—¿P-por qué no irás con nosotros? —la cuestiono, conteniendo un sollozo—. Liam dijo que puedes vivir con nosotros.—Y le agradezco por considerarlo, pero es momento de que ustedes vivan como una familia.—Pero tú también eres mi familia —respondo, limpiando la lágrima que se escapa de mi ojo—. M-me prometiste que no nos volveríamos a separar.—Y así será mi amor. El que te vayas con ese muchacho no quiere decir que yo te esté abandonando o que no volveremos a vernos. Ustedes deben de volver a convivir como una pareja y como familia.»También necesitan su privacidad y conmigo viviendo bajo el mismo techo les será difícil. Es mejor que me quede aquí, además de que ahora debo de terminar de criar a Fede y Evelina, ellos también me necesitan. Que me quede aquí no significa que no te quiera, mi amor, por el contrario, por qué te amo es mejor que esta vez nos separemos.»Mi amor por ti es tan inmenso que verte rehacer tu vida con tu ex esposo es la mayor felicidad que me puedas regalar. Así
Después de algunos minutos Liam llega a la casa y casi al instante la señora Casandra nos informa que la cena está lista, por lo que los cinco nos dirigimos al comedor, donde ya nos esperan sus padres.Comenzamos a cenar y cuando estamos por terminar nuestros alimentos, el señor Alexandros se aclara la garganta llamando la atención de todos.—¿Qué sucede, papá? —preguntan al mismo tiempo Liam y Alessia.—Debido a los acontecimientos en los últimos días he decidido ponerte un guardaespaldas, Alessia —sentencia su padre dejándonos a todos sin habla.—¿A qué te refieres con lo que sucedió? —lo cuestiona su hija frunciendo el ceño y lanzándole una mirada de frialdad idéntica a la suya—. Además, eso me parece excesivo.—Crees que no nos enteramos de que gracias a la ley que estás impulsando en el senado, algunos tipos como el juez Barone han lanzado el grito en el cielo y estoy seguro de que no se quedarán de brazos cruzados.—¿Y solo por eso quieres ponerme un guardaespaldas? Lo siento, p
—Deberías comprobar lo de las palmaditas —susurra Luca, sonriendo de lado.—No es nada, solo nos reímos del pobre de Fede —asevero, dando unas pequeñas palmaditas en su cabeza y como por obra del señor, Liam suaviza su expresión, toma mi mano y la lleva hasta sus labios para dejar un delicado beso en mi palma.—El abuelo suegro sí que tiene razón, bien dice que los caballos salvajes se calman con unas palmaditas en la cabeza —se burla y sin poder evitarlo, ambos soltamos una carcajada al tiempo que Luca acaricia la cabeza de su amigo.—¡¿Qué diantres te sucede?! —gruñe, apartándolo de un manotazo.—Creo que solo funciona cuando lo hace su yegua.—¿Cómo qué yegua, idiota?—¡¡Ustedes dos dejen de discutir o despertarán a mi nieto!! —los reprende mamá, apartando su vista del pobre de Fede, que aprovecha esa oportunidad y se pone de pie listo para huir de sus reproches—. ¿Y tú a dónde vas Federico? Aún no terminamos.—Pero señora Agnes…—Tú viniste primero a buscar mi ayuda, yo no fui a d
Luca Con el ceño fruncido observo los estuches que reposan sobre mi escritorio y sin poder decidirme por alguno en particular lanzo un quejido de frustración. —¿No le gusta ninguno? —me cuestiona el hombre con un poco de nerviosismo. —No es que no me gusten, solo que no puedo decidirme por alguno, siento que ninguno es suficiente para mi novia. Quiero algo tan hermoso como ella. —¿Le gustaría ver los que le dije que eran un poco más pequeños? No siempre una piedra más grande significa que sea mejor o más hermoso. —De acuerdo —refunfuño molesto. El hombre saca varias cajitas y cuando abre la última mis ojos captan un hermoso anillo con un delicado zafiro y varias incrustaciones de diamantes alrededor de la pieza. Estiro mi mano y cuando mis ojos detallan cada milímetro, sonrío satisfecho. Por donde se le mire me recuerda a los hermosos ojos de Alessia, chispeantes y capaces de hipnotizarte. —Tenía razón, no siempre algo más grande es lo mejor. Me quedo con este, estoy seguro de
