Se separa de mí, dejándome con un pequeño vacío y limpiando sus lágrimas, toma su maleta para salir de casa.—Prométeme que vendrás a visitarnos —le pide la señora Agnes.—Se lo prometo, además mi casa queda muy cerca de aquí como a media hora. Así que ustedes también podrán visitarme con el pequeño Leandro.—Lo haremos —musita la señora Agnes, sosteniendo con fuerza la mano de Evelina.—Ahora si debo marcharme.—Yo te acompaño.—No es necesario —me contradice, negando con su cabeza.—Será la última vez que te acompañe —ignorando sus quejas, tomo la maleta de entre sus manos y salgo al jardín.Subimos a su auto y durante gran parte del trayecto guardamos silencio.—¿Y qué harás ahora que ya vendiste la televisora?—Pienso retirarme de la actuación, no es algo que me agrade, tener que fingir ante todos es desgastante y ya he fingido demasiado en mi vida, así que ya fue suficiente. He pensado en crear una asociación para personas víctimas de violencia y también seguiré apoyando a la aso
Después de terminar nuestra cena, Liam estira su mano y me obliga a pararme para bailar con él, al tiempo que la canción A thousand years comienza a sonar.—¿Te gustó la cena y el lugar? —me cuestiona.—Sí, todo ha sido muy hermoso —respondo con sinceridad.—Ahora sé que mi esfuerzo valió la pena —sin más palabras, acomoda su cabeza en el hueco de mi cuello y cuando su cálido aliento choca con mi piel desnuda, un pequeño escalofrío invade mi cuerpo.—¿Acaso estás intentando seducirme? —lo cuestiono, sin dejar de bailar.—¿Cómo podría ser capaz de seducir a mi ex esposa? Cuando es ella quien me seduce a cada instante con sus besos —murmura antes de dejar un beso sobre mis labios—, con cada mirada —besa mis ojos—, con cada caricia —, besa mis manos—, con su embriagante aroma —musita besando con delicadeza mi cuello y provocando que un gemido escape de mi boca.»Toda ella me vuelve loco y me seduce cada día como no tiene la menor idea —enreda su brazo en mi cintura y me atrae a su cuerpo
Con movimientos lentos comienzo a subir y bajar por toda su longitud y sin dejar de sostenerme de los hombros de Liam, me apodero de sus labios para besarlo con ese deseo que carcome cada célula de mi cuerpo.—No sabes cuanto me fascina que tomes la iniciativa, mariposita —masculla sobre mis labios entreabiertos.Baja su rostro y sosteniendo uno de mis senos, enreda su lengua en mi pezón, enviando un ramalazo de placer por todo mi cuerpo y ante lo cual arqueo mi espalda, deseosa de que siga con esta dulce tortura.—Me encantan tus senos —murmura tomando el otro entre sus labios y dejando una pequeña mordida que me obliga a clavar mis uñas en su espalda—. Es una lástima que deba compartirlos con Leandro, de lo contrario les prestaría más atención —sentencia antes de soltar mi seno y besar mi cuello, al tiempo que baja su mano a mi entrepierna y comienza a atormentar mi clítoris.Sin dejar de moverme sobre Liam, acerco mi boca a su lóbulo y después de dejar una sutil mordida, lo succion
Me aferro con fuerza a los muslos de Liam, mientras mi cuerpo se estremece y cuando mi respiración se acompasa un poco, siento como las manos del ojiazul me levantan con facilidad.—¿Q-qué haces? —lo cuestiono con la voz entrecortada.—Aún no terminamos, mariposita —masculla, poniéndose de pie y tomando mi mano hasta dejarme frente al enorme ventanal, por donde se filtra la luz del Sol.—¿Pero qué hacemos aquí?—Terminar lo que empezaste —me explica al tiempo que me obliga a pegar mis manos contra el frío cristal, inclinando mi cuerpo de tal forma que mis pezones rozan con este y un pequeño escalofrío me recorre el cuerpo.—Alguien podría vernos. R-regresemos a la cama —le pido, intentando moverme, pero dado que me sostiene con fuerza me es imposible.—Nadie nos verá, la propiedad más cercana está a varios kilómetros.—El p-personal del servicio nos podrían ver si salen al jardín —mascullo.—Estamos solos, mariposita. Es mejor que dejes de inventar excusas —y sin más levanta mi traser
