5- Falta

Durante la cena me mantuve en completo silencio mientras el resto de los presentes hablaban entre sí y reían por las diferentes anécdotas que Hunter había vivido en el Reino Unido. En mi cabeza seguían rondando sus palabras y esa forma de mirarme tan extraña y fija me mantenía tensa.

Han pasado nueve años, entre nosotros ya no existe ningún tipo de sentimiento. Quizás si hubiese aparecido hace unos años cuando mi corazón todavía sentía y latía por él, hubiera existido una oportunidad entre nosotros. Pero lo veo y no siento más que desagrado y malestar. Hunter es un cínico, no puede ilusionarme, subirme a la nube más alta, dejarme caer y romperme en pedazos y volver como si nada. Aunque sé que todo lo que dijo ha sido para fastidiarme.

No quería estar más en ese lugar, menos estando con ese inútil que no ha dejado de incordiar desde que apareció. No sé qué bicho le picó, pero no ha parado de tomarme de la mano y pellizcar mis muslos por debajo de la mesa. Está colmando mi paciencia.

—¿Qué sucede, Isla? —la pregunta de Henry me hizo mirarlo—. Has estado muy callada. ¿Estás bien?

Todas las miradas se posaron en mí y en mi plato que seguía intacto. Es que hasta el apetito me quitó este desgraciado.

—Sí, estoy bien.

—No has comido nada, conejita. Vas a enfermar si no comes.

—No tengo tanta hambre. Y deja de decirme así, no me gusta.

—¿Por qué? Nunca te molestó que te dijera así cuando éramos niños.

—Por si no te has dado cuenta, ya no somos ningunos niños, idiota.

—Pero parece que fueran unos —dijo mi padre, en medio de risas—. Pensé que sus peleas y discusiones se quedarían en la niñez, pero han llegado a adultos e incluso discuten más.

—Culpa de ella, que no puede quedarse con la boca cerrada por un momento.

—¡Ja! ¿Y quieres que me quede callada cuando eres todo un fastidio?

—¿Ven? Es orgullosa y terca, siempre le gusta llevar la contraria a todo.

—Si siguen fastidiando los voy a encerrar en un pequeño cuarto durante todo un día —habló Dakota y la miré con el ceño fruncido—. No me mires así, que estoy hablando muy en serio. No han hecho más que tirarse a matar desde que se volvieron a encontrar.

—¿Sabes? Eso no sería ni tan mala idea —Henry le siguió la corriente y todos rieron excepto Hunter y yo—. Con eso aprenden a convivir, porque de ahora en adelante serán uno solo.

—Tú solo dime cuándo y cómo y los encerramos, papá.

Reí, negando con la cabeza. Pese a todo y el tiempo que ha pasado, seguimos siendo esa gran familia unida y alegre de hace años.

—Favor que me harían si me encierran contigo —Hunter susurró en mi oído y lo miré enseguida, por alguna razón, sintiendo una sensación extraña en mi interior.

—¿Qué diablos quieres? —pregunté, pero el muy cínico volteó la tortilla.

—Tengo una larga lista de lo que quiero, pero no te la puedo decir porque es confidencial.

—Idiota —aparté la mirada y me centré en mi plato de comida.

Pese a que choqué todo el tiempo con Hunter, la cena estuvo increíble. Hace mucho no nos divertíamos en familia y pasábamos un rato agradable. Debo confesar que no es lo mismo cuando uno de nosotros falta en la mesa y ese idiota hacía falta, así fuese para discutir con él.

No tengo ni la menor idea de cuánto tiempo vaya a quedarse en el país o si definitivamente se va a radicar aquí, lo único cierto es que me siento feliz al ver la sonrisa que Henry y Scarlett han mantenido en su rostro. Después de tanto tiempo, al fin su hijo está con ellos. Eso era lo que tanto deseaban, que Hunter estuviera aquí.

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