Mi madre encargo elegantes vestidos a una modista local, a pesar del poco presupuesto del que disponíamos, ella creía en ese dicho popular "La apariencia es lo que cuenta" y es que presentarse ante el rey no era cualquier cosa, debíamos vernos dignas ante los ojos de nuestro monarca o al menos esa era su opinión.En cuanto a mí, por supuesto no era de mi agrado el tener que asistir, pero secretamente agradecí la oportunidad de ser testigo de la primera impresión que el rey tendría de mi hermana, quería saber si aquel encuentro seria como jane y mi madre lo soñaban, si con una mirada y una sonrisa bastaría para que el rey decidiera tomarla por esposa o finalmente descubrirían que sus sueños no eran más que una necedad al intentar conquistar a un hombre fuera de su alcance, aunque también rondaba por mi cabeza la idea de que tal vez para la realeza el amor era una nimiedad al momento de elegir esposa y quizás Jane si tenia una oportunidad, cual fuese el caso quería estar ahí en caso de
La orquesta comenzó a tocar la primera pieza y el rey fue incitado por su madre a iniciar el baile en compañía de una joven que venía con el grupo de personas que los acompañaban. Aquella joven era de piel bronceada, cabello oscuro y brilloso, sus ojos, desde mi perspectiva me parecieron de un color verde claro y su vestido dorado realzaba esa belleza. Mi hermana se mostró serena ante la escena, un baile no significaba nada quizás por eso estaba confiada, se notaba en su sonrisa. Mientras mi madre charlaba con mi hermana quizás para distraerla lady Shwarz se aproximó hacia a mí, al no tener con quien más conversar.—Me sorprende cuan bella te has vuelto ¿Puedo saber tu secreto?—Aire fresco—gire en su dirección— y muchos paseos bajo la lluvia.—Siempre tan cálida, extrañaba mucho tu sentido del humor. Debió ser difícil para ti adaptarte al campo y a la soledad que ofrece un lugar tan lejano.—Por supuesto que no, de hecho, todo lo contrario— le asegure—yo más que nadie necesitaba un c
No volví a dirigir la vista hacia donde se encontraba el rey, su mirada se percibía pesada y fría, preferí, por mi bien mental tratar de fingir que había algo más interesante afuera y solo de esa manera pude ir al balcón, donde esa mirada azul no podía observarme. Jane no volvió al salón el resto la noche, estaba herida y la entendía, por esa razón trate de dominar mis deseos y solo lo logre gracias a la ayuda de Lady Shwarz quien interpreto mi soledad como una declaración de la culpa que me carcomía por dentro, se disculpó, aunque en realidad no era necesario, ella no tuvo control sobre la situación, pero quizás se sentía responsable del corazón de mi hermana, el cual estaba destrozado.Después de medianoche el rey se marchó y todos los invitados no tardaron en seguir su ejemplo, cuando finalmente vi a Jane se notaba en sus ojos cuanto había sufrido, estaban rojos y llorosos, pero se limitó a guardar silencio. Se sentó junto a mi madre y no me dirigió la mirada durante todo el trayec
Los días se presentaban sorprendentemente tranquilos y como lo había prometido mi padre, logramos disfrutar de nuestra mutua compañía. Cabalgábamos en las mañanas después del desayuno, paseábamos en el jardín para después disfrutar de un buen picnic en el jardín y para finalizar nuestro día, después de la cena, disfrutábamos de un buen libro y chocolate caliente frente a la chimenea de su despacho, pero de todas esas actividades lo que más disfrute fue del ser yo misma. Mi padre respondía algunas cartas, algunas de negocios y algunas otras eran comunicados de deudas por vencer, las cuales torpemente intentaba esconder de mi vista escondiéndolos en un cajón de su escritorio, pero lo que él no sabía era que yo reconocía la tinta azul con la que sellaban esas cartas, era frustrante ver esa correspondencia cada fin de mes y darme cuenta que a pesar de nuestros esfuerzos, nuestras deudas nunca acabarían. Mi vista se desviaba entre la pila de libros que trataba de guardar y de aquel cajón.
