestra fam
Capítulo 11Bajo la cabeza mientras me coloco al lado de mis demás compañeras al escuchar los gritos del señor Maxwell por toda la oficina. Su corbata desencajada y las mangas de su camisa doblada hasta la altura de sus codos, me hacen percatarme que algo no ha salido bien con el nuevo lanzamiento. Andrea, Carla y Camila, tiemblan delante del presidente de la compañía Maxwell Electronic, al verle posarse encima de ellas.—¿Quién dio la orden de usar estas fotos? —, el pelinegro mostró una serie de fotografías. Camila se tensa al darse cuenta que su jefe fue quien autorizó hacerle uso a las fotos de aquel modelo novato y sin experiencia para la campaña del nuevo producto de nuestra empresa.Mi amiga levanta la mano y debemos retroceder al escuchar la histeria del señor Maxwell. Las venas de su cuello se hallan tan dilatadas que presiento que en cualquier momento podrían explotar.—¡Hemos recibido una maldita demanda por plagio!—Mis piernas se volvieron como gelatina al escuchar la decl
Capítulo 12Mis manos sudorosas tocaron el barandal del balcón en donde Damián y yo nos encontrábamos desde hacía unos minutos, lo había hecho en el justo momento en que con un movimiento certero, el empresario separó mis piernas para colarse en ellas.Damián levantó mi vestido para meter su rostro en medio de mis muslos. La tela de la prenda que cubría mi desnudez, lograba taparlo por completo, su lengua dibujó una línea imaginaria en mis labios vaginales y tuve que tensar las piernas al sentir la viscosidad llegar hasta ese pequeño trozo de carne que removió haciéndome gemir.El señor Maxwell me acomodó de tal modo de que él podía tener acceso a mi entrada, mis pechos comenzaron a dolerme al ver como más y más personas llegaban hacia el primer piso del teatro y se sentaban sin saber lo que ocurría arriba desde el balcón.Un hilo de sudor se deslizó por mis mejillas hasta llegar a mis senos, mordí mi labio inferior al sentir como Damián rompía la barrera de mi seguridad, penetrando a
Capítulo 13Todos…Todos dentro de esta maldita oficina me están mirando como si acabase de cometer el pecado más atroz del mundo. Damián me jala hacia él para ocultarme detrás de su cuerpo al ver como mis amigas comienzan a alejarse de mí. Las secretarias de los inversionistas murmuran entre ellas y bajo la cabeza al sentirme amenazada y a punto de llorar.—¿Esta eres tú?—preguntó uno de los chicos de contabilidad acercando su teléfono hacía mi cara, pero Damián lo tomó con tanta rapidez, que el aparato cayó sobre el suelo en miles de pedazos. Un tirón fuerte y repentino sobre uno de mis codos me hizo tambalear.Handrika Bekker se cruzó de brazos delante de mí, para acto seguido golpear una de mis mejillas tan violentamente, que un escozor se apoderó de mi rostro de inmediato.—¡Eres una puta!—Vocifero enojada y obligándome a bajar la cabeza porque sabía que ella tenía razón.Me estaba acostando con un hombre que tenía un compromiso con alguien más, mientras yo recibía beneficios d
Capítulo 14Mi cuerpo comenzó a colapsar en el instante en que los ojos azules de Damián Maxwell se conectaron con los míos. Mi antiguo jefe llevaba puesto un vaquero azul, con tenis blancos y una camiseta de mangas largas en color verde esmeralda que hacían resaltar la belleza de su mirada. Su cabello lacio y negro, ahora se hallaba húmedo y alborotado, la barba de pocos días ya no existía, podía ver con claridad la suavidad de sus mejillas y el rojizo que las caracteriza cuando algo realmente daba vueltas dentro de su cabeza.Ambos intentamos hablar, pero ninguno de los dos lograba hacerlo, sus manos estaban temblando a cada costado de sus caderas, sus hombros vibraban por el movimiento exagerado de su cuerpo; el señor Maxwell mordió ligeramente su labio inferior, cerró los ojos y respiró profundamente intentando tomar mis manos, pero no lo permití.Sus ojos se abrieron con tanta exageración que pensé que iba a llorar, sin embargo en vez de eso, uso toda su fuerza para buscar mis ma
Capítulo 15Yo…Yo no sé que decir… Mauricio bajó la cabeza mientras podría ver con claridad cómo sus hombros empezaban a moverse en contra de su voluntad. Lo observé intentando abrir la boca un par de veces, pero sus párpados apretados me hicieron notar que estaba demasiado nervioso para hacerlo.Sus dedos penetraron las hebras de sus castaños cabellos, y respiró profundo antes de volver a levantar la cabeza. Una sonrisa forzada se formó en sus labios antes de dar un paso que lo llevaría a estar mucho más cerca de mí.—¿Cómo estás?Fue lo único que preguntó, mientras sostenía una caja de chocolates suizos sobre sus manos, mis dedos apretaron el borde de la madera de la puerta principal de mi casa y aunque mis intenciones eran cerrarle la puerta en la cara, mamá llegó en el justo momento en que intenté hacerlo.Los ojos de mis padres recorrieron el cuerpo musculoso y bien formado del abogado, Lucía sostuvo el antebrazo de su marido antes de atreverse a preguntar quién era aquel apuest