—¿Diga? —expreso Alek con voz serena, estaba recostado en su cama, con una copa de vino en la mano y en la otra habia un buen vino blanco.Después de asegurarse de que Sarah estaba bien, había decidido que ya no tenía que seguir preocupándose por ella, si lo necesitaba seguro llamaría algún día, solo que no esperaba que fuese esa precisa noche.—Hola—dijo Sarah con una sonrisa nerviosa. Alek estaba a punto de darle un sorbo a su copa, pero el reconocer la voz de su amiga se detuvo. Todo indicaba qué algo no andaba nada bien.—Sarah—pronunció él, extrañado por como sonaba su nombre en sus labios. Creyó que pasaría mucho más tiempo antes de que ella lo buscará, realmente quería creer en eso, pero al parecer no era así— ¿Q-qué sucede? ¿ Te encuentras bien?—Estoy bien—dijo Sarah y luego soltó un suspiro al rememorar el porqué quiso escuchar la voz de Alek, se sentía bastante abrumada, estresada y ansiosa. Ya no quería estar ahí, ya no quería estar con Dmitry, necesitaba pensar que hacer y
Mihai estaba en su oficina mirando la pantalla de la computadora frente a él. Había comprado dos boletos de avión con destino a las filipinas. Lugar donde disponía de una residencia donde había ido a pasar noches inolvidables con incontables mujeres, menos con su esposa, la cual ya estaba dos metros bajo tierra. Más que estar molesto, Mihai se sentía aliviado de no tener que ser él quien terminara con la vida de su esposa, era un pecado que no sabia si podría soportar aunque hubiese hecho el esfuerzo con tal de no tenerla a su lado, pero había algo que le molestaba en exceso y eso era la ausencia de Jenica. Ella había sufrido mucho por la muerte de su madre. Había hecho preguntas, sobre su paradero y el porqué Dmitry se la había llevado y él no había puesto resistencia, cosa que Mihai solo había respondido diciendo que Nadia, es decir, su madre. Tenía que pagar una deuda pendiente con Dmitry y él no podía hacer nada por ayudarla, cosa que Jenica había tomado a mal, a tal grado que in
Gerald finalmente se estacionó a la orilla del kilometro 46, era la carretera menos transitada que conocia. El pueblo mas cercano se encontraba a 5 kilometros de distancia, asi que intuyo que era el lugar perfecto para dejar el cuerpo de aquella joven señorita.Gerald no era el tipo de persona que hubiese hecho algo semejante. Hacia unos años atrás, él trabajaba como policia de transito, siempre habia tenido en cuenta su vocación a la hora de ejercer su deber, ni siquiera por error hubiese pensando ser él, el cómplice de una golpiza y atreverse a dejar el cuerpo de una joven a mitad de la nada, pero aunque él habia sido un hombre de moral intachable. La vida se había encargado de demostrarle que la justicia en el mundo se manejaba de forma distinta.Geral se encontraba tirado sobre la acera, con olor a alcohol, golpeado, sucio y mal oliente.Habia terminado de aquella forma por haberse inmiscuido en el caso de un político influyente que habia ordenado su destitución.Aquella noche, Dm
Al siguiente día, Dmitry se despertó en la oficina que había pertenecido a su padre. Había bebido hasta perderse, por lo tanto, tenía una horrible resaca que comenzó desde el mismo instante que abrió los ojos, no la soportaba, incluso pensó en la posibilidad de no ir a la oficina esa mañana, pero la idea de quedarse era mucho peor. Estaba más que seguro que Sarah lo odiaba de alguna forma, quizás no exactamente porque sintiera lástima por Nadia o Jenica que habían sido unas perfectas brujas con ella, pero para Sarah, él ya era otra persona, ya no el mismo mujeriego y apostador, sino un asesino. Dmitry se levantó de su sitio y miro su entorno, el lugar era un desastre. De estar su padre aun con vida, se habría vuelto loco de ver su oficina en tal estado, pero por suerte ya estaba dos metros bajo tierra. Camino con mucho esfuerzo debido a la debilidad y al vértigo que habían ocasionado el alcohol en su sangre, hasta que finalmente llego a la puerta. Algunos de los empleados de la cas
