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A pesar de que seguía aturdido por todo el placer que su cuerpo seguía sintiendo, Oliver se levantó de la cama, aún con la joven sobre su cuerpo y la tomó por la espalda, abrazándola por la cintura y atrayéndola hacia su pecho.

Ella le tomó la nuca y buscó su boca y se besaron con dificultad, pero lo hicieron; se fundieron en un beso apasionado que terminó sellando esas emociones multiplicadas y alocadas que los dominaban.

Oliver concibió que no podía dejarla sola, no en ese camino difícil que ella atravesaba y se encargó de darle su apoyo y su seguridad.

—Vamos a salir adelante, gatita. —Le tomó la mejilla con la mano para mirarla al a cara. Ella negó risueña&mda

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