Cuando Sarah despertó el sol ya iluminaba la habitación del hospital y claro, el sofá al lado de su cama estaba vacío y aunque no le sorprendió en lo absoluto, si se sintió decepcionada. Intento cerrar los ojos y dormir un poco más, pero un dolor incesante en su cabeza no se lo permitió, por supuesto, aquel dolor no era por el accidente que había sufrido, sino más bien se debía al estrés de estar ahí, sola. Pronto escucho un ruido proveniente de la puerta, ya que era bastante temprano supuso que debía ser el cambio de turno del hospital y que entrarían a revisar su condición, pero cuando la puerta se abrió, solo entro una sola persona, una que sorprendió a Sarah al cerrar y avanzar frente a su cama. —¿Alek?—dijo ella sorprendida, parecía que había pasado bastante tiempo desde la última vez que lo había visto. Llevaba puesto un traje oscuro y una gabardina de color beige debido al frío, se había recortado un poco el cabello y se veía mucho más apuesto que antes, pero en vez de la so
—¿Qué diablos está pasando aquí? —expreso Dmitry tratando de mantener la calma al ver aquella extraña escena. Llevaba un ramo enorme de rosas rojas y una bolsa negra que había pasado a comprar antes de llegar al hospital, en ella se encontraba una caja con un collar exuberante que esperaba fuera del agrado de su esposa, pero después de ver a Sarah tomada de la mano con aquel hombre que había sido alguna vez su mejor amigo, contrajo su mano en un puño olvidando que llevaba la bolsa consigo. —Dmitry—musito Sarah sorprendida de verlo ahí, no lo esperaba, de hecho, ella había supuesto que él no volvería a aparecerse por ahí. Si algo había aprendido de toda esa experiencia era en que su esposo no era un hombre en el que debía poner sus esperanzas. Alek soltó la mano de Sarah suponiendo que Dmitry no estaría para nada feliz de verlos de esa forma, pero a pesar de que conocía perfectamente a su amigo, trato de no perder la calma, de hecho, creía fielmente que Dmitry le debía muchas explica
Dmitry consiguió que le dieran el alta a Sarah esa misma tarde, después de todo quería cuidarla él mismo y darle un ambiente menos triste y lúgubre como lo era seguir en el hospital, así que en un par de horas ambos volvieron a casa, aunque en el camino Sarah no dijo ni una sola palabra, estaba absorta en sus pensamientos, en su dolor y en su tristeza. Ella no tenía ánimos de regresar a ese sitio el cual nunca había considerado un hogar, sin embargo, cuando Olga abrió la puerta y le dirigió una mirada alegre se vio obligada a forzar una sonrisa, aunque en su intento por despreocupar a la empleada de su esposo percibió un aroma peculiar. lSe trataba de un dulce aroma a flores, en específico a rosas y solo cuando Olga le permitió pasar confirmo que efectivamente había flores adentro para darle la bienvenida, pero no solo un pequeño ramo, el cual ni siquiera esperaba recibir, ni mucho menos uno grande como habría visto en algunas películas de hollywood, sino que la sala estaba repleta d
La habitación también había cambiado su decoración, todo para que Sarah pudiera recuperarse sin ver esos colores tristes que caracterizaban aquella vieja mansión. Se había cambiado el cortinaje por algo más claro y acorde a la personalidad de Sarah, además de la alfombra vieja y polvosa que ya llevaba años en el mismo sitio, además de que decidió sustituir los muebles de antaño con los que su padre había decidido amueblar la casa. Si bien los cambios no eran muchos, si habían marcado la diferencia, la habitación ya no se veía triste ni mucho menos desolada. Cuando Sarah observo el lugar se quedó perpleja, no parecía el mismo sitio donde había vivido años atrás, sino que parecía ser una casa totalmente diferente. Dmitry ayudo a su esposa a recostarse con suma precaución sobre la cama, la cual había ordenado que cambiaran para que Sarah estuviera más cómoda, incluso frente a la cama se encontraba una nueva pantalla para que pudiera distraerse mientras guardaba reposo, tal y como el do
