Un par de horas después Dmitry se trasladó solo a las oficinas de la compañía que siempre luchaba contra la suya en el mercado. Las conversaciones cesaron cuando Dmitry apareció con un traje oscuro y una mirada aún más sombría. Todas las cabezas giraron hacia él, alargando el cuello curiosos por saber que estaba haciendo ahí el dueño de la competencia.A Dmitry siempre había deseado causar ese tipo de impacto al entrar a un lugar, pero no pudo disfrutar de la experiencia porque sus pensamientos estaban centrados en algo más importante, localizar a su antiguo amigo, Alek.Sus informantes le habían dicho que Alek había renunciado y también que había cambiado su lugar de residencia, por lo que mientras él no actualizara sus datos, estaban con las manos atadas y por ello había dejado pasar bastante tiempo para poner en marcha su venganza y aunque tenía el ánimo y la capacidad para asesinar a Alek y a su esposa, pensó que la muerte era demasiado clemente para lo que ellos se merecían.Por
Sarah se movía por la habitación, intranquila y deshecha, aunque sabia que esa no debia ser actitud que debería tener en ese momento, debia prepararse para la llegada de su esposo.Las perillas de las puertas estaban completamente estáticas o al menos ella no las podía mover por dentro, esa era la única salida por la que podía escapar al menos sin ponerse en riesgo. Se sentó sobre la orilla de la cama a meditar que haría una vez que él cruzara las puertas.Durante su traslado a ese sitio se había mantenido en silencio, paralizada por la presencia de Dmitry, y aunque había estado con él muchas veces, esta vez era diferente, él estaba enfadado porque ella se había atrevido a herirle su orgullo y eso era lo peor que se le podía hacer a un hombre como él.—Toda la ciudad lo sabe—escucho un susurro apenas perceptible, Sarah levanto el rostro y espero en silencio a ver si volvía a escuchar la voz.—¡Lo sé, maldición!—respondió otra voz femenina—y justo ahora tenía que venir.—¿Pero qué hace
—¡Vaya, qué escena tan encantadora!—interrumpió una voz odiosamente familiar. Cuando Sarah volvió la cabeza hacia la puerta de entrada, vio a su esposo esbozar una sonrisa maliciosa, pero al mismo tiempo una mirada que irradiaba rabia.—¿Qué sucede?—`pregunto Alek desde el otro lado del auricular, pero Sarah no respondió estaba completamente paralizada, pero lo peor fue cuando él caminó a zancadas acortando la distancia que había entre los dos.De pronto él le arrebato el teléfono de las manos y coloco el micrófono cerca de sus labios.—¡No vuelvas a hablar con mi mujer!—vocifero—¿Entendiste?Sarah cerro el puño cuando, inesperadamente, Dmitry colgó la llamada y por si fuera poco arranco la máquina para arrojarla del otro lado de la cama para después dirigirle una mirada mordaz, pero aunque la mirada de su esposo era en extremo pesada y hubiera asustado al hombre más valiente de la tierra, ella trató de guardar la calma y soportar esa mirada llena de odio y rencor.Ese hombre la había
Dmitry sintió la necesidad de girarla para tomarla del cuello, pero no lo hizo, prefirió irse antes de que hacerle daño ante la posibilidad de que ella cargara con su descendencia y si de algo estaba seguro, es que sería mejor padre de lo que había sido el suyo.Salió de su habitación cerrando la puerta de golpe, ordenando al ama de llaves que cerrara la puerta con llave y que a no ser que ella tuviera hambre, nadie podía entrar por esas puertas.El resto de la tarde, se la paso en la oficina de su padre, la cual ahora le pertenecía, pero desde que él había muerto, no se había atrevido a tomarla, más por dignidad que por miedo a su recuerdo.Ese lugar siempre le había parecido sombrío y frío y aún mantenía la misma opinión, odiaba ese lugar, pero ahí se encontraba una chimenea excepcional que daba el calor necesario para poder soportar un par de horas ahí, ademas de que deseaba observar el chispear del fuego y de algún modo ver de forma física como ardía su ira, así como el fuego lo h
