Capítulo 31
Una extraña, pero placentera sensación se apoderó del centro de mi cuerpo. Los ojos de Damián Maxwell barrieron cada centímetro de mi piel, mientras que mis manos tomaban el borde de aquella camisa blanca que usaba para su boda con Handrika Bekker y que por alguna razón ya no deseaba vérsela puesta. Mis dedos sudorosos y temblorosos quitaron los primeros botones intentando así dejarlo rápidamente desnudo delante de mí.
Su labio inferior vibraba quizás al sentir el roce de mi cuerpo sobre el suyo, la punta de su nariz se hallaba rojiza por la oleada de calor que nos cobijaba a los dos, mis caderas comenzaron a moverse de atrás hacia adelante deseando sentirle más allá de lo permitido. Sus brazos rodearon mi cintura para así poder apretarme con mayor fuerza contra su miembro.
Damián mordió su labio infe
Capítulo 32Damián Maxwell Tengo demasiado miedo de todo lo que podría suceder el día de hoy, Amelia gritó con impetuosidad al ver claramente como Mauricio disparó sin dudarlo en dirección hacia mí. El dolor intenso por aquella herida carcomió mi muslo izquierdo haciéndome caer de golpe al suelo. Mi cabeza comenzó a darme demasiadas vueltas por la pérdida exagerada de sangre.Mis manos apretaron rápidamente mis rodillas para volverme a colocarme en pie, de repente en mi campo de visión apareció la silueta delgada y pequeña de aquella mujer que me había torturado todo este tiempo; Handrika Bekker llevaba puesto un diminuto vestido rojo que la hacía lucir mucho más llena de maldad de lo que ya era. Sus ojos cristalinos ahora inyectados en sangre, deseaban con añ
Capítulo 33Minutos antesMe duele…Me duele tanto la cabeza que me es casi imposible abrir los ojos, mis hombros, espalda y estómago me arden por la golpiza que Handrika me propinó antes de encerrarme en este lugar. Intento colocarme en pie, pero mis piernas no me responden y entro en desesperación. Coloco las palmas de mis manos sobre el suelo áspero y como puedo logro abrir mis ojos.Todo a mi alrededor comienza a dar vueltas, así que me arrastro dolorosamente hacia la entrada, sin embargo mi corazón comienza a latir con desespero en el justo momento en que la silueta de Mauricio apareció delante de mí. Sus pies se detuvieron a unos cuantos pasos de donde yo me encontraba inmóvil y temblorosa. Una sonrisa ladina brotó de sus labios, paralizándome así rápidamente.—No te atrevas a tocarme… —Declaré con mi voz
Capítulo 34Las luces de los reflectores golpeaban con agresividad mis ojos, apenas Damián y yo salimos de los juzgados de New York. Los periodistas corrieron detrás de nosotros cuando la noticia de nuestro secuestro y casi homicidio, se volvió noticia nacional. Mi novio me tomó de la mano, empujando hacia adelante mi cuerpo, y bajando rápidamente mi cabeza para meterme dentro de la camioneta de su familia y así poder protegerme de los paparazzi que han dañado mi imagen desde que fuimos liberados.Según los periódicos, una pobre secretaria se había metido en la cama del empresario más importante de Estados Unidos y ahora ya no era una simple mujer de un barrio pobre, sino la futura mujer del dueño del imperio Maxwell. Mi corazón se aceleró al ver a Handrika después de casi dos meses del incidente, los padres de Mauricio golpearon a Dami
Capítulo 35El agua caliente de la regadera cae con delicadeza sobre mi cuerpo ardiente, Damián besa suavemente mi hombro desnudo, mientras que con sus manos libres estruja esa parte de mi cuerpo que tanto le gusta. Mis dientes muerden mi labio inferior al sentir aquellas vibraciones que solo el señor Maxwell provoca sobre mi cuerpo. Sus enormes manos obligan a mis pies a girar, quedándonos así cara a cara. Sus ojos azules detallan cada facción de mi rostro, el magnate besa fugazmente mi cabeza para luego devorar mis labios con fiereza.Su dedo índice busca con desespero mi centro y tengo que brincar sobre mis propios pies al recibirlo dentro. Me apoyo un poco sobre él para no caer, sus embestidas se vuelven de un momento a otro mucho más rápidas, a tal punto que mis rodillas han dejado de funcionarme; mi cabeza me da vueltas, pero lo detengo porque deseo mucho más que sus dedos dentro de mi vagina. El pelinegro entiende mis señales, así que levanta rápidamente mi pierna derecha y ubi
