La cena de Año Nuevo transcurre de lo mejor, las familias cuentan algunas anécdotas y luego bailan, los organizadores del evento amenizan tan bien que el tiempo les pasa volando. Cuando menos piensan el conteo para la media noche hace su llegada.A pesar de que no es mucha gente en el interior del restaurante, Sara y los López se preocupan por la menor de ellos y de que el vitoreo pueda ocasionarle algún tipo de crisis. Afortunadamente, para todos, la nena cae dormida antes de medianoche y la acuestan en una carriola de uno de los hijos de Stefano. Para el momento del conteo, todos emocionados entre decoraciones, globos y lentes con el número del año al que reciben comienzan a decir en voz alta a coro.10, 9,8,7,6,5,4,3,2,1… ¡Feliz año! —gritan todos abrazándose unos a otros.Sara que preocupada por su niña, está agachada velando sus sueños en espera de que el ruido le provoque un malestar, pero no lo hace, su sueño es tan profundo que el festejo le pasa en negro.—¡Feliz año, hermani
La noche permanecía estrellada bajo la tenue luz de la fogata, conforme avanzaban las horas los familiares se fueron marchando uno a uno a sus aposentos, incluyendo a Sara y su hija, quien cansada solo dormía. Vicenzo las acompañó a su habitación y una vez que se aseguró que estuvieran cómodas se marchó a su habitación.Ninguno de los dos podía dormir, él pensando en Sara y ella a su vez en él. Daban vueltas en la cama cuál enamorados. Desgastada por no poder dormir salió al balcón a admirar las luces del cielo, meditaba si su reciente relación con Vicenzo fuera un augurio de cosas buenas. No por lo económico, sino porque cuando estaba con él se sentía distinta.Siempre estuvo protegida por su familia, pero él le daba la libertad que ocupaba y, aun así, se sentía segura.Un toque en la puerta la sacó de sus ensoñaciones, cuando se acerca a revisar por la mirilla se da cuenta de que es Vicenzo, aun vestido elegantemente. Se veía tan sexi…Ella abre preocupada suponiendo en que quizás p
—Me encanta ver las estrellas —dice Sara mientras sigue recostada junto a Vicenzo. Su cabeza en su hombro y el brazo de este, pasando por debajo de ella y rodeándola.—Lo sé, tu habitación, las láminas tenían dibujadas algunas —recuerda haciendo que ella se esconda en su costado.—Las pinté en un momento de mi vida cuando tenía temor salir —confiesa ella abriendo el panorama de él a la comprensión—. Estábamos acostumbrados a dormir sobre el techo en época de calor, pero después del ataque jamás volví a hacerlo. Tuve miedo de estar a la intemperie, tuve miedo de que algo me pasara y nadie se diera cuenta.Vicenzo la escucha pensativo, mientras que acaricia con su mano libre la mano de Sara y su brazo.—Ya no tendrás temor, ahora yo te cuido —dice él en una promesa tacita—. Yo las cuidaré.Tres palabras que cambiaron el rumbo de la historia para ellos. Tres palabras equivalentes a una gran promesa de un porvenir.Sara comienza a relajarse en los brazos de Vicenzo, no hay besos, no hay c
Ambos están fundidos en un beso que remueve cada partícula de su ser, sus pensamientos solo evocan lo profundo de sus deseos. Su alrededor se sumerge en la nada y solo existen ambos. No se percatan de que una figura se acerca a ellos, una que ya conocían, pero esta vez con arma en mano.Se escuchan las detonaciones alarmando a todos los turistas, que en cuanto escuchan huyen en búsqueda de refugio, pero ahora hay dos jóvenes tirados, a uno jadeando y a otro pidiendo ayuda mientras ella huye.—¡Auxilio, auxilio! —ella saca el móvil del pantalón de Vicenzo. Esté tiene una herida en el pecho y la sangre fluye cuál río por debajo de ellos—. Por favor, por favor resiste.El color en el rostro de Vicenzo comienza a desvanecerse, poco a poco comienza a sentir cómo el dolor se expande al resto de su cuerpo.El teléfono se desbloquea con huella, ella intenta poner el dedo de él para hacer una llamada, pero entonces el móvil suena, es Alessio.—¡Vicenzo! ¿Don…?—¡Nos dispararon! —grita Sara ent
