Estoy muy tentado a seguir jugando con mi rojita; sin embargo, tengo algo más importante, que es darle una lección a ese hombre, porque no permitiré que, después de darse el terrible atrevimiento de tocar a mi mujer y de cogerla, se vaya así como así sin tener su merecido. Noto cómo ella me mira algo asustada; no sé por, qué si ella misma fue la causante de todo esto. —¿Dime exactamente qué le harás? —me vuelve a preguntar y se me ocurre una idea bastante buena para ella.Me acerco con delicadeza, mirándola con atención, sin apartar la vista, y es que, aunque lo intentara, no podría verla casi desnuda como esos botones rosas que casi se ven por esa tela tan fina que la cubre.Sacudo mi mente; debo de mantenerme fijo en mi plan. Mia, al verme acercar, se aleja caminando hacia atrás hasta que su espalda choca contra la pared y continúa mi proximidad hasta oír cómo su respiración sube y baja. Acerco mi boca a su oído.—Lo haré sufrir por cada beso que te dio, cada caricia y le cortaré
P.O.V. Adriano —Ese hombre no me tocó —esas palabras resuenan en mi mente tomando toda mi atención, aunque algo dentro de mí me dice que solo me lo está diciendo para que deje de golpearlo, así que me enfurezco mucho más. —No es cierto —protestó, volviendo a preparar el arma que tengo en mi mano, lista para golpear a este hombre. —¡Adriano, no miento! —se vuelve a meter en mis intenciones. Así que, estando completamente molesto, me dirijo hacia ella, aun sujetando el arma en mi mano. Me detengo a unos centímetros de ella, la fulmino con la mirada; aunque intento no perderla de vista, quiero leer en su mirada si es que me miente. Ella, igual que yo, no aparta su vista y una mezcla de ira, resentimiento, tristeza y gentileza está en esa mirada que me hace sentir que lo que ella está diciendo es verdad. —Suéldenla y váyanse —ordenó y mis hombres rápido llevan a cabo mi petición; se van dejándome a solas con ella. Camino por unos metros hasta quedar al lado de ese hombre—. Quiero
Ese golpe me toma por sorpresa, pero a la vez me llena de ira y desconcierto porque según me ha dicho que le importo, pero no se nota. Sin embargo, al instante unas fuerte ganas de ponerle un alto y darle una lección llegan a mí. Tengo la manera perfecta de hacerlo. —Perdone a ese hombre, me diste una lección me dices que te importo y todavía haces esto ahora, si sacaste boleto —declaró con ira. —¿A qué te refieres con eso? —pregunta un poco confundida. —En pocas palabras, no pararé hasta tener tu trasero redondo y blanco en mis rodillas hasta dejarlo rojo como un tomate —explicó haciendo una señal con mi mano y ella se sorprende más. —¿No te atreverías? —indaga con un tono desafiante y eso es música para mis oídos porque me fascinan los retos.—Pruébame —respondo sonriendo ladino. Veo cómo nuestras miradas se fijan en el otro, sin decir nada más, ella sale por la puerta de la habitación a toda velocidad hasta que escucho que la puerta se cierra. Sonrío con malicia porque ya es
Acaricio cada parte de su cuerpo, su piel es tan suave, con un delicioso olor a frutal y vainilla. No sé si proviene de Mia o será fruto de mi imaginación y es que el olor es tan embriagante que me motiva a quererla devorar de un bocado. Aunque recuerdo que mi madre una vez me dijo que cuando conoces a la persona correcta, su olor sería tan satisfactorio y embriagante para ti que en ese entonces sabrías que esa era la persona indicada para ti. “No se equivocó, mi rojita es todo lo que más quiero”. Besó sus labios mientras aceleró mis embestidas; mientras con una mano sostengo la suya, aferrándome a ella como si no hubiera un mañana. No me importa que estemos a mitad del pasillo; lo único que quiero es perderme en ella. Y ahora tengo una enorme curiosidad de hacer algo. Salgo de ella besando su cuello, bajando por su pecho, dejando algunos besos húmedos en esos lindos puntos rosas que están tan firmes sobresaliendo en cada respiración. Continuo con mi camino bajando por s