Aquella mañana Dmitry se fue a trabajar, pero interiormente estaba sumamente intranquilo debido a la forma tan extraña de Sarah. ¿Adonde había ido? Había ordenado a sus hombres buscarla, por supuesto sin que ella se diera cuenta de su presencia, no quería asustarla, ya que después de la conversación que habían tenido la noche anterior, parecía que uno de sus peores miedos se estaba haciendo realidad, ella estaba huyendo de él por el pecado que había cometido. Durante la mañana, Dmitry había asistido a dos reuniones importantes que iban a definir la situación económica de su empresa, pero su mente estaba en otro sitio, a donde quiera que estuviera Sarah, pero ella, en cambio, no quería saber nada acerca de Dmitry. Su amor y su devoción por él, estaban en lucha contra su moral y sus principios, no podía con ello, así que lo único que pensó para dejar de sufrir sintiéndose cómplice de la muerte de Nadia y la golpiza contra Jenica, fue irse de casa. Claramente, no sabia que haría, ni s
Luego de escuchar hablar a Sarah durante una hora, Alek había pasado de la emoción al escepticismo y de ahí, al horror. Él había sido su amigo durante bastante tiempo, pero nunca creyó que Dmitry podía caer tan bajo como para terminar con la vida de una persona. —No sé qué decirte— musito Alek, volviéndose ligeramente hacia atrás para asegurarse de que nadie los había escuchado, puesto lo que Sarah le había dicho, era algo bastante grave y temía que lo que su amiga le había confiado fuese confesado a la policía, pero por suerte para ambos, la única pareja que estaba en la cafetería aparte de ellos, eran un par de ancianos que se habían sentado entre las primeras mesas cerca de la puerta, para poder ver el paisaje que ofrecía el parque— Dmitry fue mi amigo, pero lo que me cuentas no es propio de él. —Lo sé— dijo ella con lágrimas en los ojos—no sé qué hacer, yo no quiero... ser su cómplice, pero es que no puedo delatarlo, él lo hizo por nuestro hijo. Alek apretó la mandíbula y oprimi
El departamento de Alek era todo menos pequeño, aunque el área no era de las mejores, pero la vista desde el sexto piso era increíble. A Sarah le recordó mucho a la habitación que tenía en el hotel en Mónaco, aunque por supuesto no había yates de millonarios excéntricos alrededor, pero sí una vista increíble de la ciudad. —Sígueme— dijo Alek para llamar su atención, Sarah se volvió hacia él y entonces capto otra perspectiva del departamento, había una sala de color negro a mitad de la habitación, una pantalla gigante y del otro lado una barra de bar con varias botella y copas en un estante de color negro bastante elegante, ni siquiera en la gran mansión de los Petrov había algo parecido, quizás porque ese lugar era bastante viejo y oscuro o al menos así lo había sido durante muchos años, hasta que Dmitry había remodelado de la casa. Interiormente, se regañó a sí misma por pensar en Dmitry de nuevo cuando estaba en una crisis existencial por su culpa, intento apartar esos pensamientos
Después de aquel abrazo, Alek volvió a la sala de estar y pesar de que estaba feliz de que Sarah estuviera ahí, en su departamento con él, también le preocupaba que Dmitry reaccionara de forma diferente.Tomo el teléfono y marco el número de la oficina de Dmitry, colocó el auricular en su oído y espero a que los cuatro tonos sonaran. Primero uno, luego otro y entonces respondió su asistente.—Oficina de presidencia. ¿En que puedo servirle?—expreso la joven con voz alegre.—Buenas tardes. Busco comunicarme con el señor Dmitry Petrov, es acerca de su esposa— dijo Alek en tono serio. La joven frunció un poco el ceño, sabia casi nada de la esposa de su jefe, así que se levantó de su asiento y camino hasta la sala de juntas.La joven entró un tanto nerviosa de que Dmitry fuese a regañarla por la intromisión, pero él no ni siquiera se dio cuenta cuando entro.—Disculpe—dijo en voz baja. Dmitry alzo la mirada y la vio, estuvo a punto de enfrentarse, pero entonces la joven se dignó hablar— hay