Capítulo 36FINAL Mis tacones se doblan contra el suelo por el desespero que siento al recordar la voz agitada y asustada de Ignacio a través del teléfono, acelero mis pasos hasta subir los primeros escalones de aquella escalera que me llevaría en donde se encontraba aquel pobre chico que contó con la mala suerte de caerle mal a mi novio, maldije al ver que el elevador de nuestra compañía hoy se encontraba en mantenimiento, así que necesita esforzarme mucho más si quería salvar al nuevo pasante.Damián gritó detrás de mí, pero no me detuve hasta que mi respiración se volvió agitada y el oxígeno abandonó mis pulmones rápidamente. Mis manos agarraron mis rodillas intentando respirar pausadamente, mi teléfono comenzó a vibrar de nuevo, así que como pude logré llegar hasta el piso en donde se encontraba Ignacio Thomas.La puerta estaba bloqueada con una mesa, la empujé hacia un lado con todas mis fuerzas, sin embargo el peso de esta era el doble del mío, mis majos golpearon la puerta de
EpílogoMe miro al espejo y sonrío al ver el reflejo de mi rostro sobre el cristal, mi madre toca mis hombros e intento no llorar al ver a mi padre hacerlo, Sebastián alista el ramo de flores que debo llevar en toda la ceremonia y respiro porque jamás me imaginé llegar hasta aquí. Han pasado dos meses desde que Damián salió del hospital psiquiátrico, dos meses en donde hemos recuperado todo nuestro tiempo perdido.Me levanto con cuidado de la silla, nerviosa y temblando porque mi boda es una realidad, —Te ves hermosa… —Susurra papá dejando un tierno beso en mi mejilla derecha, —La niña de papá ahora se convertirá en la mujer de un buen chico… Amelia… —Lourdes me pasa un pañuelo para secar mi rostro, —estoy orgulloso de mi hija, estoy orgulloso de todas las cosas que pudiste superar…Mi estómago se contrae por un momento porque papá tenía razón, durante casi tres años, mi mente colapsó intentando entender porque alguien como Damián Maxwell se fijaría en mí; quería comprender porque una
«Prefacio»—¡Debes hacerte responsable de tus actos, Amelia! —La voz fuerte y resonante de mi jefe golpeó con fuerza mis oídos, logrando que mis piernas se desestabilizaran un poco—, ¿Sabes todo lo que he tenido que pasar por tu culpa? —gruñó para luego golpear con fuerza su escritorio. Las fosas nasales de su nariz se hallaban anchas por la ira que quizás sentía en ese momento. Mi garganta se encontraba seca y aunque no entendía a ciencia cierta que era lo que estaba sucediendo no era capaz de responderle algo.Sus ojos azules me observaron con molestia, el señor Maxwell, aflojó salvaje mente su corbata para luego esbozar una sonrisa algo oscura e intimidante.—¿Está enojado por qué Carmen Electra ya no quiere verle? —el presidente abrió los ojos con tanta exageración ante mi cuestionamiento, que tuve que retroceder inmediatamente—, señor, yo le juro que intenté convencerla, pero hoy me ha devuelto la propiedad que usted le obsequió y…—Ahogué un grito de terror al verle levantarse d
Capítulo 1Tiro de mi cabello al leer claramente el mensaje de texto que una de las modelos que salen con mi jefe, me envió cancelando la cita que tenía con el señor Maxwell esta noche. Miré rápidamente el reloj de pulsera que decoraba de una manera elegante y sutil mi delgada muñeca, mientras que abrí los ojos con demasiada exageración al percatarme de que casi eran las dos de la tarde.Tomé rápidamente mi cuaderno de apuntes, alisé como pude mi falda y corrí con mi corazón desbordado hacia la salida de mi oficina en Maxwell Electronic. Hacía cuatro años que trabajaba para la compañía, entré a trabajar gracias a una amiga que también laboraba aquí, y aunque a veces por mi mente pasaba la idea de renunciar a mi trabajo, las deudas que me siguen ahogando día tras día no me lo permitían.Mis tacones se enredaron haciéndome tropezar un poco apenas vi la silueta del señor Maxwell salir de la sala de juntas. Su mandíbula se hallaba tensa, mientras que su ceño ligeramente fruncido me hacía