Ahmed caminó rápidamente hasta alcanzar a Lyna, la pelirroja mujer estaba por subir a la limusina.—Lyna, espera, por favor. —El árabe la tomó por el brazo, ella lo retiró golpeándolo con su mano.—Te he contado todo lo que he sufrido por culpa de esa mujer, incluso tú mismo sufriste infinidad de veces sus engaños, y aun así vas tras ella como si fueras un borreguito, ¿Hasta cuando Ahmed? ¿Hasta cuándo nos permitirás ser felices?Ahmed se sintió avergonzado, no quería hacer sufrir a Lyna, pero no entendía qué es lo que pasaba en su interior, no podía borrar de su memoria ni un solo instante el rostro de mía.Subieron a la limusina en completo silencio, cada uno se concentró en el paisaje urbano, Lyna pensaba en la manera de hacer que Ahmed cediera a sus exigencias, y él pensaba en la manera de poder dejar de pensar en Mía.En el evento, Mía sentía el estómago revuelto, cuando vio a Ahmed ir tras Lyna, bebió su copa de un solo trago, sabía perfectamente que el alcohol no le iba, pero s
Ahmed esperaba a Lyna para desayunar en un restaurante cercano, minutos después de que él salió de la casa, ella lo llamó para pedirle disculpas por lo grosera que se había portado, y para demostrar que era sincera, le pidió que la esperara en ese lugar.El árabe ya se estaba desesperando al ver que Lyna no llegaba, llamó a su celular sin recibir respuesta, empezó a preocuparse, ¿Y si le había pasado algo?Estaba por salir del lugar para ir a buscarla, cuando su celular empezó a sonar con insistencia, al ver quién llamaba se dio cuenta de que era la secretaria de Mía.—¿Qué pasa? —Le extraño que le llamara.—Señor, la señora Lyna ha entrado por la fuerza a la oficina de la señora Mía. —¡Demonios! Voy hacia allá enseguida. —Se levantó y se dirigió hacia la salida.El árabe se apresuró a llegar al corporativo, afortunadamente estaba cerca de la cafetería, entró prácticamente corriendo en el edificio.Al interior de la oficina de Mía, las dos mujeres permanecían mirándose fijamente, Lyn
Ahmed se quedó en su auto durante varios minutos, tratando de procesar la información que acababa de leer. Sus hijos… los niñ*s que había rechazado y humillado junto con su madre, eran suyos, la culpa y el remordimiento lo invadieron, pero también la ira hacia Lyna. ¿Cómo pudo mentirle de esa manera?Finalmente, decidió que tenía que enfrentar a Lyna, necesitaba respuestas y ella era la única que podía dárselas, decidido arrancó su auto y se dirigió hacia su casa.Mientras tanto, en la oficina de Mía, intentaba concentrarse en el trabajo, pero no podía evitar recordar lo sucedido con Lyna, no podía creer la audacia de esa mujer, y la actitud de Ahmed solo empeoraba las cosas. Estaba cansada de todo esto, de las mentiras, de las peleas, de la constante tensión, necesitaba un respiro.En ese momento, su teléfono sonó, era su abogado, quien le informó que había recibido los documentos de divorcio de Ahmed, Mía suspiró, sintiendo un nudo en el estómago, aunque sabía que era lo mejor, no
Ahmed salió de la cafetería, llamó inmediatamente a Cambell, el rubio se encontraba en un bar cercano, el árabe se dirigió hacia allá, al llegar, buscó con la mirada a su amigo, lo encontró sentado en una mesa en el rincón más apartado del bar.—Vaya, amigo, veo que algo anda mal contigo. —Ahmed se sorprendió al ver que Cambell estaba bebiendo directo de una botella—El pasado ha regresado y me tiene atormentado.—¿El pasado? Pues sí tu pasado te atormenta como el mío, hoy beberemos hasta olvidar amigo.Al dejar de tomar el medicamento que le daba Lyna, el árabe había empezado a tener pequeños recuerdos, sobre todo ese día, mientras había estado hablando con Aisha, recordó lo mucho que le gustaba su sonrisa, la mayoría de sus recuerdos seguían perdidos, pero lo poco que había logrado recordar, le hizo entender que ella en realidad sí era muy importante en su vida.—Mía ha firmado el divorcio. —Dijo mientras suspiraba.—¿Y tú? ¿Lo has firmado?—Firme las copias que están en poder de Ly
