P.O.V. Adriano. Sabía que este hombre no se negaría viendo esa cantidad de dinero, aunque ahora me está haciendo preguntas muy serias. —Está bien, pero antes de contestarte, dime, ¿qué pasó como para que te quieras divorciar de mi bella hija? —me preguntó y sé perfectamente bien lo que trama este hombre. Pero lo que no sabe es que también lo usaré a mi favor, no me importa a qué precio. —Le seré honesto, señor Mercier, porque tal vez su hija usé eso en mi contra, porque ella piensa que no me di cuenta de que sacó las grabaciones de mi computadora. —Hago una pausa a ver qué es lo que él me dice. —Mmm, ¿qué es lo que tenían esas grabaciones? —Primero que nada, como le dije, su hija me pidió el divorcio porque estoy más seguro de que ella tiene a un amante —veo que se queda callado con una expresión seria—. Y no se preocupe, no la mataré a usted. Su hija tuvo constantes encuentros con ese hombre, además de que se negó a dormir en mi cama, así que, como todo hombre con neces
P.O.V. Mia Aún sigo algo alterada con respecto a todo lo ocurrido con Adriano, pero intento tranquilizarme. Han pasado días en los que ese hombre no me ha encontrado y espero que siga así. También mi cuerpo está mucho mejor; el pequeño dolor que sentía en mis músculos se ha ido y ahora estoy como si nunca hubiera pasado nada. Eso me alegra porque mi mamá estaba muy atenta a mis movimientos tan robóticos que hacía, pero al final logré que no se diera cuenta. No digo lo mismo de mi hermana porque ella sí estaba muy atenta a mis movimientos; a lo mejor sospechó algo, pero no dejaré que ella me descubra. No me gusta que nadie sepa de mi vida sexual. Bueno, es mejor que me apresure; hoy tengo que ir a la biblioteca de la universidad para poder estudiar un poco antes de que las clases empiecen en días y quiero estar lista. Agarro mi cabello en una coleta y me doy unos retoques en mis mejillas para darles un poco de color. Estoy por agarrar mi mochila cuando veo que la puerta se a
P.O.V. Bastian Conduzco con calma mientras de reojo veo a la bella dama que me acompaña, esa melena castaña sujeta con una liga, esos ojos tan bellos de un color tan llamativo y poco común que te hipnotizan bajo esas pestañas rizadas. Esos labios carnosos y cómo se muerde el labio inferior, que ese acto se vuelve tan seductor, sus mejillas rosadas y esa pequeña nariz tan perfecta. Dejo de pensar en eso. Noto que está un poco nerviosa y el movimiento frenético de sus manos lo corrobora. Quizá me pase un poco al decirle ciertas cosas, pero es que no puedo evitar ser coqueto al estar cerca de ella. No sé cómo me ha cautivado y eso no es común en mí, ya que me la he pasado viajando por el mundo teniendo miles de mujeres a mi lado. De todas las tonalidades e incluso algunas con un sexo dudoso. Dejo de pensar en eso y me enfoco en ella para que no esté pensando que tal vez soy un loco. Admito que sí tengo un poco de demencia, pero no al punto de hacerle daño a una mujer y menos desp
P.O.V. Mia La verdad, me había hecho malas ideas con respecto a Bastian, pero después de escuchar su historia me siento un poco más tranquila y, aunque la verdad, me costó creer si me estaba diciendo la verdad. Sin embargo, mis estudios me han ayudado a poder identificar que sí era verdad, porque al oír lo que le pasó a su hermana, a él le cuesta mucho; se nota que la quería demasiado. Aunque sigo sin entender qué es lo que intenta averiguar o no logro comprender cómo piensa meterse en la mente de su hermana si ella está muerta; en fin, quizá tenga un plan para eso. —Espero haberme ganado tu confianza —añade y voltea a verlo. Que me ve por unos segundos para volver a enfocar su mirada hacia la calle. —Lo has hecho porque admito que si llegué a creer que eras un loco o que ibas a hacerme algo —le digo lo que llegué a pensar. Él sonríe y no sé por qué, pero ese tipo de sonrisa macabra y seductora me hace recordar a Adriano. —¿Creíste que te secuestraría? —No lo sé, tal