—¿P-por qué no irás con nosotros? —la cuestiono, conteniendo un sollozo—. Liam dijo que puedes vivir con nosotros.—Y le agradezco por considerarlo, pero es momento de que ustedes vivan como una familia.—Pero tú también eres mi familia —respondo, limpiando la lágrima que se escapa de mi ojo—. M-me prometiste que no nos volveríamos a separar.—Y así será mi amor. El que te vayas con ese muchacho no quiere decir que yo te esté abandonando o que no volveremos a vernos. Ustedes deben de volver a convivir como una pareja y como familia.»También necesitan su privacidad y conmigo viviendo bajo el mismo techo les será difícil. Es mejor que me quede aquí, además de que ahora debo de terminar de criar a Fede y Evelina, ellos también me necesitan. Que me quede aquí no significa que no te quiera, mi amor, por el contrario, por qué te amo es mejor que esta vez nos separemos.»Mi amor por ti es tan inmenso que verte rehacer tu vida con tu ex esposo es la mayor felicidad que me puedas regalar. Así
Después de algunos minutos Liam llega a la casa y casi al instante la señora Casandra nos informa que la cena está lista, por lo que los cinco nos dirigimos al comedor, donde ya nos esperan sus padres.Comenzamos a cenar y cuando estamos por terminar nuestros alimentos, el señor Alexandros se aclara la garganta llamando la atención de todos.—¿Qué sucede, papá? —preguntan al mismo tiempo Liam y Alessia.—Debido a los acontecimientos en los últimos días he decidido ponerte un guardaespaldas, Alessia —sentencia su padre dejándonos a todos sin habla.—¿A qué te refieres con lo que sucedió? —lo cuestiona su hija frunciendo el ceño y lanzándole una mirada de frialdad idéntica a la suya—. Además, eso me parece excesivo.—Crees que no nos enteramos de que gracias a la ley que estás impulsando en el senado, algunos tipos como el juez Barone han lanzado el grito en el cielo y estoy seguro de que no se quedarán de brazos cruzados.—¿Y solo por eso quieres ponerme un guardaespaldas? Lo siento, p
—Deberías comprobar lo de las palmaditas —susurra Luca, sonriendo de lado.—No es nada, solo nos reímos del pobre de Fede —asevero, dando unas pequeñas palmaditas en su cabeza y como por obra del señor, Liam suaviza su expresión, toma mi mano y la lleva hasta sus labios para dejar un delicado beso en mi palma.—El abuelo suegro sí que tiene razón, bien dice que los caballos salvajes se calman con unas palmaditas en la cabeza —se burla y sin poder evitarlo, ambos soltamos una carcajada al tiempo que Luca acaricia la cabeza de su amigo.—¡¿Qué diantres te sucede?! —gruñe, apartándolo de un manotazo.—Creo que solo funciona cuando lo hace su yegua.—¿Cómo qué yegua, idiota?—¡¡Ustedes dos dejen de discutir o despertarán a mi nieto!! —los reprende mamá, apartando su vista del pobre de Fede, que aprovecha esa oportunidad y se pone de pie listo para huir de sus reproches—. ¿Y tú a dónde vas Federico? Aún no terminamos.—Pero señora Agnes…—Tú viniste primero a buscar mi ayuda, yo no fui a d
Luca Con el ceño fruncido observo los estuches que reposan sobre mi escritorio y sin poder decidirme por alguno en particular lanzo un quejido de frustración. —¿No le gusta ninguno? —me cuestiona el hombre con un poco de nerviosismo. —No es que no me gusten, solo que no puedo decidirme por alguno, siento que ninguno es suficiente para mi novia. Quiero algo tan hermoso como ella. —¿Le gustaría ver los que le dije que eran un poco más pequeños? No siempre una piedra más grande significa que sea mejor o más hermoso. —De acuerdo —refunfuño molesto. El hombre saca varias cajitas y cuando abre la última mis ojos captan un hermoso anillo con un delicado zafiro y varias incrustaciones de diamantes alrededor de la pieza. Estiro mi mano y cuando mis ojos detallan cada milímetro, sonrío satisfecho. Por donde se le mire me recuerda a los hermosos ojos de Alessia, chispeantes y capaces de hipnotizarte. —Tenía razón, no siempre algo más grande es lo mejor. Me quedo con este, estoy seguro de