Mi padre comenzó a desesperarse con el paso de los días, incluso los malgastos de mi madre habían pasado a segundo plano, lo que realmente le importaba era confirmar o desmentir las palabras de Lady Shwarz, no obstante, no podía hacer mucho yendo a Sacris, al menos hasta recibir oficialmente el decreto del rey o una invitación al palacio por parte de la reina madre.Mi ánimo también fue decayendo, el abrir los ojos cada mañana y saber que la sombra del rey aun me acechaba, me inquietaba horriblemente al no dejar de pensar en Jane y en cómo le afectaría la noticia. Aunque tuve que fingir que no sucedía nada, de una u otra manera, Melanie, quien era la persona más cercana a mí, comenzó a sospechar que algo me ocurría.—Sé que tal vez no es de mi incumbencia, pero verla sufrir en silencio me está partiendo el alma—expresó con pesar, sacándome de mi trance auto infligido. Me encontraba en el saloncito de té, quizás el lugar que más odiaba de toda la casa, pero ahí, donde la servidumbre no
Un sentimiento de intranquilidad invadió mi alma al ver a mi hermana así, afligida, como si hubiera perdido la fuerza para seguir existiendo y esa sensación me atormento toda la tarde porque no tenía el valor para enfrentarlas, este secreto me destrozaba por dentro.La cena transcurrió sin contratiempos, mi madre hablo sobre lo mucho que extrañaba Sacris, nuestro hogar, según ella. Hablo de los lugares que despertaban en ella nostalgia, salones de baile que conoció en su juventud y hoy en día rebosaban de gran popularidad y deseaba que nosotras acudiéramos a un baile el próximo año, en el festival de las flores. Mi padre alzo las cejas, quizás sorprendido de su deseo, hizo una mueca, pero no dijo nada, nadie más parecía tener algo que decir salvo ella quien no parecía darse cuenta de que algo no estaba bien.Jane se mantuvo en silencio y al terminar la cena, se levantó, pidió disculpas por retirarse antes que nadie y se fue. El lúgubre silencio que dejo a su paso fue extraño, su belle
El fantasma de la corona que me acechaba ya no era una simple sombra que me murmuraba al oído, no, se había convertido en algo tangible, algo que casi podía sentir, como su peso sobre mi cabeza, y sus consecuencias habían llegado tan rápido como el día se convierte en noche y la noche en día y así llego la fecha en que la reina madre visitaría a mi familia, tal como decía en el edicto real.Cuando abrí los ojos esa mañana me desperté con esperanza, confiaba en mi padre y confiaba en que él me ayudaría a salir de este dilema, él era mi única esperanza y sabía que no me defraudaría. Lo único que deseaba era que todo volviera a ser como antes, tener a mi hermana de vuelta, a mis padres y mi casa de campo, mi edén aquí en la tierra, pero sabía que este día lo determinaría todo, nuestra situación económica, mi relación con mi hermana y mi libertad, pero también sabía qué, cual fuera el resultado al final del día, tendría que sacrificar algo y temía que ese algo jamás me perdonara.Mi madre
—Piensa bien en la decisión que tomaras.Mi vista comenzó a nublarse con lágrimas, fluían una a una hasta resbalar por mis mejillas y caer al suelo. Como podía vivir sabiendo que mi padre seria encarcelado por mi culpa y mi madre y Jane, por muy indiferentes y egoísta que fuesen tampoco merecían vivir más penas de las que ya estaban atravesando. —Tu padre tiene razón, no estas preparada para la corte, pero será mi trabajo de ahora en adelante que tu educación mejore para que te conviertas en una mejor versión de ti y como primera lección debes saber que una reina no puede llorar frente a nadie, debes mostrar fortaleza por ti y en este caso, tu familia, si al menos tienes el valor para hacerlo.Limpie mis lagrimas tal y como ella lo demandaba, pero lo hice porque había algo de razón en sus palabras, no quería que ella viera mi debilidad, por mi honor y sobre todo por mi padre.—¿Ya has tomado tu decisión?—asentí.— bien, si ya sabes lo que tienes que hacer has pasar a tus padres.Me tr