Mi padre comenzó a desesperarse con el paso de los días, incluso los malgastos de mi madre habían pasado a segundo plano, lo que realmente le importaba era confirmar o desmentir las palabras de Lady Shwarz, no obstante, no podía hacer mucho yendo a Sacris, al menos hasta recibir oficialmente el decreto del rey o una invitación al palacio por parte de la reina madre.Mi ánimo también fue decayendo, el abrir los ojos cada mañana y saber que la sombra del rey aun me acechaba, me inquietaba horriblemente al no dejar de pensar en Jane y en cómo le afectaría la noticia. Aunque tuve que fingir que no sucedía nada, de una u otra manera, Melanie, quien era la persona más cercana a mí, comenzó a sospechar que algo me ocurría.—Sé que tal vez no es de mi incumbencia, pero verla sufrir en silencio me está partiendo el alma—expresó con pesar, sacándome de mi trance auto infligido. Me encontraba en el saloncito de té, quizás el lugar que más odiaba de toda la casa, pero ahí, donde la servidumbre no
Un sentimiento de intranquilidad invadió mi alma al ver a mi hermana así, afligida, como si hubiera perdido la fuerza para seguir existiendo y esa sensación me atormento toda la tarde porque no tenía el valor para enfrentarlas, este secreto me destrozaba por dentro.La cena transcurrió sin contratiempos, mi madre hablo sobre lo mucho que extrañaba Sacris, nuestro hogar, según ella. Hablo de los lugares que despertaban en ella nostalgia, salones de baile que conoció en su juventud y hoy en día rebosaban de gran popularidad y deseaba que nosotras acudiéramos a un baile el próximo año, en el festival de las flores. Mi padre alzo las cejas, quizás sorprendido de su deseo, hizo una mueca, pero no dijo nada, nadie más parecía tener algo que decir salvo ella quien no parecía darse cuenta de que algo no estaba bien.Jane se mantuvo en silencio y al terminar la cena, se levantó, pidió disculpas por retirarse antes que nadie y se fue. El lúgubre silencio que dejo a su paso fue extraño, su belle
El fantasma de la corona que me acechaba ya no era una simple sombra que me murmuraba al oído, no, se había convertido en algo tangible, algo que casi podía sentir, como su peso sobre mi cabeza, y sus consecuencias habían llegado tan rápido como el día se convierte en noche y la noche en día y así llego la fecha en que la reina madre visitaría a mi familia, tal como decía en el edicto real.Cuando abrí los ojos esa mañana me desperté con esperanza, confiaba en mi padre y confiaba en que él me ayudaría a salir de este dilema, él era mi única esperanza y sabía que no me defraudaría. Lo único que deseaba era que todo volviera a ser como antes, tener a mi hermana de vuelta, a mis padres y mi casa de campo, mi edén aquí en la tierra, pero sabía que este día lo determinaría todo, nuestra situación económica, mi relación con mi hermana y mi libertad, pero también sabía qué, cual fuera el resultado al final del día, tendría que sacrificar algo y temía que ese algo jamás me perdonara.Mi madre
—Piensa bien en la decisión que tomaras.Mi vista comenzó a nublarse con lágrimas, fluían una a una hasta resbalar por mis mejillas y caer al suelo. Como podía vivir sabiendo que mi padre seria encarcelado por mi culpa y mi madre y Jane, por muy indiferentes y egoísta que fuesen tampoco merecían vivir más penas de las que ya estaban atravesando. —Tu padre tiene razón, no estas preparada para la corte, pero será mi trabajo de ahora en adelante que tu educación mejore para que te conviertas en una mejor versión de ti y como primera lección debes saber que una reina no puede llorar frente a nadie, debes mostrar fortaleza por ti y en este caso, tu familia, si al menos tienes el valor para hacerlo.Limpie mis lagrimas tal y como ella lo demandaba, pero lo hice porque había algo de razón en sus palabras, no quería que ella viera mi debilidad, por mi honor y sobre todo por mi padre.—¿Ya has tomado tu decisión?—asentí.— bien, si ya sabes lo que tienes que hacer has pasar a tus padres.Me tr