Una semana había pasado desde el atentado. Gaby debía volver porque solo tenía unos días de permiso, junto con ella se regresó Leo que debía presentarse en su trabajo en la capital. El resto de los miembros se quedaron en una sola habitación para estar pendientes, ya que solo tenían un móvil. Sara fue trasladad a la UCI pro tres días solo como prevención y una vez que salió fue trasladada a una habitación normal.Los Della Rovere, permanecieron todos en el hotel tal como habían llegado, ellos tenían sus vacaciones programadas, así que no hubo problema en esperar a que Vicenzo saliera del hospital. Rosa no se despegaba de la habitación de su hijo menor, a pesar de que los médicos le decían que estaba fuera de peligro. No sabía cómo es que los López mantenían un estado de paz e iban y venían sin temor a que les avisaran que a su hija les pasara algo peor.Pero entonces pensaba ¿qué más le puede pasar a esa muchacha? Es como si estuvieran marcados por la desgracia, todos ellos. No les ju
Sara se preparó para visitar a Vicenzo en el hospital, su andar era lento pero constante. Era como cuando tuvo a su niña, se sentía toda dolorida y drogada. Cuando llegó a la habitación se encontró con la más hermosa de las escenas.Vicenzo yacía de pie junto a su camilla, canalizado con un suero colgado del tripié detrás de él y con un ramo Della Rovere rojas en sus manos.—¡Te ves preciosa! —dice al ver a su chica entrar a la habitación.Sara casi corre a sus brazos en cuanto lo ve, este apenas alcanza a dejar las flores sobre su cama para abrazar a su novia.—Te extrañé —dice ella mientras lo abraza con delicadeza y mucho amor. Sabe que ambos están operados—. No sabes cuánto te extrañé…Las lágrimas se hacen presentes en el rostro de ella, pero él intenta no llorar, quiere ser fuerte para ella.—Yo a ti, nena… pensé… —Sara acalla sus temores con un beso, uno que dice aquí estoy para ti.No hay reparos ni cuidados en la forma en que se besan, la devoción, la preocupación, el temor d
Una vez que ralentizan el beso, ella se aleja de él para sacar algo de la bolsa de su pantalón trasero.—Yo también te traje algo —confiesa mientras apuña el regalo en su mano—. Cierra los ojos y extiende tu mano.—Vale, pero que no sea un bicho —ríe.—No te preocupes, anda, cierra los ojos. —Vicenzo hace lo que ella le pide y los cierra. Extiende su mano en espera de que ella le dé algo, pero, en cambio, siente cómo es que le pone algo alrededor de su muñeca—. Esto contará los minutos que esperaremos para volver a vernos.Vicenzo abre los ojos asombrado de que ella le regalase un reloj. No había comprado ninguno desde que el suyo quedó destruido en el accidente. Las correas de piel café se ciñen a su piel delicadamente, el reloj no es de una marca importante, pero es sencillo, elegante y hermoso a la vez. Cuando lo ve se percata de la pequeña estrella colocada al fondo. La misma estrella que está en el diseño del collar de Sara.—¡Es hermoso! —dice él con cariño—. No tenías que hacer
La familia López se preguntaba por qué Alessio y Stefano los acompañaban hasta su hogar. En vano fueron las insistencias de la familia, pues ellos estaban tercos en ir con ellos. El alegato que presentaban era que para su seguridad y estar al tanto de su bienestar. Lo que nunca imaginaron era lo que encontrarían al llegar.Desde que pasaron el pequeño arroyo se dieron cuenta de que el puente de este había sido reparado y restaurado, cosa que llamó poderosamente su atención. De igual manera, se dieron cuenta de que a partir de ahí el camino que guiaba hasta su hogar ahora no estaba formado de tierra, hierba y algunos palos a sus orillas. Si no que una lujosa herrería decoraba la senda ahora empedrada y pavimentada.A lo lejos podían ver los pinos que cercaban su hogar, pero no reconocían del todo la fachada detrás de este, ya que el atardecer estaba en el horizonte y el anochecer estaba por llegar.—¡Dios santo! ¿Pero qué es lo que ha pasado? —pregunta Lita mirando todo el cambio igual