Después de aquel abrazo, Alek volvió a la sala de estar y pesar de que estaba feliz de que Sarah estuviera ahí, en su departamento con él, también le preocupaba que Dmitry reaccionara de forma diferente.Tomo el teléfono y marco el número de la oficina de Dmitry, colocó el auricular en su oído y espero a que los cuatro tonos sonaran. Primero uno, luego otro y entonces respondió su asistente.—Oficina de presidencia. ¿En que puedo servirle?—expreso la joven con voz alegre.—Buenas tardes. Busco comunicarme con el señor Dmitry Petrov, es acerca de su esposa— dijo Alek en tono serio. La joven frunció un poco el ceño, sabia casi nada de la esposa de su jefe, así que se levantó de su asiento y camino hasta la sala de juntas.La joven entró un tanto nerviosa de que Dmitry fuese a regañarla por la intromisión, pero él no ni siquiera se dio cuenta cuando entro.—Disculpe—dijo en voz baja. Dmitry alzo la mirada y la vio, estuvo a punto de enfrentarse, pero entonces la joven se dignó hablar— hay
Sarah caminó hacia la estancia, vio el teléfono y se aproximó, pero antes de enunciar una sola sílaba, aspiro aire para encontrar ahí un poco de valor para poder hablar con su esposo. —¿Diga?—expreso ella tratando de aparentar calma y aquel dulce tono de voz causo que Dmitry se tranquilizara, puesto que había sido su rápida manera de alterarse una de las causas por la que Sarah había optado por escapar. —Tesoro— dijo y suspiro para después volver a retomar un poco más de aire— ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué estás con... él? —Porque no puedo estar en esa casa contigo, la verdad es que no sé si realmente quiero estar contigo— revelo con cierta culpa e incluso algo dentro de sí le dijo que estaba mintiendo. —¿P-pero que estás diciendo?— expreso Dmitry con voz nerviosa— fuiste tú quien fue a buscarme a Mónaco, la que busco que tuviéramos un hijo y ahora me dices que... ¿Te arrepientes? —Jamás he dicho tal cosa, pero tengo límites Dmitry, no puedo estar con una asesino que se justifica d
—Sé perfectamente lo que Pardue Pharma puede hacer—expreso James mientras se desabotona la camisa.En su piel puede verse una marca grande, una cicatriz que abarca parte de su hombro y pecho, parece reciente.Liam se relaja un poco, se aleja de James mientras él vuelve a abrocharse los botones. Solo entonces se crea un silencio bastante incómodo y a lo lejos se escucha el ruido del viento soplando en el acantilado.—El activo rojo es un fármaco qué Pardue Pharma intento desarrollar con el objetivo qué tuviese el efecto que la morfina produce en el sistema nervioso para inhibir el dolor, sobretodo en fracturas o desmembramiento de partes del cuerpo—revela James con cierto tono de culpa—su uso sería meramente militar. Esta droga fue desarrallada en el laboratorio de las montañas de Livingston.—¿Tu estuviste ahí? —cuestiona Liam enseguida mientra frunce el ceño. No sé lo que esta pensando, pero quizás intuye lo mismo que yo, que tal vez James esta incluso más conectado a esa tragedia má
—Mi hermano y yo trabajábamos en los laboratorios clínicos de Livingston. Él era el encargado del área de investigación del área A y yo únicamente hacia investigación bioquímica—comienza su relato y aunque parece que Liam le ignora, en realidad pienso que no quiere mirarlo a la cara para no romperle el rostro, puede que recordar lo que paso en ese lugar le traiga malos recuerdos.—Padue Pharma nos contrató con la idea de que crearíamos una línea de productos militares, pero conforme avanzaba el tiempo, John y yo descubrimos qué los ideales de Pardue eran distintos a los que creímos.—¿Me dirás que eres inocente de lo que sucedió? —se burla Liam y aunque en cierta forma es también lo que pienso, veo en el rostro de James.—Soy culpable, pero no quieras echar sobre mis hombros la culpa que le corresponde a Pardue Pharma, fue su ambición lo que llevo a la destrucción de Livingston, porque de otra forma, todos esos científicos qué trabajaban en sus laboratorios no se hubiesen prestado hace