Cuando Alek se adentro en la oficina, pudo percibir una extraña frialdad aunque claramente la chimenea estaba encendida. Miró alrededor, pero no vio a Dmitry, entonces un estremecimiento subió por su espalda erizando su piel.—Así que aun tienes el descaro de venir a verme ¿Eh?¿ No te basto con el golpe que te di?Alek miró sorprendido hacia el escritorio, Dmitry estaba sentado en ese lugar observándolo con cautela. Era curioso el cómo Dmitry se parecía tanto a su padre, la misma complexión, la estatura, los ojos, la voz...era una copia de su padre aunque no lo quisiera aceptar.Dmitry esbozo una sonrisa al percatarse de que el rostro de quien había sido su amigo, tenía una mancha sobre el ojo, además de que el párpado estaba hinchado y caído. Era una escena divertida de observar, al menos para Dmitry.—Asi que finalmente has ocupado el lugar de tu padre—expresó Alek sabiendo que sus palabras podrían dejarle el otro ojo morado, puesto que entre Sarah y su padre, Dmitry odiaba más a su
—¿Has acabado? —cuestiono Dmitry con arrogancia, por lo que Alek no le quedó más remedio que suspirar y asentir—entonces no tienes nada más que hacer aquí.Alek entrecerró los ojos y negó con la cabeza, ya nada podía hacer por salvar su amistad y quizás por Sarah.—Sí, me iré, pero te advierto algo. Si algo le ocurre a Sarah o a su hijo, la próxima vez que me veas, será el día de tu muerte.Dmitry chasqueo la lengua y por poco soltó una risa burlona, para él, las palabras de Alek no eran más que un chiste, por lo que no dijo nada, él ya no valía su tiempo. Alek se marchó, no sin antes azotar la puerta de la oficina e irse a paso firme hasta el vestíbulo donde se detuvo.Ahi aún se encontraban Jenica y su madre, quienes habían visto la llegada de Alek y se había quedado ahí murmurando entre ellas haciendo suposiciones sobre lo que estaba pasando. Ninguna de las dos se había animado a ir a averiguar que era lo que ambos hombres tenían que discutir, primero porque ambas temían que Dmitry
Dmitry miró su vaso de whisky, quería beber, ansiaba hacerlo, pero en ello implicaba embriagarse, algo que ya no debía suceder en vida reflexionando aquella extraña experiencia.Mientras meditaba, el ama de llaves se armo de valor para llamar a la puerta e interrumpir sus pensamientos.—Adelante—dijo él dejando finalmente el vaso a un lado, ya no beberia en mucho tiempo, al menos hasta saber que haría de su vida.—Disculpe, señor Petrov—dijo la señora inclinando levemente la cabeza. Dmitry entonces frunció el ceño, la había visto antes, pero estaba tan enfadado que no le había prestado atención hasta en ese momento.Aquella mujer era joven comparada con la mujer que durante años había atendido y servido a su familia. Busco en su memoria el nombre de aquella mujer, se llamaba Olga. Esa mujer era mucho mayor, regordete y de piel blanca, además de que, era rusa y de niño le causaba gracia el acento que utilizaba al hablar.—¿Quién eres tú?—le preguntó apoyándose contra él respaldo de la
—¿Placer? —se quejo Dmitry mirando de reojo a Jenica. De niños, Jenica no soportaba a Dmitry, él no sólo era más rico que ella, sino que sus padres parecían ser una familia más funcional que la suya. De niña, Jenica se había caracterizado por ser una niña egoísta y envidiosa. Dmitry lo sabía y de niño lo había notado, pero él más que nadie había entendido su sentir, eran niños ricos, pero niños olvidados y utilizados por su propia familia. Desgraciadamente nunca habían congeniado y ahora descubría que al final Jenica había sido envenenada por las ideas y la hipocresía de sus padres.—Y yo que pensé que preferirías verme muerto—se burló Dmitry mientras tomaba un pedazo de queso de una bandeja frente a él, al meterlo en el interior de su boca, le sonrio a Jenica.Jenica alzó levemente la ceja, ciertamente no estaba feliz de verlo ahí y de hecho, si, su presencia le parecía bastante molesta e irritante, pero ¿Matarlo?—Por favor, querido primo ¿Qué cosas dices? —protesto Jenica soltand