—¿Evelina, aceptas casarte conmigo? —la cuestiono con un poco de miedo, cuando me percato de que baja la mirada y guarda silencio—. Tal vez pienses que este anillo es muy poco comparado con todo lo que tú posees, pero…—No es poco, simplemente es p-perfecto —musita con la voz rota—, y sí, acepto.Extiende su mano y cuando levanta la mirada, veo como algunas lágrimas corren por sus mejillas, pero la enorme sonrisa que muestra en su rostro es la mejor prueba de que realmente está tan emocionada como yo.Estoy por deslizar el anillo en su dedo, pero debo detenerme cuando la señora Agnes se aclara la garganta, obligándome a girar mi rostro y mirarla un poco avergonzado.—Lo siento, señora Agnes, me emocione un poco en cuanto escuche su respuesta, ¿pero me concede la mano de Evelina? Le prometo que a mi lado nunca sufrirá de ninguna humillación o golpes, que la trataré con el respeto que se merece y que nunca estará un paso por detrás de mí, por el contrario, siempre estará a mi lado, cami
Entre una charla ligera y pequeñas mentiras de mi parte para que Arlette no se dé cuenta a qué se debe todo esto, terminamos nuestra cena. Tomo su mano y con música ligera de fondo comenzamos a movernos lentamente.Recarga su cabeza en mi pecho y sin dejar de acariciar sus delicados hombros desnudos me aclaro un poco la garganta.—Me dijo mi hermana que la ayudarás con los preparativos de su boda.—Sí.—¿Y supongo que también ayudaras en los preparativos de Evelina?—Sí, me lo pidió y dado que no tiene más familia, acepté.—¡Hmm! —musito.—¿Qué significa eso? ¿No estás de acuerdo en qué les ayude? —me cuestiona, levantando su cabeza y mirándome con el ceño fruncido, ya que nunca le he prohibido hacer lo que le gusta.—No —respondo sin perder tiempo—, te quitará tiempo.—¿Quitarme tiempo en qué? —sisea, intentando apartarse de mí, pero dado que la abrazo con fuerza le es imposible moverse.—En cuidar de Leandro y consentirme a mí; además de preparar nuestra propia boda —recito con rapi
Reyyan Meses después Como ya es habitual cada fin de semana nos reunimos ya sea en casa de Clarisse, Agnes o la mía y disfrutamos como la gran familia en la que nos hemos convertido.Sin dejar de consentir a nuestro pequeño Leandro, Agnes y yo le hacemos unos cuantos mimos cuando la voz de Gianluca nos interrumpe.—Mi amazona, ¿no te parece que esos tres actúan un poco extraños? —me cuestiona, mirando fijamente a los tres ojiazules que se encuentran a unos metros de nosotros.Dejo de jugar con Leandro, retiro mis lentes de Sol y cuando me percato de que los tres se mueven de un lado al otro, frunzo el ceño sin comprender a que se debe su actitud y solo hasta que observo como las tres mujeres, posan su mano en su espalda baja, lanzan un quejido y hacen unas cuantas muecas es que lo entiendo todo. Esos bebés están por nacer este día.Las tres comienzan a llamar a sus esposos y como si tuviese un déjà vu recuerdo una escena similar, con la única diferencia que esto pasó hace muchos año
Alessia A lo lejos escucho la voz de Luca y aunque intento abrir los ojos, estos me pesan tanto que me es imposible, por lo que decido concentrarme en ese suave susurro que escapa de los labios de mi esposo.—Solo porque mamá no está despierta, pero te aseguro que cuando veas sus ojos podrás darte cuenta de que todo lo que te he dicho es verdad. Sus hermosos ojos azules son tan magnéticos que te es imposible apartar la vista de ellos, es como si te hechizarán y solo pudieses pensar en ella.»Aún recuerdo cuando la vi por primera vez —musita, soltando un suspiro—, en ese momento me dije «Luca, esa mujer será la madre de tus hijos». Y al final se me cumplió. ¡Ah, pero no creas que fue tan fácil convencerla!»Mamá es alguien realmente difícil, no creyó que podría cambiar solo por ella. Durante doce años estuve cortejándola y la espera valió la pena —murmura con una pequeña risita—. Como lo escuchas, doce años tu mamá me tuvo sufriendo por ella.»Sé qué estarás pensando, pero ¿por qué do