—¿Quieres estirar las piernas?— cuestiono él tratando de fingir tranquilidad y la sintió cuando Sarah le devolvió una sonrisa. —En realidad me gustaría ir al baño— indico ella al ver que su esposo, pretendía acompañarla a donde sea que se dirigiese, por supuesto eso no le habría molestado de no ser porque se sentía intranquila. Dmitry se alejó de ella algo avergonzado, entonces ella pudo levantarse y dirigirse al baño, aunque al cerrar la puerta de este, únicamente se dirigió al baño para mirarse al espejo. No sabia que era lo que estaba ocurriendo, pero sabia que fuese lo que fuese Dmitry estaba ocultándoselo y eso le molestaba, que aun después de todo lo que habían pasado y después de esa singular reconciliación, Dmitry aún guardara secretos. Se miró al espejo, parecía que en su reflejo no quedaba ningún vestigio de la chica que había ido al todo por el todo a conquistar a su esposo hasta Mónaco, eso también le desagrado. Hacía bastante tiempo que se había adaptado a su papel de N
Dmitry se despidió de Sarah con un tierno beso. Ingenuamente, creía que ella había olvidado aquella noticia sobre el cadáver que habían hallado, pero en realidad Sarah había decido fingir que el asunto no le interesaba, después de todo Dmitry sabia la relación que había tenido con Nadia y tal vez con Jenica, por lo que no tenía por qué causarle extrañeza que no quisiera saber más sobre sus parientes políticos. Cuando Dmitry se atravesó la puerta principal, Sarah volvió al interior de la casa, desayuno y posteriormente le solicito algo especial a Olga. —¿Una cena especial?— cuestiono Olga sin entender a que se debia ese cambio de ánimo, pero ya que había visto como había estado en días anteriores su señora, decidió no meterse en el asunto—¿Cómo que tiene pensado? —La verdad es que no he pensado exactamente en algo específico, por ese motivo te pido tu consejo— expreso Sarah— parece que tú conoces mucho a Dmitry, quizás mucho más que yo. Olga se quedó en silencio mientras meditaba su
Con todo listo, ya solo quedaba que Dmitry se presentará. Sarah se había imaginado la mayor parte de la tarde cuál sería su rostro al ver nuevamente a Nina. ¿Se sorprendería? ¿Lo excitaria o se enfadaria?Sarah recordó la última vez en que Dmitry había visto a Nina, no había quedado del todo bien, de hecho Nina había causado tal impacto en él que se había atrevido a seguirla, secuestrarla, torturarla, pero a pesar de ello lo amaba, porque si, amaba a su esposo, aunque pronunciar esa palabra con sus labios era bastante extraño.Si retrocedía en el tiempo y miraba hacia atrás, era fácil recordar a la chica que odiaba aquella palabra, a la que aborrecia su nombre por abandonarla a su suerte, pero era claro que ya no era esa chica. Sarah ayudó a Olga a decorar el sitio, colocaron una mesa en medio del invernadero, dos sillas cómodas y elegantes, además de las luces que sería el firmamento aquella noche porque todo parecía indicar que volvería a nevar. Sarah se entristeció cuando los prim
Jenica se avalanzo contra Sarah, la tomo por el cabello y comenzó a sacudir su cabeza con fuerza arruinando no solo su peinado, sino también la decoración qué ella había preparado para Dmitry.Instintivamente, Sarah grito, pero no por ayuda, eso ni siquiera paso por su mente, puesto que la casa estaba lejos de ese lugar y aunque alguien la escuchara, debia estar relativamente cerca para poder escuchar sus gritos, asi que sabia que nafie la ayudaría de momento.Necesitaba urgentemente, hacer algo por ella misma para variar.Mientras Jenica tenía el control de su cuerpo, ambas chocaron contra la mesa en la que tanto se habían esmerado en preparar. De entre las cosas que estaban a su alcance, logro tomar un plato de porcelana blanca fina. Olga no se lo había dicho pero aquella vajilla habia pertenecido a la abuela de Dmitry y no solo era bastante costosa, sino también una reliquia familiar, sin embargo, en el calor de la pelea lo unico que Sarah pudo hacer para defenderse, fue azotar el.