Lyna apretó los puños con furia, no permitiría que Ahmed recordara su vida junto a Mía, él le pertenecía, era un amor egoísta, lo amaba, pero tan bien amaba su fortuna.Sabía que se aproximaba el día que tendría que regresar a Dubái, solo había viajado a Nueva York para acompañar a Ahmed al aniversario del corporativo, por lo que no había llevado con ella a sus hijos, tenía que buscar un pretexto para hacerlo regresar de inmediato, quería que recuperara el corporativo para sus hijos, pero sí seguía ahí, Mía sería un constante peligro.Ahmed despertó por la mañana, el dolor de cabeza que sentía era terrible, peor aún era la resaca, Lyna se acercó llevando con ella una bandeja con el desayuno, lo primero que le ofreció fue un jugo, él lo tomó rápidamente.—Gracias. —Ahmed agradeció el gesto, pero a Lyna le desagrado que lo hizo de manera muy fría.—Por la tarde regresaré a Dubai, nuestros hijos no están acostumbrados a estar tanto tiempo lejos de mí.—Será mejor que lo hagas, yo regresa
Mía encendió la luz, volteó hacia todos lados esperando encontrar al hombre que había visto en su habitación, pero al parecer había sido tan solo su imaginación, suspiro aliviada de que tan solo hubiera sido eso, al hacerlo pudo sentir una fragancia conocida, era ese aroma de madera y almizcle que conocía a la perfección.Se levantó para revisar detenidamente la habitación, no había nada, su imaginación continuaba jugándose una mala pasada.Regresó a la cama, se cubrió con la manta, intentó dormir, pero su mente se negaba a permitirlo, iba de un pensamiento a otro rápidamente.Por la mañana, se levantó para darse un baño antes de bajar a desayunar con sus hijos para llevarlos al colegio, al verse frente al espejo, dos oscuros círculos rodeaban sus ojos, se colocó un poco de maquillaje para disimularlos.Salió de su habitación para dirigirse hacia la habitación de sus hijos, los gemelos no estaban ahí, tal vez ya estaban abajo desayunando, el pequeño Ahmed aun dormía, después de contem
Ese día Mía no pudo dormir, se sentía desesperada, Cambell e Ibrahim fueron a la casa de Ahmed a buscarlo, la casa se encontraba cerrada y las luces apagadas, se dirigieron hacia el aeropuerto, el hangar donde debería encontrarse su avión privado se encontraba vacío.—Simplemente no lo puedo creer, se los ha llevado, está vez mi hermano se ha pasado.—Se ha pasado tres cuartos, mi amigo está actuando cada vez más extraño.—Y ahora cómo le diremos a Mía lo que ha pasado, no tengo el valor necesario para hacerlo.—Yo menos, será mejor que llame por teléfono a las chicas para que llamen a algún médico que esté presente, creo que será necesario.—Que le den por mientras algún té relajante, así la noticia no la alterara tanto.—Ufff será difícil que lo tomé con tranquilidad, yo creo que ni con un sedante para caballos, sus hijos lo son todo para ella, Ahmed solo lograra que lo odie con estos actos.Los dos subieron a la camioneta para regresar a la casa de Mía, dentro de ella la pobre chic
Cuando el paisaje que ofrecía Dubái empezó a verse a través de la ventana, Mía el corazón de Mía empezó a latir fuertemente, pidió a la nana que llevara con ella a su hijo.Al tenerlo entre sus brazos lo abrazó, mientras le daba un tierno beso, tenía miedo de perderlo, ¿Y sí Ahmed se lo quitaba y se deshacía de ella? Tal vez debió dejar a su hijo con Caroline, así sabría que estaría a salvo, Vinizzio podría brindarles protección.Al avión fue descendiendo, Mía quería alargar ese momento, moría en deseos por ver a sus hijos, pero sentía incertidumbre por saber cuál sería su destino. Cuando la puerta del avión se abrió, Basima, Amira y la nana bajaron primero, Mía respiró profundamente antes de hacerlo, mientras bajaba las escaleras del avión, pudo ver a Ahmed que las esperaba al final de ella.El árabe estaba vestido con una Kandura tradicional blanca, y en su cabeza una ghutra, llevaba puestos unos lentes oscuros, afortunadamente Mía también traía puestos unos, así él no podía ver qu