P.O.V. TaniaLos días han estado demasiado tensos; mi madre me apoya, pero no le agrada que Nicola esté aquí. He visto las malas caras que ella le lanza a él; la tensión entre ellos más es evidente. En fin tendrán que aguantarse los dos porque soy la dueña de la casa. Aunque entiendo sus sospechas, también las poseo; sé muy bien que es bastante extraño que, después de que Nicola me insultara me comparara con una zorra o una prostituta, después de eso esté aquí; sé que algo trama. No me creo el cuento de que esté aquí para estar conmigo; hay algo más, lo sé mo sexto sentido me lo dice, y espero pronto averiguar qué es lo que ocurre. Ahora lo he mandado de vigilancia al exterior; lo mejor es tenerlo lo más lejos posible por si alguien lo mandó a matarme.Agarró mi teléfono marcando el número del encargado de la seguridad porque el día que él llegó vi cómo se miraban. Sé que el señor Smith sabe algo o sospecha de él; no había hablado con él solo para que Nicola no sospechara; no obsta
P.O.V. Mia Abrí mis ojos con un poco de dificultad y es que la luz que entra por la ventana me resulta bastante molesto. Me espero unos segundos hasta que poco a poco logro acostumbrarme a la luz que entra. Veo la habitación en la que me encuentro y las oleadas de recuerdos llegan a mi mente, como ese español sexy tatuado que me hizo suya en todos los rincones de esta alcoba. Sonrío maliciosa al pensar en cómo su lengua rozó esa parte delicada entre mis piernas; me estremezco de tan solo pensar en eso así que me giro un poco, sintiendo mi cuerpo pesado y algo cansado debido al ajetreo de anoche. Aunque no importa todo este dolor vale la pena teniendo a ese macho alfa. Al girarme me encuentro con ese hombre acostado a mi lado, durmiendo como si fuera un ángel hasta su rostro parece el de un lindo he indefenso bebé. Quien diría que ese hombre es un demonio bien hecho, pero un perfecto amante; sabe muy bien cómo coger. Dejo de pensar en eso o me volveré a prender y volveré a
La miró con atención, casi queriéndola matar con la mirada. Ya es momento de que deje de temer y de ser una niña inocente si he visto que mi prima hará todo lo posible para quitarme del camino. No apartó la vista de ella; notó cómo hay una pizca de miedo en sus ojos, a la vez un poco de ira contenida. Si mi vista fuera un arma, ya estaría ella muerta en el piso. —¡Qué te pasa, loca! —eleva la voz sin dejar de tocarse la mejilla que aún está bastante roja. —¡No permitiré que venga a insultarme una zorra arpía como tú que, teniendo a su atractivo esposo en la casa, estuvo a sus espaldas besuqueándose con su guardaespaldas! —vociferó con fuerza porque ya no ocultaré nada. Al decir eso, miró cómo los ojos de Tania se abren enormemente, como si un balde de agua fría estuviera cayendo sobre ella, y voltea a ver a Adriano como esperando que él no haya escuchado. —Creíste que no sabía o que él nunca se enteraría. —Eso es mentira —responde con rabia. —Deja de fingir, Tania, tú sabe
—¿Qué es lo que dice, señora? —protesta Ned con una voz sorprendida. —¡Lo que escuchaste! —le digo molesta, acompañado de una mueca de dolor por la herida. —Sí, señora, sí la escuché, pero necesito tener más contexto para poder entender lo que me está diciendo —menciona Ned y su impertinencia me colma la paciencia, pero necesito de él para que me ayude. —Hoy tuve un pequeño percance y he tomado la decisión de quitar de una buena vez a mi prima del camino. —Pero si está consiente de que si el señor Borbón se da cuenta de lo que estamos tramando, nos cortará la cabeza a los dos —me pregunta con una voz bastante dudosa. —Claro que lo sé, pero no creas que soy tan idiota como para atacarla en este momento; esperaremos un poco a que todo esto se calme para llevar a cabo mi plan —digo con calma porque sé que si en este momento hiciera algo contra ella, sería lo muy obvio y lo mejor es esperar. —Oigo seguridad en su voz; dígame qué es lo que necesita. —Contrata sicarios decididos a