La puerta nos conduce a una zona minera, una cantera donde se encuentran remolques de carga colgantes. En ellos hay carbón, pero la maquinaria qué conduce los remolques esta apagada y parece que ha estado apagada bastante tiempo.A la distancia observamos a varios hombres vigilando un camino, estos al igual que todo el mundo en ese sitio, se notan extraños, con la mirada perdida, pero atentos a su objetivo.—Quédate aquí—me ordena, pero no me siento bien con su petición, así que niego con la cabeza.—Lo mejor es que te cubra la espalda—propongo aunque no sé si realmente podré hacer lo que digo.—No creo que estés en condiciones de seguirme—insiste con el ceño ligeramente fruncido.—Pero me diste un arma, sabes que puedo manejarla—continuo aunque de igual forma me cuesta creer en mis propias palabras.Liam ve a los hombres que sostienen las antorchas, es bastante obvio que está preocupado por la chica y quiere encontrarla cuanto antes, así que al final asiente.—Yo haré el trabajo, tú
Aquel mapa nos indica un camino más corto para llegar al lago y es precisamente por los túneles subterráneos qué debemos seguir, aunque también existe la opción de volver al pueblo e ir por otro camino más largo en donde probablemente nos encontraremos con más aldeanos.Así que ambos optamos por regresar, solo que esta vez tenemos noción de lo que hay en ese sitio. Después de veinte minutos de camino encontramos una cueva inundada por la que debemos seguir y es el único camino para atravesar o debemos volver y tomar el camino largo.—¿Qué hacemos? —cuestiono ante el silencio de Liam.—Seguir— propone con tranquilidad, parece que sabe lo que hace, pero yo no.—¿Sé nadar?—le pregunto aunque cuando él se vuelve hacia mí y entrecierra los ojos, me arrepiento. No quiero que me deje atrás.—Estarás bien—menciona y extiende la mano hacia mí, tal vez para decirme sin palabras que no me dejara ahogarme, aunque así lo quiera.Tomo su mano y ambos comenzamos a sumergirnos y aunque al principio t
Al mirar por la ventana, logre ver un hermoso paisaje, el cielo estaba despejado y las flores, a pesar del próximo otoño, lucían hermosas. No habia ningún indicio de lluvia o alguna brisa que arruinara la tarde. Era el clima perfecto para pasear por los alrededores y disfrutar de los últimos días cálidos del año, pero para mí mala suerte, estaba recluida en contra de mi voluntad y todo por una tonta costumbre de tomar el té. Suspire al escuchar el repicar del reloj del vestíbulo, el tiempo no dudo en recodarme que acababa de pasar otra hora de mi vida que jamás volvería. En los últimos siete años habia pasado más tiempo en ese saloncito que en cualquier otro lugar de la casa, además de mi habitación. A pesar del tiempo no lograba acostumbrarme a las largas conversaciones, al cotilleo o al té, pero habia aprendido a ser paciente por el bien emocional de mi madre y hermana, mi único problema era ese maldito reloj. Mi madre me retenía todas las tardes, según ella, porque necesitaba apr
Mi madre encargo elegantes vestidos a una modista local, a pesar del poco presupuesto del que disponíamos, ella creía en ese dicho popular "La apariencia es lo que cuenta" y es que presentarse ante el rey no era cualquier cosa, debíamos vernos dignas ante los ojos de nuestro monarca o al menos esa era su opinión.En cuanto a mí, por supuesto no era de mi agrado el tener que asistir, pero secretamente agradecí la oportunidad de ser testigo de la primera impresión que el rey tendría de mi hermana, quería saber si aquel encuentro seria como jane y mi madre lo soñaban, si con una mirada y una sonrisa bastaría para que el rey decidiera tomarla por esposa o finalmente descubrirían que sus sueños no eran más que una necedad al intentar conquistar a un hombre fuera de su alcance, aunque también rondaba por mi cabeza la idea de que tal vez para la realeza el amor era una nimiedad al momento de elegir esposa y quizás Jane si tenia una oportunidad, cual fuese el caso quería estar ahí en caso de