—¿Diga?Noah responde enseguida, me alejo un poco del micrófono de mi teléfono móvil para suspirar a gusto, su voz es tan sexi, pero no quiero que él se entere de que suspiro por él de esta manera, no por teléfono.—¿Ya has terminado tu parte?—cuestiono fingiendo molestia en mi tono de voz, como odio hacer esto.—¡Ya te dije que te lo enviaré cuando termine!—brama del otro lado del auricular, trago saliva, incluso su voz tiene algo que me derrite cuando esta molesto— si me sigues molestando, estúpida nerda, no entregaré nada.—Solo estaba asegurándome que estuvieras trabajando en vez de estar como un inútil neandertal—contradigo, a veces no puedo evitarlo, insultarlo es algo que me sale de alma, además de que no puedo permitir que me hable de esa forma, es un idiota, pero un idiota perfecto.—¿Neandertal?—bufa, lo imagino frunciendo el ceño tratando de buscar en su pequeño cerebro alguna información de lo que significa esa palabra—sígueme llamando así y lo que obtendrás será una peque
El clima era el pretexto perfecto para poder quedarme en mi habitación, fuera de la vista de la servidumbre y de mis padres, de alguna forma me sentía desilusionada, por ser despreciada por mi padre, Jane era el motivo, pero yo era la excusa para huir del reino.La servidumbre tuvo que adaptarse a la peculiar temperatura de la región, a la niebla y al viento, no fue fácil incluso para mi gobernanta, pero incluso el frio no fue suficiente para evitar la llegada de mis nuevas doncellas.—Su alteza, por favor permítame presentarle a Irene Cailon hija del Duque Josef Cailon — anuncio mi gobernanta con gran solemnidad mientras una joven hacia una reverencia frente a mi— ella será la jefa de sus doncellas.Era insólito que la hija de un hombre sumamente importante seria mi doncella, entonces recordé las palabras de mi madre, de una u otra manera las personas influyentes del país que desearan demostrarme su apoyo como la próxima reina lo harían a su debido tiempo, pero no esperaba que el Duq
Desde la ventana pude observar que en establo se encontraban varios hombres que llevaban paja y madera, algo debía estar ocurriendo ahí.—Señora Elise—llame sin apartar la vista de lo que ocurría afuera de la ventana— podría indagar que ocurre en el establo, por favor.—Por supuesto, alteza.Mientras la señora Elise regresaba, Lay Cailon y Lady Florence intentaron conversar conmigo sobre cualquier cosa, vestidos, abanicos y zapatos, temas que cualquier chica tendría con sus amigas, pero ya que no era muy conocedora de lo que se usaba hoy en día en la capital, me limite a solo escucharlas hablar, pero mientras eso sucedía me percate de que Lady Millan permaneció callada y al girar en su dirección la descubrí observándome detenidamente como si me analizara.—La gobernanta ha tardado demasiado—menciono Lady Cailon, quizás habían transcurrido unos quince minutos, pero la tarea que le había encomendado no debía tardar más de cinco minutos.—Seguramente algo debió distraerla, después de tod
—¡Helena!— expresó en tono angustiado. La escena era algo inaudito, me negué a creer que lo que estaba viendo era verdad, pero la verdad era que el hombre que solo había visto una vez en mi vida y con el cual contraería matrimonio muy pronto, estaba aquí—¿Te encuentras bien?—Si—logre decir, la perplejidad no me dejo pensar claramente. Sin previo aviso se arrodillo e inmediatamente coloco mis manos alrededor de su cuello y como si se tratara de una pluma, tomo mis piernas para levantarme de aquella situación deplorable. Mis mejillas comenzaron a enrojecerse al sentir el calor de su cuerpo tan cerca del mío y su respiración tan cerca de mi rostro. Le negué a mi propio instinto el ver su rostro, me domine para evitar cruzar mirada con él, pues estaba segura de que algo terrible ocurriría de esta situación. —¿Te duele?—musito. Supuse que Lady Florence informo inmediatamente lo que había ocurrido a la primera persona que se cruzó en su camino y seguramente ella había llegado en el momen