P.O.V. Tania. Miro estas fotografías; son perfectas. Mia se ve con mucha claridad; sin embargo, no logro ver con exactitud quién es ese hombre. El ángulo desde donde fue tomada esa fotografía no es del todo claro. Maldigo a ese inepto que no pensó que era obvio, que él también se tenía que ver. Bueno, eso no importa porque lo importante es que se ve cómo ella está besándolo. Todo mi plan está saliendo tan bien. Guardo las fotografías en una carpeta oculta de mi móvil para que nadie las pueda ver hasta que llegue el momento de usarlas. Aunque la verdad, volví a intentar entrar en la habitación de mi esposo con la esperanza de pasar la noche con él; sin embargo, él cierra la puerta o duerme en su oficina, donde no puedo entrar.Incluso cuando está cansado y tiene que dormir, debido a que hay días que se la pasa en vela. La verdad, no sé por qué, pero cuando le llega el sueño, tiene a varios de sus hombres cuidándolo, impidiéndome que me acerque a él. No sé por qué se hace del rog
—¿Qué opinas sobre un compromiso entre mi hija y tu hijo? —soltó sin hacer tantos rodeos. El señor Felix se queda callado mirándolo con incredulidad a la vez que frunce el ceño pensando en lo que su socio le acaba de decir. Entiende que tal vez lo este usando para saldar la deuda que tiene. —Explícame por qué debería de aceptar: ¿qué tiene tu hija que pueda saldar tu deuda? —preguntó el señor Borbon, muy curioso de lo que él tiene que decir. —Quizá nada que no pueda encontrar en otra mujer, pero si mal no recuerdo, me comentaste que querías que tu único hijo se hiciera responsable y se preparara para dejarle tu imperio —hace una pausa Baltasar mirando al señor Felix, esperando que él entienda su indirecta, pero no lo hace, así que continúa—. Pues se me ocurre que se case con mi hija para que se haga responsable, además de que te beneficia a ti que sea con mi hija porque ella no lo conoce, así que no sabe la situación en la que está tu hijo, porque el inconveniente que tuvo ha
Nadia se queda tan confundida y es que no entiende cómo el señor Mercier está haciendo eso. Si sus hijos no se conocen y no saben nada del uno del otro. —¿Casar a su hija con nuestro hijo? —indagó la mujer mirando a su esposo algo preocupada, y es que ella también sabe el problema serio que tuvo su hijo, así que no comprende cómo ese hombre es capaz de proponer eso como si no le importara el bienestar de su hija. —Sí, y necesito que tú me ayudes a convencer a Adriano —dijo Félix, pero ve cómo su esposa duda—. Entiendo tus dudas; yo también las tengo, pero quizá esta sea la última oportunidad de nuestro hijo para encontrar esposa, formar una familia y que acepte estar al frente del imperio. —Lo sé, pero me preocupa mucho porque ellos no se amaban —declaró Nadia y es que ella es de las mujeres que cree en el amor. —Mi amor, hay miles de matrimonios que no se unen por amor. Quizá ellos después puedan conocerse y amarse mucho —mencionó Félix, pero él ve cómo Nadia todavía está dud
—¿¡Por qué me haces esto!? —grita Adriano exigiendo con una voz mandona una respuesta para entender este comportamiento de su padre. Debido a ese tono de voz que ha usado causa que la tencion que ya se volvia muy pesada entre ellos ahora hay miradas llenas de odio y rencor. —¡Porque quiero y puedo! —contesta el señor Felix Borbón—. Además, tu madre me apoya en esto. —No es cierto; mi madre no apoyaría esta descabellada idea; no dejaría que su único hijo se case con una mujer que no conoce —protestó Adriano, negándose a creer que la única persona que lo apoya sea capaz de traicionarlo. —Si no me crees, pregúntale —el hombre mayor de cabellos rubios con algunas canas agarra la ropa que está tirada en el piso y se la arroja a su hijo que está desnudo frente a él—. Cámbiate; te espero en el auto —le ordenó saliendo del lugar. Al estar solo, Adriano tira todas las copas de cristal de la mesa que al caer al piso se rompen en mil pedazos y de un puntapié en el sillón que hace un inst